miércoles, 10 de octubre de 2007

Qué hartura de elegidos

Sólo un malnacido dudaría que el Holocausto fue una de las peores calamidades en la historia reciente de la humanidad. Arendt, Levi, Borowski y otros muchos nos han dibujado la escena del terror sistemático, de la despiadada capacidad de organizar un genocidio que toda una sociedad esgrimió contra más de seis millones de personas, la mayoría de ellas judíos. Y sólo un desalmado podría no conmoverse con aquellos hechos y, a continuación, no hacer todo lo posible para que no vuelvan a producirse.

No obstante, artículos como el que Daniel Jonah Goldhagen publicó hace unos años en El País, nos vuelven a recordar que no todos se conmueven de la misma forma ante semejantes sucesos. Este historiador, al parecer muy criticado en el ámbito académico por su falta de rigor científico y su gusto por el protagonismo, nos recuerda por enésima vez lo que todos los gentiles, descendientes de sus torturadores y perseguidores, les debemos a los judíos: alemanes, franceses, daneses, holandeses, polacos, suizos, y por qué no españoles, porque en España también combatimos a los judíos. Y lo que todos les debemos empieza, faltaría más, por el débito económico hacia el Estado de Israel.

Nadie debería olvidar la obsesión nazi por todos aquellos que poseían uno o más detalles judíos: entre las víctimas, unos practicaban su religión y se sentían profundamente judíos, y en otros el judaísmo era una característica familiar poco menos que olvidada, pero en general todos habían decidido ser alemanes, franceses, italianos… Es decir, la moraleja de aquel horror no es que no se repita más el holocausto contra los judíos, sino que no se repita más ninguna otra matanza, ya sea metódica como la de los nazis, ya sea repugnantemente aceptada como la de Oriente Medio, a la que contribuye fervorosamente el Estado de Israel. En el horror nazi murieron muchas personas: judíos y gentiles, judíos menos judíos, judíos nada judíos… y gracias a que no pudo continuar con sus planes, Hitler no exterminó a los polacos (judíos y gentiles), a los ucranianos, a musulmanes, a deficientes mentales, a sastres morenos y a prestamistas sin corbata.

Ya basta de dividir el mundo en judíos y no judíos, basta de utilizar el dolor y la muerte de tantas personas. Aquello pudo ocurrir en cualquier lugar del mundo, y fueron muchos los que colaboraron con aquel desastre, incluidos, no hay que olvidarlo, un buen número de judíos. Los alemanes actuales deben dar cuenta de sus acciones, pero no de la de sus abuelos, igual que los israelitas del futuro no deberían pagar por la hazañas de sus fanáticos guerreros actuales. Este puñado de fanáticos encumbrados en el poder, deberían dejar de utilizar políticamente el Holocausto, porque no se construye un mundo libre y justo bajo la diferencia intransigente de los libros sagrados y las armas, y recordándonos continuamente nuestra culpa de no ser judíos. Ese niño judío, ese niño asesinado por un despreciable delincuente, tenía el mismo derecho a la vida que cualquier otro niño, justo por ser niño y persona, no por ser judío. Estoy hasta el último pelo de los pueblos elegidos.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí los judíos me parecen muy "raritos", y que además se complacen de serlo. No me explico como un "pueblo" ha logrado a lo largo de la historia ser el centro de tantas miradas (y de tanto horror).
Pensaré en ello. (Del Ché paso, lo siento mucho, sir: esos mitos me cargan un poco. Sobre todo cuando los ves hasta en la sopa.)
Un besote grande.
(Te lo estás currando otra vez a toda máquina, ¿eh?)

Anónimo dijo...

Creo que cada vez somos más los que empezamos a sentir esa saturación, ese hartazgo. Hay ciertos asuntos, ciertos "elegidos" con los que nos martillean a diario; algo que se me antoja de una terrible injusticia para quienes están en iguales o incluso peores circunstancias. Particularmente, el famoso holocausto -acaparado, como bien dices, por un sector de los allí masacrados-, con sus películas infinitas y sus libros infinitos y sus museos infinitos y sus lamentaciones infinitas resulta irritante. Máxime cuando ahora ellos mismos se dedican a lo que se dedican. Pero ese es el poder inmenso del dinero: con él se logra echar tierra sobre las mayores atrocidades y se mantiene viva la llama de ciertas víctimas perpetuas. Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?

Sir John More dijo...

Mi querida Leo, el pueblo judío, así en general, como pueblo, ha sido siempre un pueblo curioso, extraño, aunque pienso que hay muchísimos judíos repartidos por el mundo que ni se sienten elegidos ni son en los hechos más judíos que tú o que yo. Creo que habría que diferenciar entre el gobierno israelí y los judíos (entendidos como raza), e incluso entre el gobierno israelí y el pueblo israelí, donde afortunadamente hay algunos elementos (no la mayoría, aunque tampoco son pocos) muy contrarios a la política de sus mandatarios. De hecho, más que un defensor de la causa israelí, el gobierno israelí es hoy un pieza esencial que vela por los intereses económicos norteamericanos (coincidentes con los suyos) en Oriente Medio.

Sobre el Che, creo que este hombre no tuvo culpa de que se creara ese mito superficial sobre él. De hecho, si hubiese sido su intención ser un mito, no habría cometido todas las imprudencias que cometió, y que al final le llevaron a una muerte bastante inútil; en vez de ello se habría mantenido como colíder de la revolución cubana. Creo que su vida, con todos los elementos discutibles que apunté, nos puede enseñar muchas cosas. Besos mil.

Querida Ana, en otro sitio apunté un detalle sobre esta hartura que comentas: La lista de Schindler. Su último cuarto de hora convierte en un panfleto llorón y propagandista lo que hasta entonces me había parecido un documento magnífico sobre el horror al que es capaz de llegar el ser humano. Convierte una obra de arte en una cansina sarta de consignas, a unas víctimas con razón en un puñado de gente interesada en eternas indemnizaciones morales y en la venganza perpetua contra todos los gentiles. Y aun así, llega Polanski con El pianista y notamos que todos esos lamentos interesados no son capaces de evitar que disfrutemos con una fascinante historia de dolor humano, donde los seres humanos son seres humanos, y no judíos ni alemanes ni otra cosa que seres humanos. En fin, me sereno para enviarte un beso profundamente humano.

Maritornes dijo...

Perdonad, es que los judíos SON el pueblo elegido. Que no es coña, y que no me lo invento yo. Hablo en serio. Existen miles de religiones, culturas y creencias. Pero la judía se considera "el pueblo elegido de Dios". Madre mía, ¿cómo no van a ser raritos? Imaginaos por un segundo que verdaderamente os creéis "elegidos". Eso condicionaría vuestra vida de un modo que no alcanzo a comprender.
Hay un sano ejercicio (aunque muy desazonador) que es leer el antiguo testamento. Es apasionante. Pero se entienden muchas cosas. Se entiende la violencia, se entiende la prepotencia y se entiende que sean tan pesados. Porque mira que son pesados. No, no me gustan mucho, la verdad. Pero como muy bien dice sir John, hay que saber diferenciar. El estado de Israel es algo así como Abraham pertrechado de tanques último modelo. Vamos, el súmum de los "elegidos". Las personas de a pie... son otra cosa que me gustaría mucho conocer.
Mmm, por cierto, que me gusta que vayas al meollo de las cosas, sir John. Últimamente ando cansada de misticismos. Muy interesantes las cosas que escribes. Aunque discrepe, fíjate tú. Del Che nada bueno que decir, lo siento. Me pasa un poco como a Leo.
Muchísimos besos.

Anónimo dijo...

Leí tu comentario en " diario de un pasado" y quise ver tu blog e invitarte al mío, pero ah, pero no me agrada lo que dices sobre los judíos. Soy nieta de cuatro abuelos de cuatro religiones distintas y creo que puedo opinar ¿ verdad? Anna

Sir John More dijo...

Bienvenida, Anna. Claro que puedes opinar; incluso si tus abuelos tuvieran la misma religión, o simplemente no tuvieran ninguno religión, podrías opinar sin ningún problema. Me quedo con las ganas de saber por qué no te agrada lo que digo de los judíos. No obstante, y aunque no sé si me invitas o no, y si no te importa, pasaré cuando tenga un rato por tu blog. Un saludo y bienvenida de nuevo.

Sir John More dijo...

Uy, perdona, Maritornes, pero con esto de la moderación de los comentarios me hice un lío y te publiqué tarde... Bueno, nada, que tus visitas son muy interesantes, de veras, aunque del Che te digo lo mismo que a Leo. Creo que su vida, aunque se discrepe de lo que hizo, e incluso se le considere como un malvado, puede mostrarnos muchas de las incoherencias entre las que vivimos. Nada, que dejes más huellas de tu visita, que esto se enriquece una barbaridad. Besos.

Raquel dijo...

Sí, hay que hacer todas esas distinciones entre judíos, Israel, estado, pueblo... Convivo bastantes judíos aquí y entre ellos mismos, hay muchas diferencias. Es un tema complicado. Sin embargo, no es nada complicado sumarme al comentario de que sí, demasiada saturación, demasiadas películas y reinterpretaciones que a veces se nos olvida que son eso mismo, reinterpretaciones mediatizadas y pensadas para la gran pantalla.

M. dijo...

Que alguien nos salve, en efecto, de los pueblos elegidos.

Citas a Primo Levi. La más hermosa declaración de amor que leí nunca pertenece a él: "Auschwitz se llevó a un millón de seres humanos y a una mujer que yo llevaba en el corazón".

Un abrazo.

Tawaki dijo...

Yo pienso que una cosa es recordar el Holocausto para que no vuelva a suceder y otra muy distinta utilizarlo como arma arrojadiza.

Como ya dije en una ocasión, no entiendo por qué los alemanes de hoy tienen que pedir perdón por lo que hicieron otros alemanes, de ayer.

Anónimo dijo...

Esmás fácil quedarnos con lo que nos dan ya pensado, que pensar por nosotros mismos, con lo que cansa... ;P

Elegido. Líbrenos señor...

Beso, Sir.

Sir John More dijo...

Creo que Manuel da un poco con la tecla, citando a Levi: lo triste no es que se cebaran con el pueblo judío (y cualquier rédito que dicho pueblo saque de este triste episodio de la historia debería avergonzarlos), lo realmente horrible de la historia es que mataron a personas, con nombre y apellidos, con sentimientos, con familias. Cualquier desgarro que un padre o una madre sintiera al ver que los separaban para siempre de sus hijos vale más que toda la historia del pueblo judío. A eso voy. Me dan el mismo asco todos los monoteísmos, sean proselitistas como el cristiano o el musulmán, sean excluyentes como el judío, porque todos pretenden dominar el mundo con su fuerza o sus ideas obsesivas en nombre de un supuesto ser supremo. Pero dicho esto, jamás se me pasaría por la cabeza que cualquiera, sea judío o palestino, musulmán o ateo, fontanero o periodista, pueda tener menos derechos que otra persona.

Gracias a todos por vuestros comentarios. Me demuestran que cualquier tema puede ser sometido (elevado) al sentido común.

Anónimo dijo...

Cosas que pasaron a la historia, y que como tal deberían quedar, se recuerdan constantmente para que el odio no se acabe. Igual pasa con nuestra guerra civil.

Como tú bien dices a las personas de nuestra generación sólo se les debe juzgar por sus propios hechos, no tener que cargar con herencias con las que quizá no esté uno de acuerdo.

Un beso.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente se llevaron a millones de elegido con una estrella, les quitaron, primero la dignidad y luego la vida de una manera infame.
Que no se explote, que no se olvide, no debe olvidarse tampoco Ruanda, Kosovo, Chile, Argentina y tantas matanzas provocadas por el ser humano.
Y debemos empezar por nuestra casa, unos/unas pensarán que es para que el odio no se acabe, otros/otras, entre las que me incluyo,pensamos que debe hacerse, por una razón muy sencilla, por la dignidad de aquellas personas enterradas en fosas comunes y sus familias. No debemos olvidar que nuestra guerra civil, fue la obra de un golpista.

Saludos.

amart dijo...

Encomiable el poso de filantropía que destilan los comentarios. Me sumo a la mayor parte de ellos; sin embargo, tal como lucen los telediarios, siento que predicamos en el desierto. No veo que quienes pueden quieran cambiar esto, aunque quienes quisiéramos no podamos.

Anónimo dijo...

Sinceramente, no entiendo que una persona diga que le cae mal Vargas Llosa y, en cambio, tenga al Che como un ídolo.
Tus palabras:
"Pero nadie le podía negar que creyó en lo que hacía, ni su valor desmedido ni la fuerza que transmitió a tantos, tantos seres que, incluso tras dejar de creer en él, se sentían deudores de esa fuerza."

Son tan aplicables al Che como a Hitler:
Hitler creía en lo que hacía, ¡vaya si creía!
Respecto a lo del valor, es más difícil de creer en el genocida alemán, pero fue condecorado por una acción de guerra en la Primera Guerra Mundial. ¿Acaso es más valiente el Che? quizá sí, sobre todo cuando mataba, él, directamente, a "mariconzones" e, incluso, testigos hay de ello que lo han contado, a un niño de 12 años. Por supuesto, todos ellos presos y desarmados. Unos asesinos, los dos.
También transmitió mucha fuerza Hitler a muchas personas, si les convenció de invadir Europa y masacrar a personas inocentes, alguna capacidad de convicción tendría, ¿no?
¡Ah! y también hay mucha gente que, muerto Hitler, siguió sintiéndose deudora de su fuerza: neonazis se llaman.
Frente al literato, a la palabra, e guerrillero, el hombre de armas convertido en mito por la misma izquierda estúpida e irresponsable que justificó el estalinismo y que babeaba impúdicamente ante la imagen del "Gran Timonel".
Allá cada uno con sus mitos, colega, pero igual te convedría leer alguna biografía del Che que no fuera una mera hagiografía.
Las tonterías que hay que ver, colega.

Sir John More dijo...

Querida Sakkarah, bienvenida a este rincón. Es cierto que el olvido nunca fue medicina para nada, sino por el contrario una forma de facilitar la repetición del horror, pero a lo que me refiero en mi texto es a que el continuo y variado recordatorio sobre el holocausto comienza a ser ya un poco mareante, que dan ganas de exclamar: “¡Vale, ya sabemos lo que le pasó al pueblo judío!”. Más allá, hay ciertos individuos, e incluso algún estado, que no paran de aprovecharse directa o indirectamente de la historia, y por eso incido en el hecho de que hay que mirar los hechos históricos desde el punto de vista de las personas, y no desde el del destino de la colmena. Como muy bien apuntas, debemos decir no al olvido, pero sí a la posibilidad de rehacer nuestro presente. Un beso.

Por supuesto, Luna, por supuesto, insisto en que es necesario no olvidar, pero la historia de nuestra Guerra Civil tiene un componente distinto que la del Holocausto nazi: se sabe muy poco, se reconocen pocos actos criminales, y se siguen tratando de ocultar muchos crímenes, mientras miles de personas reposan en las fosas comunes sin la más mínima esperanza de justicia, aunque sea luego de su muerte. En el Holocausto andamos ya parándonos en los detalles más horrendos, que vuelvo a decir que es necesario conocer, pero cuando el llanto se convierte en interés comienza a dolerme el estómago. Como dices, nada de odio, pero tampoco olvido. Y yo añado: luego, una vez se aclaren las cosas, nada de tratar de rentabilizar lo sucedido. Besos y encantado de tu visita.

Más razón que un santo, Amart: todo indica que seguiremos eternamente con la historia. De nada sirvió, por ejemplo, lo que Primo Levi nos enseñó con su vida. Hay tipejos que son capaces de venderte el alma…

A ver, Más Mitos. Realmente el tono de tu mensaje no invita a darte la bienvenida, ni siquiera a responderte, pero ando ya viejo para enfadarme por tan poca cosa, así que te responderé, a riesgo de cansar a los amigos que visitan este cuaderno, que te recuerdo es absolutamente personal, y como tal, un lugar donde tengo la libertad de expresarme como me venga en gana, claro.

En primer lugar, no sé de dónde has sacado eso de que para mí el Che sea un ídolo. Si es de esas palabras mías que citas a continuación, tengo que concluir que tu habilidad para descubrir mi subconsciente resulta pasmosa. Pero aunque no sea un ídolo, y aun admitiendo todos esos asesinatos que dices que cometió, no tendría yo tan claro eso de que el amigo Vargas Llosa sea mucho mejor que el Che. No sé si apoyar, desde su cómoda y limpita atalaya, a un gobierno que masacra a niños y demás gente indefensa allá donde sus intereses se ven comprometidos, y además con una eficacia que no tuvo el Che ni toda la revolución cubana en su conjunto, a un gobierno que basa toda su industria armamentística, manejada por sus amigos, en la instigación de guerras en medio mundo, donde mueren miles de personas; a un gobierno que se niega a promover la más mínima mejora del medio ambiente en el mundo, y que en pocos años va a acabar con todos nosotros, no sé si apoyar a esta gentuza es mejor o peor que lo que hizo Guevara. Lo que digo en mi texto, algo que tú no has leído bien, es que el valor de este hombre fue realmente admirable, pero date cuenta que para descalificar el uso que el Che dio a ese valor no me voy siquiera a los asesinatos que tú dices que cometió, sino que ya los deploro en el simple hecho de la dejadez con la que trató a sus mujeres e hijos. Uno puede aprender el valor del coraje, de la audacia y del esfuerzo en los rincones más impensables, y aprender también dónde están bien usados y dónde no.

Pero déjame decirte que tu subjetividad con el Che y con las izquierdas en general (verás que también hablo de la papanatez de las izquierdas) resulta algo sospechosa. Mucho más cuando comparas la figura del Che con la de Hitler (curiosamente, no dices nada de Batista). Deberías leer más de historia, y si has leído mucho, deberías releer con más atención o elegir mejor los textos (no serás un aficionado a Don Pio Moa, ¿verdad?). Hitler asesinó de forma premeditada y organizada a seis millones de personas, y destrozó la existencia de muchas más. El Che aplicó una ley severa y sin duda injusta con algunas personas, pero, aunque no sirva de excusa, luego de jugarse su propia vida para quitar del poder a un gran hijo de la gran cabra que abusaba de su pueblo y que cometió un número de asesinatos que ni siquiera el propio Che, en ese afán asesino que le presupones, pudo soñar nunca cometer. El Che, luego de aplicar la ley de la revolución (más que discutible y, vuelvo a decir, a todas luces injusta), se marchó de Cuba para seguir luchando en países donde las dictaduras campaban a sus anchas, gracias al apoyo de ese gobierno que Vargas Llosa defiende en cada uno de sus artículos y en tribunas que llegan a todo el mundo. El Che murió luchando por una justicia en la que él creía. Deberías leer más sobre Hitler, querido Más Mitos, porque entenderías que Hitler nunca creyó en lo que decía: era simplemente un hijo de puta, un tipo que se moría por el poder, y que si hubiera asistido a una sola de las cremaciones que fomentó, se hubiera desmayado del susto, es decir, un gran cobarde. Si quieres seguir creyendo que todo esto que digo es porque el Che es un ídolo para mí, entonces no hace falta que siga diciéndote nada.

Pero antes me gustaría aclararte otra tontería en la que incurres en tu texto. Hay mucha gente, jóvenes sobre todo, que muestran la imagen del Che y con ella quieren indicar su rebeldía, su deseo de un mundo mejor, precisamente la necesidad del valor y de la lucha por las causas justas. Por supuesto, pocos de ellos han leído nada sobre el Che, y cuando lo leen la mayoría comienza a dudar sobre la oportunidad de poner este póster o llevar aquella chapa; pero ni tú ni nadie les puede hurtar la buena fe. No sé si eres joven o si lo has sido alguna vez, pero la juventud nos lleva a estas cosas: la ilusión predomina siempre sobre el conocimiento, y cuando esa ilusión se encamina a un buen objetivo, la ilusión por sí misma es una virtud, que luego se irá limando con los años. Comparar a esa panda de descerebrados sin pelo, que levantan los brazos con ansias de machacar a todo aquel que no está de acuerdo con sus estúpidas consignas, comparar a estos malnacidos con toda esa gente que luce la imagen del Che, una hoja de marihuana o el rostro de un Jesucristo hippy, demuestra a las claras el odio que sientes por todo lo que suponga cambio.

Mira, hace muchos años Fernando Savater me sorprendió en su Panfleto contra el todo largando de lo lindo contra las teorías marxistas, o más bien contra su materialización en los distintos regímenes socialistas y comunistas que habían existido. Desde entonces fui comprendiendo que esa ilusión juvenil que te decía antes debía estar informada, y desde entonces comencé a ser menos ignorante y también menos joven, claro. Ello, entre otras cosas, me impide ahora aplaudir tus palabras poco civilizadas, colega, y recomendarte que te serenes y que pienses un poquito las cosas antes de decirlas. ¿El Che un asesino? Bien, claro, pero lee con serenidad, anda… Saludos

La meva paraula dijo...

La história es cíclica. Todo se repite y, en muchas ocasiones, con las mismas caras y personajes.
Los judios, apoyados por intereses puramente económicos tienen manga ancha para "trabajar".
Aun así, deberiamos saber exactamente que cantidad de israelitas estan a favor de este camino abierto, camino de sangre, mejor dicho.
Pero, cuidado, no hay que marcharse tan lejos, hoy, hace 67 años se fusiló al un presidente en nuestra "Iberia". Las tropas franquistas, dispararon no solo contra el cuerpo de Lluís Companys, dispararon contra toda Catalunya.

Sir John More dijo...

No sé, Carles, cada vez me siento más lejos de todas las palabras que designan un colectivo. Cada vez creo con más fervor en el individuo, y por eso las etiquetas, estén más o menos aceptadas, me gustan menos. Pero entiendo que hay veces que son de alguna utilidad... Un abrazo.