Acto 1º.- MARTE, EL DIOS DE LA GUERRA
Marte, vestido de rojo, entra en escena pavoneándose, remirándose con vanidad y autocomplacencia. Al son de la música, Marte comienza a bailar austera y frenéticamente sobre un fondo de cielo tormentoso y oscuro, revolviéndose de un lado a otro del escenario, y en cierto momento, habiéndose levantado un vendaval, llamas de papel surgen de su cuerpo poderoso.
A continuación, Marte marcha militarmente, y comienza a demostrar sus espantosas habilidades. En su recorrido ilumina personajes que parece inventar en su danza, y así, bajo su brazo aparece una mujer corriendo con un niño pequeño e inerte en los brazos, y luego un soldado muy joven, de rodillas con las manos sobre la cabeza vendada y sangrante. Figuras moribundas van arrastrándose desde el foro oscuro, cuerpos que caen muertos sobre el campo de batalla donde empiezan a destellar las explosiones y a flotar un humo lento y triste.
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Lentamente, conforme baja la música para terminar, Marte vuelve a quedarse solo, de pie, girándose lánguidamente para marcharse. De súbito se detiene, y dirige al público una mirada oblicua, una larga sonrisa maliciosa, y se retira hacia la oscuridad.
2 comentarios:
uhm..., ¿tú cuentas cuentos a tus hijos...? ;)
Ay, u, estuve el fin de semana en la playa, desconectado del mundo electrónico, y bueno, no pude contestarte. Claro, le contaba muchos cuentos. Ahora ya se dejan menos, aunque cuando hablamos, en cierta forma, sigo contándoles historias. En mi viaje loco a Escocia, sólo con un Adrián de menos de cuatro años, estuve diez días inventando cuentos (algunos realmente disparatados) para él, y de entonces quedó alguno escrito, como el del caballero Malcolm McNeill...
Un beso.
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