jueves, 4 de octubre de 2007

Velocidad para todos

Hasta hace nada, en Sevilla sólo se podía disfrutar de la velocidad a bordo de una Scooter o de un Ibiza tuneado, o en su defecto de algún otro vehículo de dos o cuatro ruedas con el único requisito de que el conductor renunciase a usar su cerebro. Hoy, gracias a nuestro Alcalde, todos podemos disfrutar de la velocidad de un modo más ecológico y sano. Y es que con ocasión de las últimas elecciones municipales, y luego de intentar en vano (o de ni siquiera intentarlo) mejorar el nefasto sistema de transporte público de la ciudad, nuestro preclaro alcalde quiso ganarse a jóvenes, ecologistas y gente madurita resistente a envejecer con una medida que nadie en su sano juicio puede discutir: comenzó a llenar nuestras calles de carriles bici.

Sin entrar en la indudable necesidad de ir disminuyendo el uso de coches y motos, y por tanto de la contaminación y el ruido (España y Japón son los dos países más ruidosos del mundo), sin pararnos en los modos salvajes de construcción de los carriles, ni en la conveniencia mayor o menor de los trazados, ni siquiera en la reducción feroz del ancho de las aceras, en las que los peatones nos sentimos poco menos que arrinconados, hay que resaltar uno de los mayores beneficios de esta idea: cientos de ciudadanos pueden ahora sentir el vértigo alentador de viajar a toda velocidad con su bicicleta por los sinuosos y verdes carriles de Sevilla. Un montón de gente decente puede experimentar la emoción de llegar a un paso cebra lo suficientemente rápido como para no poder parar en caso de que algún villano a pie tenga la insensata ocurrencia de cruzarlo, o la diversión suprema de sortear los árboles que salpican los carriles, asustando de paso a torpes ancianitos que no acaban de enterarse de que la ciudad se ha hecho por fin ecologista. Tendríais que ver las caras de muchos ciclistas, con el cabello al viento y la mirada fija en el horizonte, cruzando la ciudad como rayos verdecidos y oxigenados.

Parafraseando la primera ley fundamental de la estupidez humana de Carlo M. Cipolla (gracias otra vez, querida Ana), podemos decir que siempre e invariablemente subestimaremos el número de individuos estúpidos que circulan por los carriles bici de mi ciudad...

16 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi lo de los carriles bici me parece muy bien, pero antes habría que impartir también algunas clasecitas de educación vial a los cachondos/as de los/las ciclistas, que siguen subiéndose al sillín pensando que son peatones y que pueden (y deben) pasar por donde éstos pasan. Y lo que es más, que caben por donde éstos caben. Algunos hasta tocan el timbrecito ese insufrible para que te apartes y les dejes adelantarte en la acera (hay que joderse con los pesados de los viandantes).
Lo dicho: un poquito de educación. (No pediré sentido común, ¿para qué?)
Besos y perdón por la perorata.

amart dijo...

Muy bien, Sr. alcalde, pongámonos la chapita de ecologista en lugar bien visible, que me toca las narices pero vende, y se trata de vender. Si estos próceres nuestros dejaran de mirarse el ombligo alguna vez y abrieran el ojo de munícipe, que para eso les pagamos, se darían cuenta de que nuestras ciudades no admiten lavados chapuceros que las conviertan de la noche a la mañana en velódromos. Y no se me ponga como ejemplo Amsterdam, porque allí ya había más bicis que tulipanes antes de que don Henry fabricara el primer Ford-T.
¿Carriles bici? Por supuesto, pero fuera de las avenidas, al menos hasta que resolvamos la monstruosa invasión de coches. Y hasta entonces, mejoren ustedes el transporte público y déjense de estupideces progres.
Un abrazo, Sir, y mira antes de cruzar.

Anónimo dijo...

Prueba a echar unos clavitos en los carriles esos...

Sir John More dijo...

Totalmente de acuerdo con Leo y Amart, pero qué requetemalísima que es nuestra Ana... Como te escuchen las asociaciones prociclistas de mi ciudad ponen una foto tuya colgada del manillar pidiendo tu lapidación... Je, je...

Anónimo dijo...

Yo, que tengo como asignatura pendiente (para siempre ya) saber montar en bici, soy partidaria del carril bici, de la mejora de los transportes urbanos y de la progresiva reducción de coches en las ciudades. Pero más que nada, soy partidaria del sentido común, y hasta del sentido cívico. ¿Esos dos, para cuando?

Con tu permiso pasaré por aquí, Sir.

Saludo

Sir John More dijo...

Amiga respirante, no se puede expresar lo que pienso de forma más sencilla y directa que como tú lo has expresado. He estado tentado de aclarar que no estoy de parte de los peatones ni de los ciclistas, ni mucho menos de los conductores. De hecho, soy conductor (cada vez menos habitual), soy peatón (cada vez más habitual), usuario de los transportes públicos, y pronto puede que también lo sea del servicio de bicicletas del Ayuntamiento. Y considero que tanto entre los ciclistas como entre los peatones, conductores o amantes de la horticultura, hay un porcentaje de estúpidos y maleducados que no varía demasiado. Así que aplaudo tu concisión y tu claridad, y te doy la bienvenida y todos los permisos habidos y por haber para que pases por aquí con toda la libertad del mundo. Un beso.

Anónimo dijo...

Los carriles bici, están bien, no soporto la indumentaria de los nuevos ciclistas carrileros. agggg.

Saludos

FPC dijo...

No puedo creer lo que se ve en la foto... ¿los árboles por en medio? Me los van a estropear todos... acabarán por quitarlos porque estorban a los ciclistas...

Un abrazo.

Raquel dijo...

Vamos a trompicones tratando (si es que tratamos) de arreglar cosas y lo peor es que parece que quien toma las decisiones no lo hace de forma inteligente y no se piensan las cosas dos veces para hacer mejoras que sean duraderas y que a la larga beneficien a todos. En fin. (¿El carril bici es el verde donde están los árboles? No me lo creo.)

Sir John More dijo...

Os lo juro. He tomado la foto de una página donde comparaban el montaje publicitario previo de esta avenida (es decir, como decía el ayuntamiento que iba a quedar el carril) y la realidad pos-elecciones (la señal cerebro no es mía). Y lo peor no es eso, tendríais que ver, unos cruces antes, justo donde me bajo del autobús y cargan y descargan varias líneas de autobuses (todos atestados), el metro de acera que durante un buen trozo de avenida han dejado para que los peatones nos peleemos por un huequito. Por supuesto, el carril se llena de peatones, sobre todo de gente mayor que ya tiene bastante con poder andar por esta ciudad como para ahora sortear bicicletas, y muchos de los ciclistas (el porcentaje estúpido correspondiente de este colectivo) pasan a toda velocidad tocando sus timbres y cabreándose con todo quisque, en una pose reivindicativa de su ecologista y natural modo de transporte. Sigo diciendo que sí al carril bici, pero bien, construyendo la casa de abajo arriba...

Neves de ontem dijo...

Pues yo adoro Sevilla a pesar de todo eso. Hace más de un año que no voy, cuida a los naranjos, que no los estropeen los vándalos de dos ruedas, con lo bien que huele en primavera. Saludos.

Sir John More dijo...

Sí, Neves, los naranjos dan a Sevilla un algo especial, al menos en las dos o tres semanas de primavera de las que disfrutamos. Creo que tú eres de Extremadura, ¿no? Mi mujer es de Zafra, y hemos vivido en Las Hurdes y en Badajoz varios años. Nos encanta Extremadura... Un beso.

FPC dijo...

Y los jacarandás... no existe un azul igual. Cuídalos, sir, un abrazo, con nostalgia de tu tierra.

Sir John More dijo...

Vuestra nostalgia, FPC, me sirve para querer más a mi tierra, para perdonarle tantas cosas... Un abrazo, y prometo cuidar los jacarandás, o las jacarandas, como yo las llamo. El otro día aún encontré jacarandas florecidas muy cerca de mi casa...

Anónimo dijo...

Curiosa la alternancia en el uso entre jacaranda y jacarandá. En el sur de España y en Canarias se dice 'la jacaranda' y en el resto de la Península lo habitual es 'el jacarandá' (con esta forma lo recoge también una obra de teateo de Alejandro Casona, en este momento no recuerdo el nombre). La primera vez que oí 'la jacaranda' me sorprendí, creí que era un error o un árbol distinto. Luego reparé en la diferencia de apelación. Parece que el árbol en cuestión es de origen mexicano, y que allí (y también en otros lugares de Hispanoamérica) se emplea la forma masculina y acentuada, pero la femenina y sin tilde también la acepta la Academia. Un beso para todos... esperando pedradas de ciclistas anónimos :-D

Sir John More dijo...

El amigo Tawaki ha enviado un comentario a esta entrada que por cuestiones de magia electrónica no ha querido publicarse. Os lo reproduzco:

"Espero que hagan controles anti-doping en los cruces."

Magnífica idea, amigo mío, o incluso mejor hacer controles anti-estupidez, porque los peatones no van a veinte o treinta por hora por las calles de Sevilla, y casi tienen derecho a ser estúpidos, pero estos muchachos y muchachas son peligrosos. Hoy mismo he dedicado una mirada asesina a dos ciclistas a los que he debido sortear en un paso de cebra del carril bici. La muchacha primera, al menos, pasó con cara de haberse equivocado, y como pidiendo perdón por no gobernar la bicicleta lo suficiente como para haber frenado a tiempo, pero para el niñato que venía tras ella yo fui sólo un obstáculo molesto. En fin, bendito mundo éste...