Arezzo es una ciudad que muchos conocen sin saberlo. Roberto Benigni la hizo famosa al grabar allí gran parte de su película La vita è bella. Me gusta el turismo cinematográfico, aunque esta vez Arezzo se nos presentó tan bella que renuncié a perseguir los rincones más famosos de la película. Simplemente, como habíamos hecho en casi todo el viaje, vagabundeamos por sus calles sin mucha idea de dónde íbamos. Al principio, de hecho, habiendo entrado en la ciudad por la parte norte, creímos que Arezzo no iba a merecer la pena. Ciudad de más de noventa mil habitantes, calles rehabilitadas, muchos coches…
Incluso cuando llegamos a la catedral la ciudad me pareció hermosa, sí, pero tan deslucida que casi se diría muerta…
Pero entonces bajamos hacia el corazón de Arezzo, que comienza en la Piazza Grande y continúa por un laberinto precioso de callejuelas, uniéndose al final con la parte moderna de la ciudad.
Con una vista envidiable, almorzamos en el Ristorante La Curia, justo el que se ve en esta última foto, y así, sin pensarlo, volvimos a acertar. Todo estuvo delicioso, y esta entrada y estos postres estaban tan buenos como parecen…
Con el estómago lleno y el paladar halagado, callejeé por Arezzo con un pequeño mapa que unos amigos valencianos, que perseguían todos los rincones usados por Benigni en su película, nos habían regalado. Así pude buscar una librería y luego volver donde el coche y donde había quedado con la compañía. Aquí van algunos detalles de la ciudad…
Dejamos Arezzo camino de Cortona…
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