jueves, 30 de agosto de 2007

Cosas de la prensa

Echo un vistazo a El País de hoy y dos detalles me llaman la atención: uno que ya me la ha estado llamando todos estos días de pasión que hemos pasado en Sevilla, un tema que, para pasmo de cualquier sevillano de bien, no se ha visto reflejado aún en ninguno de los blogs que suelo leer. La muerte de Antonio Puerta se ha convertido, como casi todo en esta ciudad, en tema de Pasión. Hasta ahí todo bien, la verdad, porque como dice un buen amigo, si tuviéramos a toda esta gente sin saber en qué gastar su adrenalina, lo mismo teníamos que añorar al bendito fútbol. Todos podemos reconocer sin esfuerzo las trazas de la omnipotente masa en nuestros propios sentimientos, y así he de reconocer que todo eso de la unión de las aficiones para despedir a este pobre chaval me ha emocionado por momentos. Yo estaba viendo el partido cuando Puerta se desplomó en el suelo, y la cara con la que se levantó de su primer desmayo me hizo presagiar lo peor. A partir de ahí, el hecho de que este hombre fuera futbolista o fontanero creí que era lo de menos. Eso es lo que repetían todos los medios, y lo que decía la gente en el trabajo, en el autobús, en los bares... Cuando una persona, además tan joven y tan dinámica, se hunde en una de estas situaciones, todo los detalles se deberían difuminar a su alrededor, y deberían quedar desnudas la vida y la muerte, y claro, el dolor, la incomprensión esencial, la impotencia ineludible, y la compasión. Pero compasión con esos padres que deben estar sumidos en un dolor nada fácil de soportar, y con la mujer que lleva en su vientre un enternecedor resto de la ilusión de este hombre, con su familia, con sus amigos e incluso con sus compañeros de trabajo. Muy lejos de esto, la despedida del pueblo sevillano a Antonio Puerta ha sido, sobre todo, una reivindicación del fútbol como hecho religioso, con capillas ardientes construidas con trofeos y banderas, con gritos de despedidas que eran himnos al fútbol, recuerdos de goles, ríos de lágrimas de pasión pero muy pocas de verdadero y desnudo dolor. Antonio Puerta y su muerte se han diluido completamente en todo este guirigay, que, no me cabe la menor duda, será muy, muy rentable para los dos equipos de la ciudad. Y pienso, leyendo hoy el periódico (¿quién me manda a mí...?), que si yo hubiese sido el padre de este chaval, de algún modo habría enviado a las masas fervorosas de vuelta a sus casas, y que allí, si quisieran, y sin pasiones prefabricadas, lloraran en silencio a mi hijo...

El otro tema resulta más baladí, pero en su corolario igual de enojoso: leo en el mismo periódico la sección veraniega de Millás, una sección titulada La Cerbatana, en la que nos cuenta, muy en su papel veraniego, sobre unos improbables Impostores aristotélicos. El artículo tiene toda la pinta de estar escrito desde alguna playa concurrida, y con ese mismo dejo de cansancio con el que yo cumplo mis obligaciones más administrativas en pleno agosto. Al acabar, me pregunto por qué en vez de su firma, o la de la asombrosa Elvira Lindo, por poner sólo dos ejemplos, no veo ahí la de muchos de vosotros; o por qué en vez de las penosas viñetas de Máximo, las obvias de Peridis o las inexplicables de Erlich, no aparecen las de nuestro amigo Alberto Montt. Tanta civilización para esto...

6 comentarios:

amart dijo...

Querido amigo, algo se ha escrito ya sobre la muerte del chaval Puerta y del lamentable circo que tan bien describes. Estoy contigo.
En cuanto a la segunda parte de tu entrada, qué quieres que te diga, nunca me gustó Millás, ni Elvira Lindo ni su marido. Por cierto, ¿serían lo que alguien ha querido que sean sin El País? Un abrazo.

Anónimo dijo...

Excelente reflexión sobre el asunto, querido Juanma. Porque distingues acertadamente dolor y puesta en escena. El primero debería ser íntimo, por muy compartido que estuviera. La segunda requiere atrezzo, arquitectura, por mínima que sea, sobre la que expresarse. Y cuando precisamos de apoyo intrumental, todo deja de de tener la naturalidad de lo sentido y empieza a ser una manifestación comunicativa que precisa de receptor, de asentimiento en el otro, de público en fin.
Decías que no habías visto reflejado este asunto en blog alguno. Yo he leído esta mañana el breve comentario que hacía Sebas a propósito del distinto rasero con que se miden las muertes (http://5impulsos.blogspot.com/).
Ah, sobre lo de EL PAÍS, me parece un apunte muy interesante el que introduces. Sí es cierto que hay por ahí bitácoras, la tuya es un ejemplo notable, de gente que bien podría estar escribiendo en los medios sobre cosas de interés y con acreditado estilo. Aunque ya sabes lo que siempre se dice: hay que estar en el lugar adecuado y el momento justo. Sólo entonces se pilla el tren.
Un fuerte abrazo, amigo.

Anónimo dijo...

Qué curioso! esta mañana al ver la portada del País hice la misma reflexión que tú. No necesito ni quiero ver la cara del dolor, puedo imaginarlo en su más terrible oscuridad y que se haga espectáculo de eso me parece obsceno y cruel.
Sobre lo segundo que comentas, recuerdo una anécdota de una madre que se quejaba de la falta de oportunidades que tenía su hijo recién licenciado. Una vecina para consolarla le dijo:"No se preocupe, donde menos se piensa salta la liebre" y esa séneca de la sabiduría popular dijo:"Sí, y le dan un lebrazo!!!!".
En fin, que unos e están a lo que salta y a otros les toca el lebrazo. Muchos besos, Sir,es un placer pasarse por aquí.

Raquel dijo...

Sir John, también me llama la atención ese contraste de noticias. Ayer, repasando El País, ves la muerte de F.Umbral en letras pequeñitas y la de A. Puerta en grandes titulares.... Javier (www.comosernadie.blogspot.com) ya lo comentó ayer, y justo con su entrada del martes sobre Umbral y leyendo el segundo tema de la tuya, no puedo estar más de acuerdo contigo. Muchas veces lo pienso. Alguno de los blogs que leo bien merecerían estarse publicando en medios "reconocidos". Pero como DR dice, hay que estar en el lugar y el momento adecuados y conocer a quien haya que conocer.
Un abrazo

Sir John More dijo...

Por supuesto, Amart, lo de Millás, Montero y otros clama al cielo, pero lo de Elvira Lindo realmente es patético. Como también me lo parecen las viñetas de Máximo. Qué tejemanejes debe haber en ese mundo...

Mi buen amigo José Carlos, como Sebas es de los que mantiene varios blogs y, además, con nombres parecidos, me llevé mirando esa foto sugerente de su Efecto tanga durante varias semanas, extrañado de que no publicara nada... Ay, la edad no perdona... Y sí, al final lo de menos es que se escriba bien o mal, que se digan cosas interesantes o no, lo suyo es tener el amigo adecuado... Con su pan se lo coman. Un abrazo.


Sí, Lula, ahí andamos los mansos. Curiosa la escena de La vida de Brian, donde uno de los asistentes a un discurso de Jesús entiende que éste dice "bienaventurados los gansos", pues eso, nosotros de mansos podemos pasar a gansos, o en el mejor de los casos buscarnos un trabajito bien pagado, pero las alfombras y los oropeles siempre serán para los criados por muchacha con cofia... Bueno, me callo que me cabreo... Un beso, Lula.

El problema, Raquel, es que seguimos bebiendo de medios como El País, que son los que han apuntalado el esqueleto que sustenta todas estas mentiras. No quiero mostrarme tremendista, porque siempre hay huecos para el deleite personal, pero así, a nivel social, todo está atado y bien atado, y si quieren montarnos la fiesta con la dolorosa muerte de un chaval, pues nos la montan, y en paz. Besos.

Anónimo dijo...

En línea con tus comentarios, eguro que te ríes con esto, mi querido Sir: http://www.lafieraliteraria.com/retrasomental.html
No tiene desperdicio...
Besos.