lunes, 16 de junio de 2008

Niños

DragónDesde el autobús, camino del trabajo, veo a Dani y a su madre. Es un chaval de trece o catorce años, demasiado bajo para su edad, y con un rostro de niño malo que se diría ya de delincuente. Carga con una mochila, que rehace un poco su imagen de niño. Permanece en el borde de la carretera muy serio, mientras su madre, una mujer avejentada, con aspecto de antigua prostituta, charla sin descanso y sin mucha esperanza de iniciar una conversación con su hijo. Dani es un chaval que espera cumplir la edad reglamentaria para poder abandonar el instituto. Repite curso, y ni mi hijo ni el resto de sus compañeros se relacionan a gusto con él. Dani es expulsado en casi todas las clases, y para los profesores encarna el típico caso sin remedio. Observándolo ahora junto a su madre, quiero imaginar las piezas que faltan en el rompecabezas de este chiquillo, en ese rompecabezas que a todos nos importa un absoluto bledo. Y luego pienso en la grandeza de nuestra convivencia democrática...

12 comentarios:

Ruth dijo...

Siempre que leo estos casos, pienso lo mismo: con trece años, ya es tarde. A este chaval había que haberlo cogido antes, ayudado antes, apartarlo de todo lo que le hace mal antes. Ya es tarde.
Lo siento por Dani, que sólo tiene la más ínfima parte de culpa. El resto de su clase, ninguna.

Sir John More dijo...

Querida Ruth, en una sociedad que se rigiera por la humanidad y no por el poder y el dinero, incluso este caso no estaría del todo perdido. En esta sociedad en que vivimos, regida por la mentira y los intereses de cuatro mangantes, incluso niños y niñas bastante más jóvenes que Dani llevan escrita la condena de un futuro despreciable en sus pequeñas frentes. Por eso, personas como tú hacen mucha falta. Un beso.

Francisco Sianes dijo...

A mí, sin embargo, me da muchísimo miedo asignar "culpas" inconcretas (o responsabilidades, como queramos). La libertad es un concepto que manejamos, quizá, con un exceso de arbitrariedad. También nuestra indignación.

En fin, no es éste quizá lugar para desnudar mis vacilaciones.

Un abrazo.

Carmen dijo...

Más tarde, cuando pasen años, quizá muchos se pregunten por qué no se hizo nada con Dani cuando aún se podía. No sé cuándo se puede, ni quién puede... pero una sociedad como la nuestra tendría que poder. Con mi hijo estudia Jesús, también repite, y no consigue amigos a fuerza de hacerse el interesante, el duro, el borde,... cuando lo que reclama a gritos es aceptación del grupo.

Sir John More dijo...

Claro, Francisco, pero todos tenemos, de una u otra forma, algún tipo de responsabilidad en estos casos, si no directa, sí indirecta manteniendo el sistema que produce estas situaciones. A veces somos víctimas del sistema, otras lo sostenemos descarada e interesadamente. No sé si puedo hacer algo por este chiquillo, pero sí sé que puedo analizar con más conocimiento de causa los procesos que conducen a estos casos. Y contarlo aquí no resuelve gran cosa, y mucho menos indignarme con indiscutible arbitrariedad, pero hablar de ello ya es un paso. Abrazos.

Sir John More dijo...

Ésa es otra, querida Carmen, ¿cómo luchar contra esa estética (y esa ética que la soporta) impuesta por los medios de comunicación y la cultura papanatas de nuestras televisiones y nuestros best sellers? Hoy mismo vi en primer plano del telediario a un individuo que, cogiendo una cajita de ritmos, trenzando cuatro sonidos tontos y repitiéndolos hasta la saciedad, y luego soltando encima un puñado de ripios supuestamente transgresores, transmitía esa estética cani de Seat Ibiza tuneado, postura chuletona, salivazo fácil y mente vacía. El menda se ha hecho famoso y transmite con alegría y rostro duro sus códigos vitales a la buena juventud de este país. Y no es que esta cultura idiota fomente la incomunicación de padres e hijos, que eso tiene su época obligatoria en el crecimiento del joven, sino entre ellos mismos, ahondando además en los moldes machistas de siempre, donde los tíos son machos invencibles y las niñas escaparates con patas. En fin... Besos algo pesimistas.

Anónimo dijo...

Yo también creo que todos somos responsables. Por lo menos de alguna manera, por acción, o por omisión. Lo que no creo es que dependa de un sólo factor, y lo que menos creo todavía, es que haya mucha gente interesada en implicarse hasta ese punto.

Seguramente por eso así nos van las cosas en general.

Beso.

Sir John More dijo...

Implicarse, en una sociedad con los valores que hoy rigen, es de locos o de santos. O más bien de gente con ambas virtudes juntas. Besos, Respi.

tita dijo...

Me gustariá pensar que no es tarde, que con 17 tampoco es tarde, que soy una madre de un chico de 17, que no quiere estudiar, que repitio curso, que pidio ayuda a la orientadora y no estan enviando a Grantia Social, que no se por donde tirar...
Mi propuesta, que empieze a trabajar y termine la ESO en una academia.
Que piensas...?

Sir John More dijo...

Bueno, Esperanza, no soy el más indicado para aconsejarte, porque precisamente me encuentro también en el ojo del huracán, con días más optimistas y otros, como el de hoy, que me comunican que ya son dos las asignaturas para septiembre de mi querido hijo mayor, más pesimistas.

No obstante, yo confío casi ciegamente en que el trabajo que hemos hecho con ellos durante todos estos años va a acabar sirviendo, que los dos serán chavales responsables, de una u otra forma. Tal vez estemos ligando demasiado el éxito en los estudios con la felicidad básica en la vida, pero a mí me parece que de momento ellos tienen que llegar a cumplir con sus responsabilidades académicas, porque no todo en la vida consiste en ser buena persona: el saber también nos hace mejores personas. No obstante, la edad, las hormonas, las circunstancias repugnantes de esta civilización consumista e imbécil que nos rodea por todos lados influye demasiado en ellos, y por ahí sí que estoy preocupado.

En tu caso creo que yo haría eso, aunque cuidando mucho de que no acabe gustándole trabajar de cualquier cosa porque eso le permita comprarse el cochecito macarra y convertirse, así, a lo bruto, en un ser independiente, porque lo mismo encuentras efectos perversos en la medida. Yo seguiría combinando, como hasta ahora, una apertura mental grande y unos modos absolutamente irreductibles de padre que no es amigo sino padre (madre en tu caso). Bueno, ánimo, pero imagina siempre a tu hijo como siempre fue, pequeñito y adorable, y encontrarás fuerzas para comértelo, en el peor y en el mejor sentido de la palabra. Un beso y mucha suerte.

tita dijo...

Muchas gracias por tu respuesta, necesito un poco de luz.

Sir John More dijo...

Se me olvidó decirte. No dejes de visitar el cuaderno de nuestra amiga It. Lo tienes ahí al lado. Se llama SOS, vivo con adolescentes. It es un bichillo terrible con unas ideas magníficas y una paciencia infinita con los adolescentes. Seguro que te da un poquito de esa luz... Suerte.