domingo, 8 de junio de 2008

Cada vez que nos miramos...

Suena Camarón de la Isla con unas soleares emocionantes. A mi lado, mi padre permanece silencioso, llevando con la mano sobre su pierna el compás insuperable de la guitarra de Paco de Lucía. Miro una señal enorme que en el borde de la carretera indica la distancia a varias pedanías, casi como si hubieran garabateado la palabra viaje con esos nombres y esos números. El sol aprieta en una mañana que ya es de verano.

Cada vez que nos miramos,
yo no sé por qué será,
se le pone a esta flamenquita
la carita colorá.

En cierta forma agradezco andar vivo. Vuelvo a saborear las menudencias gratuitas de la existencia: viaje, viaje, viaje… Mi padre está contento, paladeando la voz del gitano, con los campos sembrados pasando ahí a ambos lado de la carretera, y Triana y Sevilla allá adelante, aguardando en un rincón accesible del futuro. A la derecha, inadvertida para los ojos gastados de mi padre, he visto una cruz de flores clavada en la cuneta, huella de algún accidente mortal. Las flores estaban secas y la cruz descuidada. Camarón de la Isla murió hace dieciséis años y seis días, y el muerto en aquella carretera andaría disuelto posiblemente en un recuerdo fatigado por el dolor. En cierta forma agradezco andar vivo, por las menudencias.

Me senté sobre tu cama,
lágrimas como garbanzos
me caían por la cara.

Viaje, viaje, viaje…

20 comentarios:

Idea dijo...

Sir John, entrañable...
"esas pequeñas cosas que hacen que lloremos cuando nadie nos ve"
Cariños

Anónimo dijo...

Las menudencias, esas menudencias, que nos hacen humanos con memoria, y con cierto gusto por la vida.

Preciosa menundencia.

Beso.

Sir John More dijo...

Soy de los que a veces se pierden tras el rastro de lo sublime, y no puedo ni podré evitarlo. Su gusto, aunque sea por una vez, le cambia a uno la vida, y ya nunca, salvo en momentos muy desesperados, se pueden mirar las menudencias con el mismo cariño... Besos y gracias a ambas.

aldara san lorenzo dijo...

Oigaaaa!
Que ya he dado con la solución. (De nada! Ha sido una ardua investigación hasta dar con el método eficaz para acabar con todos sus apechusques emocionalmente tristones).

La cosa esta en que se haga Ud. rico. Eso, indudablemente repercutirá en su estado feliz. Y no es que lo diga yo. Nooooo, qué va!! (aunque si me tuviera Ud. fé... otro gallo nos cantaría a los dos, mal hombre!); sino que son investigadores y científicos reputados LOS QUE SE LO ESTÁN GRITANDO A VOCES.
Mire, mire:
"La felicidad está en el candelero científico. Cada mes conocemos nuevas claves sobre cómo conquistar el ambiciado “estado de dicha”. Por ejemplo, esta misma semana hemos sabido que gastar dinero en otros nos hace más felices que gastarlo en nosotros mismos. También descubríamos hace poco en la revista Psychological Science que la tendencia a ser felices se hereda, y que las personas dichosas suelen ser más sociables, activas, estables, trabajadoras y concienzudas. Por otra parte, según un estudio presentado en la última conferencia de la Royal Economic Society en la Universidad de Warwick, en Reino Unido, creer en Dios también contribuye a nuestro bienestar psicológico. ""

Hale.
(los bombones puede dejármelos en conserjería, príncipeazul)

;-))

aldara san lorenzo dijo...

Para que empiece Ud. a aplicar esas "técnicas" que incrementarán, sin duda alguna, su felicidad gastando pasta-gansa en el prójimo (y quién más prójima, en este momento, que yo misma); le daré estos datos útiles:

-Talla 38-40
-Me gustan los zapatos de tacón y de buenas marcas. Las sandalias, también.

-Me privan los collares, pulseras...

-No hago ascos a los bonos de tratamientos carisisisisissisimos como: hidroterapias, masajes al chocolate o al caviar.

-Viajar. Sí, claro.

.....saque el talonario, payo, y alegre esa cara!! QUE YA VOY QUERIENDO LEERLE ALGO TREMENDÍSIMO Y FELIZ!

aldara san lorenzo dijo...

Y Uds., comentaristas habituales: SEAN SOLIDARIOS, CACHISSSSS LOS'MOROS!!! Hagan sus peticiones. Pongan su lista de gastos.
¡Todo sea por el Sir, faltaba más!
¡Si tiene que gastar, que gaste! (peccata minuta, corcho!) ¡Pero que se ponga contento!

it-siempre-servicial-y-amable

Anónimo dijo...

Jajajajaja, si es por el Sir, yo me apunto. A ver, me gustan las colecciones de Valentino, así, al tún-tún, tampoco vayamos a ponérselo difícil. Y los viajes a Corfú, o a Malta. Hasta a la Toscana sería capaz de ir por alegrar a mi Sir John. Faltaría más!!

Beso, que también animan y son gratis (digo, por si falla el método crematístico)

Sir John More dijo...

Uy, me da a mí que la engañaron. Pasa ahora que los quioscos se nos llenan de Pataphysical Sciences y de Neurohappiness Methodologies, y demás estudios concienzudos que los americanos y algunos europeos envarados, que son las personas más felices de esta tierra, nos regalan con generosa asiduidad.

Veamos: yo me crié en los mejores barrios de Sevilla, es decir, en aquellos que proporcionaron a mi ciudad los más y mejores delincuentes que jamás pulularon por ella, y he conocido montones de vecinos y vecinas encantadores que, sin saber muy bien cómo escribir su nombre, ya mantenían esa teoría de que haciéndose rica, la gente ganaba en felicidad. Recientes teorías matizan la citada regla puntualizando que el dinero no da directamente la felicidad, pero que ayuda una barbaridad a conseguirla. Dichas matizaciones no invalidan, sin embargo, la preclara opinión de mis vecinas y vecinos, ni reivindican gran cosa el buen nombre de los reputados científicos.

Repasemos ahora las aserciones de estos científicos reputados que usted cita. Primero se dice que gastar dinero en los demás nos hace más felices que gastarlo en nosotros mismos. Bien, no lo discuto, aunque añado que gastarlo en los demás y en uno mismo a la vez acaba siendo la repanocha. Pero he de reconocer que la bondad y la entrega a los que uno quiere tiene sus compensaciones, e incluso añadiría que para nada necesita creer uno en dictados divinos para concluir tal cosa, porque, como casi todos los sentimientos hermosos que podamos generar, proviene este altruismo más de las entrañas que del corazón. Uno ama, uno regala, uno se entrega no porque crea que es mejor, ni siquiera por que uno se lo deba a los demás, sino porque le sale a uno de lo más animal de uno, y si no le sale, mala cosa. Uno puede obligarse a ser bueno con los demás, a interesarse por los demás, pero se nota la artificialidad y a veces (no es su caso, lo sé) el dedo de Dios guiando el corazón robotizado del creyente provoca una sensación de repulsa en los sujetos amados, se lo aseguro.

La segunda afirmación de los reputadísimos científicos es que la tendencia a ser felices se hereda. La primera en la frente, porque oiga, ¿y si yo no heredé esa tendencia? Pues sería un contratiempo. Pero deje, deje, que ya me contesto yo con eso de que con entusiasmo y optimismo no hay contratiempo insuperable. Repongamos de todos modos que la tendencia a ser felices no es una magnitud excesivamente abarcable, difícilmente definible, y por tanto y por último bastante poco científica. Pero aceptaremos pulpo como animal de compañía, oiga, y concluiremos que este mundo es un asco si uno nace ya con la tara de una tendencia a sentirse fastidiado con la vida. Yo diría, sin embargo, que influye mucho más lo de antes del dinero: si uno nace sin dinero puede llegar a sentirse básicamente feliz, pero lo tiene bastante más complicado que aquel que nace en un cálido y aprovisionado nido. Y no dude que tengo en cuenta todas las teorías sobre los distintos tipos de necesidad, y sobre los diferentes grados de expectativa y el mayor o menor efecto de su cumplimiento o no cumplimiento en los distintos individuos, algo que influye sobremanera al contento de la persona. Pero precisamente por eso la lucidez, creerse, vivir lo que uno aprende acaba resultando un gran problema, porque nuestras expectativas, nuestras necesidades más profundas aumentan, y este mundo no está preparado para satisfacerlas. La lucidez mayor o menor es una putadita, y la religión es una forma de conjurarla, en muchos casos tachando de un plumazo la lucidez misma y sustituyéndola por la fe, y en otros simplemente suavizando la lucidez y respondiendo a sus laberintos con alegres disimulos.

Y claro, aquí llegamos al último punto interesante de la opinión de estos científicos: Dios nos hace felices. Por Dios, ellos no quieren decir que Dios exista, ni siquiera que sea bueno creer en él, pero ah, si nos hace más felices... Y dice usted que tal descubrimiento se presentó en la Royal Economic Society de la Universidad de Warwick… Hmmmm… Volvemos, pues, al dinero. Si tenemos posibles y encima creemos firmemente en Dios, sin tener que preocuparnos demasiado por los motivos para vivir, bueno, mejor que mejor, el paraíso…

En fin, y dicho esto le confesaré que al regalar siempre me gustó regalar algo que no sólo le gustase al regalado, sino también a mí. Es decir, que a mí eso de los zapatos, pues no sé, la verdad es que mucha ilusión no me hacen, mucho menos cuando no se los voy a ver puestos, que lo mismo así la cosa adquiría su gracia… En cuanto a los bombones, cuente con ellos, que el chocolate es afrodisíaco y todo lo que tenga que ver con el sexo yo encantado, aunque sólo sea por compensar el bajísimo nivel de actividad que dicen que gastamos en nuestro país. Y los collares y pulseras, sin son de estos hippies de los que yo uso, que además de lindos son baratitos, también los puede dar por conseguidos. Por lo que se refiere a los tratamientos, mujer, estoy seguro de que usted no necesita ni el más mínimo retoque, y tanto el agua, como el chocolate y el caviar mejor se los zampa que se los aplica. Le sentarán mejor.

En lo de viajar (viaje, viaje, viaje…), con los límites económicos preceptivos, me tiene usted a su entera disposición, pero no para pagarle el viaje, cuidado, sino para acompañarla un ratito en mi alfombra mágica, medio de transporte que otra mucha gente desprecia incomprensiblemente. Y créame que en los viajes me transformo en una de las personas más felices que pueda conocer, pregúntele a mi gente…

En fin, Doña It de mis entretelas, he de confesar sinceramente que me encantan sus intervenciones, que ya las estaba echando de menos, que me asombra usted no porque con su inteligencia crea en Dios, sino al revés, que creyendo en Dios sea usted tan sensible e inteligente, y tan naturalmente divertida… Y tan gamberra, por qué no decirlo. Es usted, más que una muestra de las posibilidades divinas, la demostración de que Dios no las tiene todas consigo. Y por último, querría rogarle que se prodigara mucho más por estos lares, e incluso que hablara menos de adolescentes y mucho más de usted misma, que yo sé que usted sabe que para dar hay que tener, y para tener hay que sembrar en uno mismo, y usted siembra y tiene, y está muy feo que se lo guarde casi todo y no lo comparta. Que le mando un anónimo a Dios y se le cae a usted el pelo… o el cabello de ángel, por mejor decir. :-p

Sir John More dijo...

Verás tú la fila de pedigüeños altruistas que se me va a formar en la puerta del blog... Menos mal que, como soy trabajador social, tengo yo una cintura para los pobres... Pues no practiqué yo nada quitándoles a los políticos la chusma de encima de la alfombra roja...

Me quedo con el beso, Respi, aunque si It se retrata y me manda unos milloncejos te juro que me sacrifico y me voy contigo a Corfú o a donde haga falta.

Elena dijo...

"Feliz soñé anoche
que mía era,
mi alma,
que alegría tan grande,
mi alma, si verdad fuera
que el sueño que yo tuve,
mi alma, se me cumpliera.

La ilusión de la vida
es un momento,
mi alma,
que sino se aprovecha,
mi alma,
son sufrimientos,
y yo quiero vivirla,
mi alma, siempre contento"


Besos!

leo dijo...

Vaya tela, jajajajaja. Pero vayamos por partes.

1- Qué maravillosa, entrañable entrada. Un poco tristona, sí, pero ¿passssssa algo? La vida es lo que tiene, a veces.

2- ¿Quién da la vez para la fila de pedigüeños? Mi caprichito ahora es hacer un crucero, por los fiordos noruegos, a ser posible. Lo suelto por si aca, oyessssss, que el demonio las carga.

3- Yo también me parto con It. Olé.

luna llena dijo...

a mi las menudencias me recuerdan k estoy viva...besos de luna

Serendipia dijo...

Cuántisimo tiempo sin pasar por aquí.
Me aleeegra ver que sigue siendo tan genial como siempre mm... ¿cómo te llamo?
:)

Ale dijo...

...Albricias y Menudencias de las coyunturas navegando entre cotidaneidades y zurruscos...

Sir John More dijo...

Grande el Camarón, ¿eh, Elena? Y el flamenco en general... Y la sabiduría popular... Beso sin tonterías.

Pues mira, Leo, podríamos hacerlo de otro modo (porque si esperas que yo sufrague con mis posesiones un viaje tan caro...). Pasamos la gorra en tu blog y el mío, y nos vamos a ese sitio maravilloso que más de una vez deseché por los precios que se gastan los noruegos... Besos de altura.

Ay, Lunita, qué razón tienes. Las menudencias, las minucias de esta vida, o como decía un ser mágico que conozco, las minuencias son las que dan un poco de sentido a todo esto, sin duda...

Amapola querida, cuánto tiempo, es cierto... Tú me puedes llamar como quieras, incluso quitarme el título de caballero... :-). No tardes en pasar de nuevo. Un beso.

A veces, Ale, el mundo salvaje de los laberintos y la aventura me parece tan lejano. Entonces las menudencias, incluso un pequeño mendrugo de cariño puede saber a gloria. Ciclos que van retorciéndose con el tiempo hasta no sé dónde ni cuándo... Como tu imagen, justo como tu imagen. Besos

Lula Fortune dijo...

¿Quieres jugar? (Ven por mi blog)
Por cierto, peazo canción!
¿Sabes que abrieron "aquí" una Taberna Andaluza? Si no miras para afuera, casi crees que estás "ahí".
Pero no te preocupes, no te llevaré cuando vengas ;)

Anónimo dijo...

Hola! Soy visitante esporádico pero, asegúrame que este divertidísimo toma gamberro y daca dialéctico es corriente por aquí y me paso todas las noches, te lo juro. Ultimamente, me ha encantado tu post "La Cultura y el Vómito". Enhorabuena. Y qué te voy a decir de Camarón, peregriné a su tumba en aquellos días para llorarlo. El flamenco me lo metió de chico mi abuela materna, trianera de calle Betis y sorda como una tapia, a base de decibelios: su menos mermada oreja pegada al transistor a toa leche a mediodía, Radio Vida, creo recordar. Pásate por la retrospectiva de Ricardo Cadenas en la Sala de Exposiciones de Cajasol de Plaza San Francisco, de lo mejor que he visto últimamente. Un abrazo.

Sir John More dijo...

No, no, Lula, soy de los que se emocionan cuando, lejos de su tierra, oyen hablar de ella o pisan algún trocito suyo a la deriva. Además, tras el segundo vino o la segunda cervecita, me lo paso bien en casi cualquier sitio... Besos calurosos.

Gracias Sean O'No por tus palabras. Me alegro de que hayas disfrutado con este rifirrafe gamberro, debido sobre todo a la participación de la Señora It, verdadero (y adorable) peligro allá donde vaya. Coincidimos en la cuna de nuestros ancestros y en la importancia de la abuela, porque la mía también me enseñó mucho. Visitaré esa exposición que dices; tenía previsto ver la de fotos del Alcázar, así que trataré de matar dos buenos pájaros de un solo tiro. Un abrazo y espero que te sientas por aquí en tu casa.

Luis López dijo...

Extraordinaria "doble" compañía. Enhorabuena. A disfrutar.

Anónimo dijo...

Los viajes que emprendemos sin saberlo, son misteriosos como uno de los Nocturnos
El oleaje seguirá golpeando la quilla de la nave donde navegamos, aunque pueda pasarte que no halles el aliento que tanto extrañes, y te falta.

La foto sobrecoge.