sábado, 6 de octubre de 2007

Mamá

La calle de tumbas, en ese juego de contrastes de la mañana, me transporta a aquella otra calle de casas humildes con tejados de uralita, en cuyo pavimento roto e irregular yo jugaba muy de pequeño, mientras ella se atareaba criándonos y probablemente embelesada con nuestra indefensa existencia. ¡Cómo me gustaría ser capaz de recordar sus gestos de aquellos días, verla mirar al niño que fui con la ternura sólida y perfecta con la que ella, muchos años después, solía mirar a sus nietos!

El rocío no hace mucho rato que ha dejado de caer, y ha salpicado el mármol blanco de minúsculas gotitas que son como el rastro del amanecer. No hay duda, ella no merecía esto, la vida le negó la justa recompensa. ¿Qué me importan las verdades biológicas, las evidencias fisiológicas ni todos los descreimientos del universo? Ella empezaba a visitar el mundo, y ahora todos sus viajes quedaron cancelados. Cuando la vida comenzaba a pagarle todo lo que le debía, la muerte odiosa y abusiva se interpuso con su última, amarga palabra.

Siento su cercanía física, porque ella descansa ahí, a un par de metros, y me asalta un deseo intenso de abrir el tapamento de la tumba y abrazarla, porque la pienso como la última vez que la vi, justo antes de que alguien cerrara definitivamente la cortina de la habitación del tanatorio, o mejor como estaba antes en su cama, quieta y fría, pero abrazable. Y por eso querría subir a la tumba y apartar el tapamento, y alcanzarla y acariciar su rostro, esos rasgos sin los que ahora no sería nada. ¿A quién le importaría? Estoy solo, rodeado de muertos, leyendo “el 6 de diciembre de 2006, a los 70 años”, y ella ahí, tan cerca… Alguien debería abrazarme, alguien debería abrazar a todos los que descubren el sentido del llanto.

El humo de una hoguera, donde queman restos de viejos ataúdes, se interpone entre el joven sol y nosotros. Un avión pasa cantando la canción de los viajes, ajeno al bosque de cruces. Ella estaba descubriendo el mundo, y ahora cada lugar que rocen mis ojos dejará una punzada en mi pecho. Las lágrimas no son suficientes, nunca serán suficientes, pero su nombre y su historia gigante se han quedado a vivir en mi abrazo.

Sé que ella nota la vibración de esos golpes sobre el mármol, tengo la certeza de que ella sabe que con esas pequeñas palmadas sobre la piedra fría de su última casa le ando diciendo adiós, hasta muy pronto, mamá, volveré a visitarte muchas, muchas veces, porque sin ti no hubiera sido nada, porque sin ti ahora tampoco sería nada.

20 comentarios:

uminuscula dijo...

yo creo que será siempre abrazable.
seguro que tú también, Sir

uminuscula dijo...

ah, nuestro café, vendrá! no crees?
fue graciosísimo que me hablaras cuando estaba dormida. a que soy un desastre constante? hago esfuerzos por enmendarme.

Anónimo dijo...

Hace tres años perdí a mi madre. La perdí físicamente, pero nada más. Desde entonces hablamos a todas horas y jamás me deja una pregunta sin respuesta. Está dentro de mí, sólo lo supe cuando no sabía dónde encontrarla y miré hacia dentro. Ahí estuvo siempre. Ahí estará siempre.

Mira y verás, la tienes.

Beso.

Anónimo dijo...

Fue entonces que a fuerza de abrazarla tanto, comprendí la textura y el volumen de mis dedos. Cuando escribo, como hago ahora mismo, cuando un poco los voy deslizando por el teclado, miro mis manos, y ya no son más mis manos, son el presentimiento de mis manos, y de mis manos sobre mi abuela.

Hay certezas querido J. M. que se repiten no para recordarnos los contornos de una manos, de unos ojos, de una boca, sino lo que de los contornos queda. Y eso no se va, y eso no se oculta, no se entierra, no se apaga, no se incinera...

Te abrazo ... y en el abrazo dejo en ti mis dedos y mis certezas, dejo también la caricia de la abuela, sabiendo, teniéndolo por cierto, por verdadero, que no sólo te abrazo a ti, que no sólo te abrazo yo, con estas manos, con estos dedos.

Suya. C.

e-catarsis dijo...

Hay muchos tipos de abrazo
Las palabras también pueden rodearnos con su calidez intangible, el sonido de la voz cuando nos susurran también puede ser una caricia y en el caso de las madres el vínculo adquiere una trascendencia kantiana y traspasa culaquier límite así que yo creo que la estas abrazando continuamente
... todo es cuestión de querer sentir..
:))

Anónimo dijo...

No sé qué decirte, Juanma. Solo te mando un abrazo muy grande y cálido.
(Y no sé si te servirá de algo, pero pienso abrazar a mi madre, con quien vivo en permanente desacuerdo, en cuando la vea)

Anónimo dijo...

Soy un poco torpe para estas cosas. Me inmovilizo como una idiota, rebusco alguna palabra y todas están gastadas. Me quedo quieta con un nudo atroz atravesándome la garganta hasta que alguien me hace comprender con una mirada o un abrazo que es suficiente con estar ahí. Un beso desde el rincón, siempre observando.

Sir John More dijo...

Gracias a todos. En la tumba donde reposa mi madre también reposa mi abuela y mi tío, el hermano menor de mi madre. Cuando murió mi abuela, con mi tío y mi madre, propuse que en el frontal de la tumba pusiéramos una frase: "Para recordarte basta mirarnos el corazón, porque nunca morirás mientras vivamos". Mi tío, albañil, medio analfabeto pero una de las mejores personas que he conocido, y mi madre aceptaron la frase, tal vez sin entenderla demasiado. Yo no sabía entonces que escribíamos algo tan real... Besos de nuevo y un recuerdo especial para mi amiga Neves.

uminuscula dijo...

Sir, es domingo, once de la noche. Vengo a dejar otro abrazo, corpUsculianom corpUsculiano...

amart dijo...

Amigo Sir John, nada me gustaría más que darte un abrazo fuerte. No te conozco, pero te sé. La cara de tu madre dice mucho de ti.

Tawaki dijo...

Los padres, pero en especial la madres, terminan por sacrificarnos sus vidas en un gesto de amor que siempre comprendemos demasiado tarde.

No importa cuánto les demos, mientras están vivos o después de muertos. Nunca podemos reponer lo que nos dan.

Quizás la única forma sea volcarnos en nuestros hijos como hacen/hicieron ellos.

Tu entrada me ha llegado muy hondo. Yo he aprovechado para traer a mis padres a Londres mientras trabajo. Pero haga lo que haga nunca será suficiente.

Sir John More dijo...

Gracias a mi u preferida, la más marinera, la más diversa y mejor diseñada. Y a Amart porque yo también siento tu abrazo que, por otra parte, es otro regalo más de mi madre. Y a Tawaki, porque tienes tanta razón en lo que dices, y para que no cejes en tratar de que tus padres comprendan que su hijo les quiere y les reconoce todos sus esfuerzos. Gracias a todos.

Raquel dijo...

sir john, siempre que escribes sobre tu mamá el corazón me late con fuerza y las lágrimas se me agolpan con fuerza. Un abrazo grande para ti.

Anónimo dijo...

Sir, seguro que muchos gestos de tu madre hacía ti, son los mismos que recibe ahora tu hijo de su padre.

Un abrazo

Sir John More dijo...

Querida Raquel, nunca es tarde para descubrir el valor terapéutico del llanto, que va más allá del simple alivio... Un beso.

Ay, Luna, si hubiéramos podido preguntarle a mi madre en el último instante su última voluntad, nos hubiera respondido, sin ningún lugar a dudas, que cuidásemos mucho, mucho a sus nietos, que eran para ella, además de sus nietos, la extensión más viva de sus propios hijos. Esto que dices me lo aplico todos los días. Anteayer mi mujer me enseñó la cartera que empieza a usar mi hijo mayor para sus primeras salidas con los amigos, y el niño, un preadolescente a veces irritante, lleva sólo una foto, la de su abuela, y bien visible. Bueno, para el dolor nada mejor que el llanto junto a un vasito de orgullo mezclado con satisfacción paternal. Y de ahí a continuar su abrazo, el que ella nos dio todos y cada uno de los días de su vida... Un beso para ti y para Venus.

Anónimo dijo...

A pesar de que hace tiempo que te sigo, este post tuyo me llegó hondo.
Tal vez sea porque sé lo que es perder a seres queridos (mi padre, mi sobrino..)o porque al leerlo me puse totalmente en tu lugar y he sentido tu tremendo dolor.
Dicen que todo el que se va se queda eternamente dentro de nosotros. A mí no me consuelan esas palabras, por éso no te las digo. Yo, lo que realmente quiero es tenerlos de nuevo a mi lado físicamente.

Un abrazo en tu desconsuelo.

Sir John More dijo...

Bienvenida, amiga, gracias por estas palabras tuyas, muy lúcidas. Tal vez describes la razón por la que sigo y seguiré visitando ese lugar tan acogedor que es el cementerio, porque mi madre está allí tanto como aquí dentro. La palabra Mamá sigue volviendo loco a mi corazón. Ésta es tu casa. Un beso.

JuanJe dijo...

Sigo leyendo en tu silencio. Que vida esta....que injusta ¡¡_oder¡¡

sara dijo...

POniéndome al día contigo JUanma....no lo sabía.... estoy llorando por tí, por mí,por nuestras mamis.

Sir John More dijo...

Ellas disfrutarían mucho viéndonos reír, viéndonos vivir, viéndonos luchar por la felicidad de sus nietos y de todo lo que ellas querían. Su sangre corre por nuestras venas, eso deberíamos pensar cada cinco minutos... Pero llorar nos sana, sí, por eso gracias por tus lágrimas. Ahí van algunas mías a cambio... Un beso.