miércoles, 3 de octubre de 2007

El Ultraísmo y la literatura insólita

Comienzo a leer con ilusión los textos recogidos en el libro de José Mª Barrera López, El Ultraísmo de Sevilla. Historia y textos (Alfar, Sevilla, 1987). Una de las primeras entradas de El Hilo Invisible estuvo dedicada a Rafael Cansinos-Assens, fecundo y multidisciplinar sevillano cuyo arte debí sufrir leyendo cierto libro de Dostoievski. Pues bien, Don Rafael resulta ser la figura principal de este movimiento ultraísta, que no sólo se desarrolló en Sevilla, sino que tuvo insignes representantes en muchos otros lugares del país. Si bien, y como no podía ser de otro modo, el autor del libro, amante confeso del movimiento ultraísta, aborda la historia del mismo con un lenguaje desorganizado e insoportable, uno descubre en el libro no sólo textos impagables (dentro de lo que podríamos llamar literatura insólita), sino sorpresas como la de que el mismísimo Borges se incrustó en estos grupos de orgullosos intelectuales que pretendían cambiar radicalmente el panorama de la literatura hispanoamericana a golpe de inmodestia.

Podríamos definir brevemente a este grupo por dos características principales: por un lado la mentada inmodestia, y por otro una afectación florida, ambos adornos confluyendo en una profunda vanidad. Pedro Garfias, citado por Barrera, decía: "Yo os predico el odio y la guerra a los viejos y sólo os pido, en cambio, pureza, haciendo valer mi ejecutoria de inmaculado. Pureza que aisle de contactos odiosos, que dé fuerza moral para el combate supremo". Y es que los ultraístas se consideraban llamados a la gloria, y a la gloria llamaban a todo aquel que tuviese deseos de alcanzarla: "Respetando la obra realizada por las grandes figuras de este movimiento [novecentismo], se sienten anhelos de rebasar la meta alcanzada por estos primogénitos, y proclaman la necesidad de un ultraísmo, para el que invocan la colaboración de toda la juventud literaria española". Veamos ahora un par de textos de Don Rafael y de su amigo Rogelio Buendía:

En otoño de 1918, nuestros poetas jóvenes, a semejanza de la estación, quisieron sacudir sus hojas secas. Acaso mi voz, recogida por Xavier Bóveda en los tambores periodísticos, asumiese en esta purificación lírica el sentido de un hálito dispensador. Sobre los divanes que retenían el último césped, bajo los focos de luz —últimos frutos suspendidos entre mis manos temblorosas, esta llama alargada: Ultra.

(Rafael Cansinos-Assens, Para los Poemas de los Pinos de Xavier Bóveda, Grecia, II, 25, 20 de agosto de 1919, p. II).

Neumotórax

El nitrógeno entró
El manómetro marcó
positivo
Ella tumbada con el costado
perforado por la aguja.
Las gafas brillaban viviendo
Su vida de sabio aburrido
Una tos anestesiaba el aire
Cloroformo — Aceite gomenolado
C’est ça!
Pas bien du sommet gauche
La pantalla lo dijo
Ella tosía y tosían todos

C’est ça!
Dentro de aquel otro pecho
se oía y golpeaba las manos
la pectoriloquia áfona
trente deux, trente trois…
tras de mi foneudoscopio
había un soplo que me decía
que me callara
la aguja se hundió en otra pleura.

(Rogelio Buendía, El París de mis gafas, en Grecia, III, 46, 8).

De esta estirpe, por decirlo con tono ultraísta, nacería muy pronto Don José Jiménez Silva, para prestar cumbre literaria a tantos desvelos y hacer de la literatura insólita un arte prometedor.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Es espantoso, espantoso... Mil perdones. No dudo de que soy una ignorante.
Besos

Sir John More dijo...

A ver, ¿espantosos los ultraístas? Pero Leo, te has quedado corta. Para nada una ignorante, de veras. Estos tipos fueron los tíos más repipis y engreídos que han existido en la literatura universal, si se puede decir que pertenezcan a ella. El único mérito que se les puede atribuir es el de reunir a un montón de literatos insólitos, aunque ninguno de ellos por sí mismo valía (como insólito) gran cosa. Algún día podremos hablar de Don José y sabréis lo que es un literato insólito de veras. Besos.

Anónimo dijo...

En su momento fue divertido, pero fue un momento breve... ;)) Besos.

Neves de ontem dijo...

Borges estuvo viviendo en España donde conoció las vanguardias y su hermana Nora se casó con Guillermo de Torre, que escribió un libro muy interesante sobre las literaturas de vanguardia en ese momento. Pienso que hay que ver las vanguardias con los ojos de entonces. Los ismos se sucedían al igual que las revistas a velocidad vertiginosa. No quiero ser pesada. Saludos.

Sir John More dijo...

Querida Ana, me da a mí que fue más divertido para los espectadores que para los propios protagonistas. Por aquí, y tal vez por otros lugares, a esta gente se la llama repipi, y además de que me resultan redichos y vacíos, la obra de Cansinos-Assens, auténtico referente del movimiento, resulta casi delictiva, sobre todo esas traducciones completas de Dostoievski, y algún cuentecito que leí espantado por lo que leía...

Qué bueno verte por aquí, Neves. Tranquila, para nada eres pesada, todo lo contrario. He intentado mirar este movimiento a la luz de sus tiempos, pero ni así, la verdad, se consigue descubrir más que un grupo de muchachos bien, con serios deseos de destacar literariamente, aunque con pocas maneras y poco fondo para hacerlo. Es decir, destacaron más por lo ridículo que por lo novedoso. Está claro que, entre tanta producción, pudo haber algún texto interesante, pero como digo arriba, basta leer a Cansinos para entender lo que era este movimiento. El mismo Borges criticó con sorna al mismo movimiento y dijo lo siguiente: “Los miembros de este grupo, autodesignado Ultraísta, se habían propuesto renovar la literatura, una rama de las artes que ignoraban por completo. Alguno de ellos me confesó que toda su cultura estaba formada por la Biblia, Cervantes, Darío y uno o dos libros del Maestro, Rafael Cansinos-Assens” (Jorge Luis Borges, Memorias, The New Yorker, 1970). De todos modos, trataré de echarle un vistazo a ese libro de De Torre que dices. Gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Mi querido Sir: con los comienzos literarios del siglo XX hay que tener mucha cautela, y más aún con las vanguardias. Si se pudiera leer con pinzas, sería lo más recomendable... Totalmente acorde con tu opinión. A mí estos muchachos ultraístas me parecieron un tanto insustanciales, pero al menos fueron discretitos, no molestaron demasiado; algunos de ellos incluso derivaron rápidamente hacia otras vertientes iguamente estrambóticas. Ultraísmo-Creacionismo-Surrealismo fue un proceso bastante habitual. El Surrealismo en particular fue peor; tan malo, que algunos siguen practicándolo, y eso sí que nooooo se puede tolerar ;)) Borges, como en todo es "encantadoramente" exageradísimo; aparte de que ya se sabe cómo detestaba El Quijote (por cierto, es increíble). Hay un libro de conversaciones con Sábato (creo que está en Emecé) que no tiene desperdicio, y en el que habla, entre otros mil temas, de su visión de Cervantes y su gran obra. Besos, siempre.

Sir John More dijo...

Tengo ganas de investigar en la historia de Borges y de Sabato. Sabato siempre me pareció un buen tipo, pero Cortázar lo despreciaba por algo, y con Borges tenía sentimientos bastante encontrados. Borges me cuesta un mundo, y así, sin muchas razones, me parece un hombre con mucho conocimiento y poco sentimiento, pero tengo sus obras completas ahí, esperando... Hablaremos de ellos... Besos.

Anónimo dijo...

bueno y por que no investiga mas a fondo sobre este poema en lugar de generalizar el tema, vallana cometnar el tema del ultraismo, si van a opinar sobre este poema, porfavor que sea sobre el no sobre su clase

Sir John More dijo...

No acabé de comprenderlo, estimado Anónimo. Sobre ese poema se podrían decir muchas cosas, pero creo que no merece la pena siquiera detenerse un minuto en él. En cuanto a su "clase", bueno, está enmarcado en un movimiento que sus propios integrantes se encargaron de nombrar y de expandir con un esfuerzo muchísimo mayor que el que pusieron en la confección de la propia obra. Bienvenido a esta casa.