miércoles, 10 de octubre de 2007

LOS PLANETAS DE HOLST, Teatro para niños (V)

Acto 5º. SATURNO, EL DIOS DE LA VEJEZ

El acto empieza con el encendido lento y gradual de un foco que va iluminando una habitación con una cama, una silla, una mesa, diversos objetos repartidos por la estancia.Renqueando, entra Saturno, anciano y torpe, y deambula un rato por la habitación moviendo esto y aquello con gran dificultad. En cierto momento, el anciano dirige su atención, extrañado, hacia el foco que le alumbra. Tras alcanzar un libro de fotografías, se sienta en la cama, el cual enseñará al público como si tratara de verlo con la luz del foco. Un momento después se levanta a contemplar la foto de una mujer en la pared, y hace un gesto con la cabeza que es claramente de lamento. Vuelve a sentarse y deja a un lado el libro. Al poco se levanta de nuevo y se dirige a una ventana, donde comienza a encenderse el crepúsculo.
En cierto momento las campanas se oyen fundidas en la música, y comienzan a llegar hijos y nietos que vienen a visitar al abuelo. La casa se ilumina y bulle de alegría. El viejo, alegre, juega con los nietos y charla animadamente con sus hijos. Pero no pasa mucho tiempo y ya tienen que marcharse, y la casa vuelve a quedarse vacía, y el viejo se echa sobre la cama luego de mirar de nuevo hacia el foco de antes, que es el único que ha quedado iluminando la habitación. El foco se hace cada vez más tenue con el final de la música.

5 comentarios:

amart dijo...

La soledad, Sir, o más bien la conciencia de la soledad, asociada a la vejez. Qué miedo le tego a eso.
Y qué bien lo expresas.
Un abrazo.

Sir John More dijo...

Ahora es el momento, amigo mío, de hacernos amigos de esa soledad, y armarnos con todos los placeres posibles para que la vejez no nos encuentre desvalidos. Aun así, posiblemente vivamos algunos momentos en los que la vida nos muestre su cara más triste. La vida... Un abrazo.

Raquel dijo...

Siempre un gusto leerte y escuchar a Holst.

Anónimo dijo...

Veo perfectamente la escena, la veo y la siento, me da un poco de respeto la vejez solitaria.

Saludos

Sir John More dijo...

Raquel, Luna, un gusto teneros por aquí. Todos estaremos ahí algún día, porque cualquier viejecito o viejecita consciente acaba sintiendo una gran soledad. Debemos pertrecharnos para esos tiempos. Un par de besos.