Tierra y silencio (7)

El día siguiente, el último del mes de julio, lo comenzamos con un aperitivo dulce y cercano: el castillo de Murlo, un pequeño burgo que por fuera parece mucho menos atractivo de lo que luego es por dentro.

Desde el castillo de Murlo se puede ver una linda panorámica de Vescovado Murlo...

Pero los rincones del burgo nos vuelven a llamar la atención. Hace calor y no hay casi nadie. Una chica que acaba de cerrar la biblioteca nos informa que la única trattoria que había en el lugar cerró este año, aunque por las noches están ofreciéndose conciertos de música clásica en la pequeña plaza del burgo.

Desde el castillo se observa algunas haciendas sugerentes...

Nos dirigimos desde allí a Buonconvento. Dado que el día anterior trasnochamos, nos hemos levantado tarde, así que ya va siendo hora de comer, que en la zona acostumbra a ser sobre la una y hasta no mucho más allá de las dos de la tarde. Buonconvento tampoco es un pueblo que nos hayan recomendado especialmente, pero luego comprobaremos que tiene un gran encanto. Antes, en el camino, hacemos una parada para fotografiar la Toscana más pura...

En Buonconvento paseamos un rato buscando un lugar donde comer. Mientras caminamos las cámaras echan humo...

Al fin, entramos a comer en el Albergo Roma, en Via Soccini, la calle principal de la zona antigua de Buonconvento. Para variar, una comida exquisita, un vino riquísimo, unos postres de lujo y un café inolvidable.

 

Luego, para hacer mejor la digestión, seguimos conociendo este hermoso pueblo...