viernes, 25 de mayo de 2007

Cruzando el Atlántico

Parece ser que los que hemos gastado y regastado los discos, primero de vinilo, luego en cintas de hierro y cromo, y al final compactos, de maestros como Genesis, King Crimson, Emerson, Lake & Palmer, Van der Graaf Generator, Pink Floyd... y que habíamos perdido las esperanzas de volver a sumergirnos en nuevas y vitales sinfonías de fuerza y dulzura, en esos lujos de destreza y elegancia que nos regalaron estos señores, podemos considerarnos afortunados, porque por ahí quedan artistas que, sin el aplauso del mercado, siguen trabajando la música como algo distinto de un mero entretenimiento que zumba en tu oído mientras haces otra cosa.


Si el otro día comentaba el descubrimiento de Echolyn, ahora me quedo con el frescor y la hermosa ingenuidad de Transatlantic, un grupo formado por átomos que venían de explosiones anteriores, y que, al parecer, ya se disgregó también, para repartir, entre otros experimentos igual de interesantes, a unos músicos tremendamente conscientes. Me queda por investigar un poco a The Flower Kings, y a Spock’s Beard, grupos en los que aparecen algunos de los músicos de Transatlantic. Sobre todo, Ronie Stolt parece ser uno de los pioneros de todo este movimiento. Los hilos invisibles se pueden descubrir en cualquier lugar donde haya un poco de vida, y aquí también. Escuchas un grupo, te embruja, investigas un poco (tiras del hilo) y descubres otras maravillas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que he podido entrar.

He vuelto a tomarle el gusto a los discos de vinilo.
Saludos

Sir John More dijo...

Bueno, al fin y al cabo, así suele aparecer la Luna, nostálgica, incomprensible, sin explicaciones...

Bienvenida, Luna.