domingo, 30 de octubre de 2011

Paisajes con móvil (VI)

--- Carmona ---

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--- El hogar ---

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--- Aceite de Hadas ---

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--- Mareas ---

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--- Libros ---

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--- Reencuentro ---

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--- Alba ---

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--- Mariposa ---

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(Foto de Alfonso)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Crónicas del carril bici: 2. El astronauta

el.astronauta- El buen hombre pedaleaba sobre una bicicleta plegable con cierto aire patoso, justo por donde el encontronazo con la del culo gordo, aunque unos meses antes de aquello. Portaba en la espalda una mochila plateada y rígida, tal vez adquirida con el juego completo de valijas lunares, y de no ser por el chaquetón oscuro y pasado de moda que vestía, cerrado hasta arriba y rematado con un gorro puntiagudo, hubiese pasado por astronauta rural escapado de la película de Javier Aguirre.

Se desplazaba por el carril inseguro y parsimonioso, y como yo esa mañana llevaba algo de prisa, lo adelanté sin más cuento. Uno de los entretenimientos preferidos de los usuarios del carril bici en Sevilla es el de adelantarse mutuamente sin descanso. Verán, les explico. Yo les adelanto a ustedes, y ustedes, a la mínima oportunidad me adelantan de nuevo, para que luego yo tenga que adelantarles y así hasta el infinito y más allá. El caso del astronauta les ilustrará sobre una de las técnicas más usadas en este juego diabólico. En el primer semáforo que encontramos tras adelantarlo, me topé con dos ciclistas que esperaban pasar.Carretera Carmona 3 Me coloqué tras ellos, pero nuestro navegante espacial a dos ruedas, con el mismo cuajo con el que manejaba la bici cósmica, nos adelantó a todos por el carril izquierdo, y se colocó junto a la primera persona de la fila. Atento a la mecánica del semáforo, el muchacho arrancó un instante antes que su competidor, y se colocó el primero, eso sí, sin aumentar ni una pizca su velocidad de caracol artrítico. Así, todos tuvimos que adelantarlo inmediatamente, con las consiguientes molestias que dicha maniobra supone en un carril atestado de ciclistas. A mí lo que realmente me molestaba era no poder ir pensando en mis cosas…

Ronda histórica 5 Así encaramos la larga recta de la ronda histórica en la que, sin embargo, aparecían varios semáforos más. En el primero de ellos, nuestro amigo volvió adelantar por la izquierda mientras una larga cola de gente esperaba (tontamente, claro) en el carril derecho a que se abriera el semáforo. Volvimos a adelantarlo. Y en el siguiente se repitió la operación, reconozco que con los ánimos del que escribe ligeramente alterados. Al adelantarlo por última vez lo miré con intenciones asesinas y pasé moviendo la cabeza de un lado a otro, incapaz de concebir que hubiera un tipo tan idiota.

La gracia del cuento vino en el siguiente semáforo. En él me detuve el primero, con más gente detrás. El adelantado ciclista sideral se paró justo a mi lado, en su carril acostumbrado, y esta vez se dirigió a mí:

— Perdona, ¿te pasa algo conmigo?

Por un instante no supe si reír o bajarme de la bicicleta y partirle la cara. Pero me controlé y le dije pausadamente:

Ronda histórica 6— ¿Que qué me pasa contigo? Te voy a decir lo que me pasa contigo: que estoy hasta los cojones de adelantarte. No se adelanta a la gente que va más rápida que tú en los semáforos cerrados.

El astronauta, con un tono de voz que noté algo compungido, pasó no obstante al contraataque:

— Yo lo único que sé es que casi me tiras cuando me has adelantado en la Carretera de Carmona.

Seguramente se refería a la estela de aire que dejé cuando lo adelanté, porque lo pasé limpiamente y dejando más de un metro de distancia entre nuestras bicicletas.

— Tú no estás bien, chaval. Te adelanté correctamente. Eres tú el que no sabe andar por el carril. Te he adelantado tres veces, y ahí donde estás ahora no te puedes parar, porque es el carril contrario. Piensa un poquito con la cabeza, si eres capaz de usarla…

Entonces se quedó callado. Se abrió el semáforo y lo dejé allí pensativo y a punto de ser arrollado por otros ciclistas que venían de frente. Más adelante volvimos a coincidir en un semáforo donde ambos nos desviábamos del carril, pero esta vez se colocó a distancia, en un lugar donde no molestaba. Noté cierta tristeza en su mirada, perdida en las primeras luces del amanecer. Tal vez se imaginaba sobrevolando la tierra, y adelantando a los satélites en los cruces interestelares…

domingo, 9 de octubre de 2011

Los peligros de la radio en la ducha

Radio 5 javier hernández Nadie imagina los peligros que tiene enchufar la radio por las mañanas, sobre todo en las mañanas de domingo. Se mete uno en la ducha y claro, a ver cómo la apagas en caso de urgencia. Esta mañana tenía sintonizada Radio Clásica, pero para variar emitían en un volumen bajísimo, y con la ducha no iba a escuchar nada, claro. Busqué Rock & Gol pero no tuve narices de encontrarla en un dial atestado de emisoras religiosas y agrícolas, así que deambulé de aquí para allá hasta que me di con las noticias de Radio 5. Que si Rajoy, que si Rubalcaba, que si no sé cuántos muertos en no sé qué atentado, que sí no sé cuántos refugiados sin esperanzas, que si Alonso y que si Nadal… lo normal, vaya. Pero andaba yo contento en el recuento de las habituales gracias y desgracias de este mundo cuando se acabaron las noticias y llegó un tal Javier Hernández, que no contento con disponer de Radio 3, toda una cadena para sus lindezas musicales, venía a contarnos los conciertos de Radio 3 en Radio 5. Y de sopetón, sin aviso previo de que lo que seguía podría dañar la sensibilidad del oyente, comenzó a sonar una música blandengue y bobalicona. Aquí pueden ustedes escuchar los seis minutos y pico del espacio, pero no se lo recomiendo, y declino cualquier tipo de responsabilidad por los problemas que su audición pueda provocarles. Yo mismo les cuento…

Para resumirles, el amigo Javier Hernández nos dice que un grupo llamado Nubla, cuya alma mater es la barcelonesa Luciana Calevaro, llega para “mostrarnos un universo personal cargado de fetiches y pequeños detalles”.También nos dice que su sonido es “producto de una exhaustiva elaboración, generando un pop preciosista, donde los matices se convierten en protagonistas y seña de identidad”. No contento con esto, continúa tachando la música de Nubla como “un pop blando con aspiraciones universalistas, puesto de moda en los últimos tiempos por las musas del Indi”. Y para rematar el asunto, nos cuenta que “su directo es una especie de performance sencilla que invita a consumir entera la actuación, para disfrutarla de forma sosegada, casi como si de un chill-out se tratara”.

Mientras me ducho y suspiro por que lleguen de nuevo las noticias salvadoras, una pregunta me ronda la cabeza, algo mareada ya por el chill-out de las narices, por el “pop preciosista” y el “universo personal” de la tal Luciana y su compañía: ¿alguien me puede decir, salvando los adelantos técnicos en el sonido y la imagen, qué diferencia hay entre esto…

…y esto?

domingo, 2 de octubre de 2011

Marcos

Para Angelines, porque hundirnos, nunca, ¿verdad?

Si miro atrás, las personas que más me han asombrado, las que me han transmitido más vida han sido siempre héroes anónimos, mujeres y hombres que sin ruido dejaron en su herencia muchas verdades y un gran ejemplo.

De pronto se nos va un hombre enorme, un hombre sereno y decidido que hollaba las montañas como quien descubre en sus laderas e ibones los rincones de su propio corazón; un hombre generoso y valiente que ayudó decisivamente a rescatar a su pueblo de la catástrofe, y lo sacó de entre las aguas de una maldición para que luciera como una joya, ahora doble al reflejarse en el espejo de su victoria. Se ha ido un hombre de nieve blanca, un hombre de aire limpio, que subió hasta casi el último día a las cimas de su paraíso como quien pasea por una llana alameda; un hombre de tierra, un hombre recio como la propia naturaleza, un hombre de risa sincera y luminosa que amó a su gente y la cuidó como el mejor de los padres, como el más ingenuo de los enamorados. Un hombre al que la lejanía me impidió tratar tanto como hubiera querido, pero al que humildemente considero mi amigo. Marcos, un héroe que nunca se irá del todo, un buen hombre al que llevaré siempre en mi corazón.

422 Casa Tomaset