Radio 5 empieza a parecerme un coñazo. Por supuesto, si sintonizas antes la Ser, Onda Cero o cualquier otra emisora que combine sin pudor espacios publicitarios desmedidos y casi angustiosos con consignas bastamente partidistas, entonces Radio 5 puede parecernos una radio amable, sin anuncios, familiar, variada… Pero salvando algunos microprogramas, y la grisura de sus noticiarios, que uno no puede más que agradecer tras las noticias tendenciosas de las otras emisoras, Radio 5 es una emisora casposa donde las haya. Dos razones por las que me resulta inaguantable son la música que rellena las pausas entre sus programas, y más de uno de sus famosos microprogramas.
Uno no puede imaginarse de dónde sacan temas musicales tan horrorosos. Si escuchas los cuarenta principales, la mayor parte de la música seleccionada es nefasta, pero uno puede encontrar motivos para que esa música (por llamarla de alguna manera) esté ahí: motivos económicos, sociales, incluso morales. Pero con la música que eligen en Radio 5 no se encuentran estos motivos, porque, además de ser pésima, esta música exhala un tufo de decadencia y alcanfor que tira de espaldas. Salvo algún programa dedicado al Jazz, el resto de la música siempre me impulsa a pensar que quienes la interpretan se han suicidado por puro asco de vivir, o que han muerto en alguna triste habitación, después de dedicar su vida a vender productos de cosmética o a propagar la palabra de Jehová, conscientes de que con la música no iban a ningún sitio.
Hoy, además, escuché uno de esos microprogramas. Un tal Manu Martínez (o Martín, la verdad es que no me quedé con el nombre), en su espacio titulado Videojuegos, hablaba sobre la segunda entrega de uno de estos jueguecitos, uno titulado Obscure. Después de anunciar que no tenía la calidad de su primera versión, afirmaba que, aun así, los aficionados a ésta disfrutarían con seguridad de la segunda entrega. El juego versaba sobre las vicisitudes de unos jovencitos en un instituto, los cuales se habían aficionado a una planta, muy famosa en el instituto como alucinógeno; pero los pobres chavales, que disfrutaban de la droga con alegría, notaron que la planta provocaba otros efectos, que llevan al instituto a convertirse en un escenario de terror, que es de lo que va realmente el juego, y consiguiendo por fin que se produzcan asesinatos misteriosos y variados, y corran ríos de sangre; en fin, ya sabéis, etcétera. El individuo este de Radio 5 hablaba de la jugabilidad del juego, de las virtudes de sus gráficos, de la virtud de que se jugara por parejas y de otras chorradas relevantes, y tuvo la desfachatez de acabar su crónica diciendo que el juego, para su extrañeza, y no sabía si por la sangre que corría en él, había sido declarado no apto para menores de 18 años. Ni las frugales pero divertidas historietas de Nieves Concostrina van a hacer que yo vuelva a sintonizar esta cadena tonta y llena de caspa.
8 comentarios:
Viví en Sevilla durante varios años y son muchas las anécdotas que podría contar semejantes a esa. pero también de Cádiz, Valladolid, Salamanca, Madrid, Barcelona,...
De policías, conductorres de autobús, dependientes, camareros,...
En definitiva que gili..., los hay en todos los sitios y en todos los oficios...
Luego viene la vida y los junta. Ya que eres de Sevilla te contaré un recuerdo de entonces:
Alquilé un piso en una barriada que había sido construida para uno de los colectivos mencionados más arriba, situada entre dos totalmente opuestas entre sí: Los pa... y Sta...
La primera de ellas, era humide, vieja, semiabandonada y un puntito peligrosa.
La otra moderna, con piscinas y muchos matrimonios jóvenes prestos a iniciar una nueva vida y a poblar el mundo con futuros béticos y sevillistas. Dab gusto pasear por sus calles. El clima de Sevilla y la multitud de bellas y jovenes sevillanas paseando a sus pequeños y empujando los carritos.
Me fui de Sevilla y en aquel entorno dejé buenos amigos, así que de vez en cuando regreso a saludarlos.
No sé que ha sido de la primera de las urbanizaciones mencionadas porque no he vuelto por allí. Sin embaro sí he pasado por Sta... en la que tenía y tengo amigos.
Aquellos niños se han convertido en adolescentes y jóvenes medio educados (y suponerles medio, es mucho), las piscinas cerradas o abandonadas, los edificios sin ningún tipo de mantenimiento.
Una lástima.
(Estos últimos recuerdos son de hará 3 o 4 años, confío en que hayan mejorado las cosas)
Probablemente la causa de ese deterioro sean personajes como el de tu historia: retrasados que consiguen NADA.
Bienvenido, P. Amate. Los dos barrios que dicen se parecen hoy un poco más, y no porque Los Pajaritos hayan mejorado, sino porque Santa Aurelia ha empeorado bastante. De todos modos, no es una barriada especialmente problemática. Sólo que ahora, incluso en los mejores barrios de Sevilla, los jóvenes adoptan actitudes realmente chulescas, y cada vez más desde una postura ignorante. Por supuesto, el problema de fondo no es la juventud descarriada (excusa típica que buscan todas las comunidades para no mirar de frente sus cambios), para nada, la juventud siempre se parece a los adultos que los crían. El problema es que esta chulería es el ambiente típico de Sevilla e, imagino, de otras muchas ciudades de España. Al menos dejaste algunos buenos amigos por aquí...
Saludos y nuevamente bienvenido.
Me temo, Sir, que la caspa empieza a invadirlo todo... No sabría qué emisora proponerte que no cumpla el oneroso requisito. Hace unos días señalabas en mi blog la acedía que rezumaba Radio 2, pero puedo asegurarte que es la única que se puede escuchar (si te gusta la clásica, claro). Por lo menos hablan poco, que en estos tiempos es de agradecer, y cuando hablan quizá aburran, pero no embrutecen. Un abrazo solidario.
Querido Sir John, estamos rodeados de periodistas que escriben con faltas de ortografía, de paletos a los que han dado un micrófono, de música infame que debería estar prohibida por la OMS, de cine efectista pero vacío de contenido. ¡Qué decir de los libros! Algunos los echas a la chimenea y no arden.
Muy raramente bajamos el puente levadizo de nuestra fortaleza y dejamos entrar a uno o dos. El resto se quedan vocifeantes al otro lado del foso.
Yo tampoco encuentro ninguna emisora recomendable.
Un abrazo,
Qué decirte, Sir, antes la radio (y también la tele)era la plataforma profesional de periodistas y locutores. Por cierto, este término, "locutor", tan en desuso. ¿Cuántos estudiantes de ESO sabrían definir "locución". A lo que voy: ahora la radio (y también la tele) son altares públicos para idolatrar a diosecillos mediáticos que no caben en la camiseta de pura vanidad. Porque ya no llevan camisa. Y así salen esas hornadas de subproductos.
Propongo con reservas: Radio Clásica de RNE y Radio 3.
Lo de Herrera sólo me vale de 7 a 8,30. Abrazos.
Queridos amigos, perdón por el retraso, pero anduve toda la semana por la bella Gijón acumulando inolvidables y variadas sensaciones. Se me ocurren dos comentarios a vuestros textos: por un lado, habría que perder mucho, mucho tiempo en investigar y probar la programación de todas las emisoras para descubrir los programas decentes, un esfuerzo que tal vez no merezca la pena. Por otro lado, y comprobando que en casi todos los ámbitos de la cultura la situación se papanatiza a marchas forzadas, tal vez deberíamos (yo el primero) centrar nuestros esfuerzos comunicadores menos en deplorar la situación general, y más en identificar esas delicias que aún pueden hallarse. Sé que es difícil no enfadarse (decídmelo a mí que no sé que poner para escuchar noticias sin tonterías, y me encuentro con esta Radio 5 salpicada de tantas insoportables secciones), pero igual podríamos filtrar esa vasta programación entre todos... Bueno, no me echéis mucha cuenta, vengo con un catarro de aúpa de Gijón, y mi mente carbura con mucha dificultad...
Besos y abrazos.
Soy asiduo de Radio 3 pero año tras año cambia para mal. El problema es que no existe alternativa. Ojalá tuvieramos la suerte de tener en España emisoras como las británicas.
Y que lo diga, Luis, sobre todo en cuestiones musicales. Al menos aquí en Sevilla, y quitando la por lo común pasmada Radio Clásica, no tenemos una sola emisora donde programen música decente, y llamo música decente a la que hacen miles de músicos. País... Un abrazo.
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