martes, 18 de marzo de 2008

El azar del azahar

¿Cómo puede alguien pensar que esta perfumada ventura posea una función, un sentido? Ya he oído varias veces la teoría -vieja y gastada, por mucho que se la vista de limpio- de que todo lo que existe conforma una especie de unidad, un gran corazón que late como el afán de una colmena, y donde nosotros somos -¡qué suerte!- pedacitos necesarios y afortunados que debemos encontrarle la gracia hasta a la última de nuestras desdichas. Rememoración descuidada del enajenamiento católico, nos invita la teoría a sentirnos parte de una bondad universal, en una exageración desmedida e incluso fanática del no hay mal que por bien no venga. El corazón del mundo late y nos regala aventuras, unas lindas, otras feas, pero al parecer todas gozan de un propósito entrañable que sólo hay que saber descubrir. Lástima que en el mundo no sólo existamos nosotros, miembros tantas veces ridículos de una civilización abocada a la ridiculez, y que surjan aquí y allá tantos desgraciados, machacados por el hambre o la violencia, por el dolor o la esclavitud -posiblemente pedacitos inservibles del enorme corazón, o quién sabe si sólo partes de nuestro escenario-, para desmontar esta extravagante teoría que pretende disfrazar al Dios secular con hábitos de misticismo moderno, azucarado y terapéutico.

Como bien me apuntaba una singular e interesante adepta a la causa, sin Fe no hay idea universal. Creer en los duendes o en la relación del azahar con el amor no impone Fe alguna, porque estas y muchas otras pequeñas creencias son en realidad juego, imaginación, invitación frívola, sucesos en el otro extremo de la convicción, de la certeza insensata y pretenciosa, de la Religión que imagina un mundo para todos y luego lo impone con sangre o sin ella, aunque siempre mostrando una vanidad inconcebible.

¿Quién puede hablar en serio del orden bondadoso y antropocéntrico del Caos? ¿Cómo se puede agraviar a esta fragancia primaveral de Sevilla con argumentos huidizos, elevados de forma burda y artificial a preceptos absolutos? ¿No estará la enfermedad menos en la enfermedad y más en la obsesión por la cura? ¿No va siendo hora de rendirnos a la evidencia de nuestra apasionante pequeñez, dejando de fastidiar con leyes universales? ¿No llegó el momento de dejar de pervertir la fantasía convirtiéndola en observancia y adhesión?

Las flores de azahar expanden su perfume en el azar del aire, en la suerte de los amores cálidos y también de los contrariados. Y no hay ley que las defina…

7 comentarios:

Pepa dijo...

Buenos d�as.
Es mejor aun.
Somos dios@s que creamos para nuestra evoluci�n y aprendizaje
estas experiencias que elegimos vivir.
Y te aseguro, como exploradora del Hades, que asumirlo no tiene nada de azucarado.
Un esc�ptico, sensible y deseoso de amar, me daba luz el otro d�a al decirme que lo malo a veces es lo bueno y al rev�s.
Igual ocurre con las experiencias.
Muy adecuada la imagen del sagrado coraz�n , que por cierto es la versi�n cat�lica de otras representaciones divinas anteriores . Hay esencias a las que no se puede acceder desde la mente.
Una frase que me reson�:
El viaje mas largo, el m�s arriesgadode todos, es el que se hace desde la mente hasta el coraz�n.

Sir John More dijo...

Bueno, espero que todas estas interrogaciones que aparecen en tu texto sean problemas de codificación lingüística de estos cacharros, y no que tus párrafos rebosen de dudas... Aunque, mirándolo bien, la duda es tan sana... Pero tu texto no deja lugar a dudas, tu convencimiento tampoco, y bueno, no es ni bueno ni malo, sino todo lo contrario.

No creo que seamos dioses, a no ser que la condición divina se obtenga en esos momentos contados en los que dejamos de ser puros animalitos desvalidos en un universo incomprensible. Está claro que podemos inventarnos cualquier historia para compensar nuestro desamparo, pero yo prefiero las historias pequeñas y casi particulares, y ninguna que me diseñe a priori el camino. Y eso por nosotros, ya te digo, porque pensar que mucha gente en este mundo está eligiendo su camino, o incluso que podría elegirlo, roza la ceguera; aunque sé que si este fuera tu caso, por supuesto, lo sería sin mala intención...

Lo malo es a veces lo bueno y viceversa. Claro. El Caos. Absolutamente incompatible con un corazón universal que piensa siempre en qué es lo que nos vendrá mejor, y cuyos movimientos están siempre calculados.

Y otra lo del corazón y la mente. Yo, salvo en cuestiones fisiológicas (apasionantes, por cierto), no distingo entre uno y otra. La sensibilidad es una, y el juego entre razón y pasión es el que nos mueve. Creer que el corazón debe mirar de cierta forma es tenerle muy poco respeto al corazón, a cada corazón. Es cierto, “hay esencias a las que no se puede acceder desde la mente”, desde la sola razón, pero no hay un camino único para acceder a esas esencias, incluso no hay necesidad de alcanzar esas esencias, siempre que no nos refiramos a nuestra particular forma de ver el mundo, a nuestras propias imaginaciones sobre lo desconocido, dotándolas además de una necesidad artificial y vanidosa. Hay formas incontables de mejorar nuestra existencia, de hacerla mucho más llevadera e incluso por momentos feliz, pero de ahí a buscarle a la cosa un centro... No, definitivamente la religión, del color que sea, me produce sarpullidos y me hace pensar en algún tipo de cárcel, física, psíquica o espiritual.

Agradecido por tu visita y por tus dudas... :-p

Pepa dijo...

Tienes mucha razón...
Feliz primavera.

RosaMaría dijo...

Mitos, creencias, ídolos, arquetipos, todo merecería un estudio concienzudo y aún así no habría consenso. Todo se reduce al respeto por lo que el otro piensa, costumbres, rituales, en fin, tema duro, el bien, el mal... tantos interrogantes
Todo es según el cristal con que se mira...y mientras sigamos en la búsqueda del "sí mismo" de modo de no dañar al prójimo, toda creencia es válida.
Lo único indiscutible, palpable, y cierto es que aunque la naturaleza no tiene explicación, se reproduce y muere con total y diversa belleza.
Divagues de madrugada con abrazo de: Rosa

Anónimo dijo...

De verdad y lo digo de verdad...

No entiendo absolutamente nada de lo escrito ni de los comentarios

Creo que alguna vez he dicho que soy torpe, me reafirmo en ello sin ningún tipo de duda.

Saludos

Sir John More dijo...

Querida Rosa María, en general estoy bastante de acuerdo con tus palabras. Sólo un detalle, tal vez innecesario, sobre el respeto. Creo que respetar lo que los demás piensan es precisamente interesarse por ello y aceptar o rebatir su contenido. El respeto es activo, nunca pasivo, porque el respeto pasivo se llama indiferencia. Y tras el respeto, siempre la tolerancia, por supuesto. Pero aunque tolero cualquier idea, no por ello debo compartirla. Gracias por la visita y un beso.

Estimado anónimo o anónima, siento que no entiendas nada de lo escrito. Tal vez no sea tu torpeza sino lo críptico del lenguaje. Al menos en mi parte traté de usar un tono más poético, o si prefieres, y para no ser pretencioso, unas formas más libres e impresionistas. Tu falta de entendimiento tiene dos posibles reacciones: preguntas tus dudas o las dejas pasar. Cualquiera de las dos será correcta. Aunque espero que no seas como aquel supuesto amigo que un día tuve, y que, siendo cristiano, cada vez que alguna conversación versaba sobre su fe o sobre cualquier tema que la rozara, repetía sin descanso la misma frase: "no te entiendo". Y de nada valía explicarme con otras palabras. En aquella ocasión fue menos dificultad de expresión, y más sordera interesada. En fin, bienvenido y saludos comprensivos.

RosaMaría dijo...

Estoy de acuerdo. El respeto al que me refiero es discutir con fundamento los pensamientos de cada uno, eso lleva a reafirmarnos o clarificar conceptos o creencias que dábamos por únicas. Es un gusto intercambiar opiniones tan interesantes.
Abrazote... que no es lo mismo que Abrázote.