Los caminos del Señor son inescrutables, y deberíamos aceptar con alegría y resignación las pruebas que el Altísimo dispone a nuestro paso. Gran parte de las calles de Sevilla están pavimentadas para facilitar el patinaje, no el artístico, por supuesto. En estos días de lluvias ligeras los peatones no sólo debemos dedicarnos con flexibilidad a sortear a los ciclistas que, dentro o fuera del carril bici, circulan sin ninguna consideración a viejitos, niños o enfermos candidatos al Alzheimer como el que les escribe, sino que además tenemos que demostrar nuestras virtudes equilibristas para no patinar en dirección al suelo. Los mejores días para deslizarse son los primeros de lluvia, porque en esta ciudad sí que llueve, pero cuando comienza a llover lo mismo hace cuatro o cinco meses que no cae una gota, y el barrillo que se forma en el suelo acaba siendo de lo más divertido. Y los que caminamos con largas zancadas somos los que debemos hacer un esfuerzo mayor para mantener la aburrida verticalidad. Todo ello, claro está, facilitado por los cerebros municipales (éstos y los anteriores), que alfombraron nuestras calles con sedosas y pulidas baldosas, y que en cada obra que ejecutan (nunca mejor usado el verbo) tratan de superarse. La combinación de lluvia, pavimento lustroso y rampas continuas resulta un verdadero acierto en determinadas calles, con el aliciente añadido de la estrechez de las aceras y el paso veloz de automóviles que podrían rematar al patinador poco mañoso. Mis Chiruca, tan diestras en la montaña a la hora de agarrarse al suelo, se deslizan con extremada desenvoltura, tanta que ahora podría, sin esfuerzo ninguno, caminar por una pista de hielo como si del salón de mi casa se tratara. Nunca es tarde para aprender algo nuevo, nunca lo es para aprender a patinar.
miércoles, 16 de enero de 2008
Patinando
Anteayer, sin ir más lejos, caminaba yo ufano por una gran avenida, cuya acera estaba, como muchas otras, prácticamente tomada por las obras de una larga fachada. Esta vez, y sin que sirva de precedente, han tenido la consideración de construir un pequeño túnel con techo de planchas metálicas, de las que, sin embargo, surge un goteo continuo de agua sucia, y bajo el que se forman hermosos charcos que, al no estar expuestos al sol, se quedan a vivir en el túnel. Las paredes son de cemento armado, y por fuera del túnel sólo dejan un pequeño pasillo de menos de medio metro, interrumpido cada nada por un árbol, y acabado en un carril bus por donde estos monstruos pasan a velocidades supersónicas. Pues bien, ante la situación general de la galería, y los charcos que la jalonaban, decidí caminar por fuera, y en cuanto puse un pie fuera del túnel realicé con gracia inusitada un pas de Bourré, que me sirvió, entre otras cosas, para mantener el equilibrio y no desparramarme sobre los charcos de cola que, amablemente, unos colaboradores privados del afán patinador municipal habían dejado en el suelo, tras pegar unos carteles sobre Hip-Hop en la pared externa del túnel... Sí, decididamente cada día es más hermoso pasear por mi ciudad, pero eso también, confiando siempre en la misericordia divina, ya que en la del ayuntamiento, por mucho que nos enseñen a patinar, resulta tan difícil confiar.
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5 comentarios:
Muy bueno tu post, y la foto elegida fenomenal. Pásate por mi blog que tengo una sorpresa para vos.
¡Ja, ja, qué salao!
¿Pero no dicen que la lluvia en Sevilla es pura maravilla? Yo te recomiendo unas buenas suelas de goma, en bota a poder ser; o cualquier zapato "made in Vitoria", que aquí de lluvia sabemos mucho (y de patinazos también, pero sólo cuando nieva; vaya dos hos... me di yo el otro día porque heló un poquito sobre un milímetro de nieve, ¡dos semanas con cardenales!).
Gracias, Rosa María, me alegro que te hayan gustado mis quejas, porque así lo son menos. Ya pasé por tu blog, y bueno, mi agradecimiento por la elección, y haré una cosa: tengo por costumbre no elegir blogs en ningún Meme (sé que es un nombre bien feo, pero por lo visto se llaman así estas cosas), pero como la historia tiene dos partes, una contestar a las preguntas y otra seguir el hilo, yo haré, por amistad, lo primero, pero me excuso de lo segundo. Y nuevas gracias por elegir mi cuaderno. Un beso.
Uy, Ruth, llegó tu comentario justo cuando contestaba a Rosa María. Pero mira, si las botas que llevo tienen suelas de goma y son especiales para andar por la montaña (hace poco estuve con ellas en Granada, andando por la nieve dura sin problemas). Creo que con estos tipos de pavimento sólo serían útiles unos pies de gato, o unos buenos zapatos con suela de piel de foca, pero... Aparte de ello, cuando comienza a llover después de mucho tiempo sin hacerlo sólo servirían unos patines, te lo juro. Oye, y la lluvia en Sevilla es una maravilla de veras, que Audrey tenía muchísima razón... Cuídate y un beso.
Mmmmm. no me había llegado el aviso de tu contestación. Todo perfecto. Pero tu blog merece el premio. Un abrazo.
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