jueves, 6 de septiembre de 2007

Ah, París...

En los últimos tiempos andaba preocupado por mi relación con el cine: él solía poner el aburrimiento y yo los ronquidos. Imposible no dormirme en una película. Aunque he de reconocer que también con los clásicos me dormía, por lo que parecía cosa de la edad, eso sí, auxiliada por un mullido sofá donde me repanchingo para verlos...

La última vez fue con Los Simpsons, la película, cuyo comienzo (o empiece, que también se puede decir, y no sólo en Badajoz) me pareció genial; no obstante, esa genialidad se vino un poco abajo en el transcurso de la cinta, no sé si lo suficiente como para que yo diera las dos o tres cabezadas que di. Recordé entonces aquella tarde de domingo en que mi padre nos llevó a conocer el hiel… no, perdón, al cine de invierno de Coria del Río, pueblo cercano a Sevilla, donde proyectaban Los Hermanos Marx en el Oeste. Mi padre se llevó todo el día hablándonos de la película, representándonos escenas hilarantes y demostrando una pasión irreprimible por la película. No había pasado media hora del inicio cuando mi padre roncaba plácidamente entre nosotros, y es que el hombre trabajaba de sol a sol, de lunes a sábado, y el domingo nos llevaba de excursión, así que su sueño estaba más que justificado. Lo cierto es que yo pensaba que ya había llegado a esa edad en la que uno se duerme en las películas, pero ayer comprobé que tal vez el aburrimiento del cine también pone un poquito de su parte.

Quedamos con mi cuñado y mis sobrinas, y él quería ver precisamente la película de los de Springfield, y a mis niños no les importaba verla de nuevo con sus primas. Así que aproveché y me metí en una sala casi vacía, a las seis de la tarde de este verano caluroso, y me dispuse a dorm… quiero decir, a ver una película distinta. Oigan, ni una sola cabezada, casi dos horas de pura atención y de sano estupor, y creo poder afirmar que vi la mejor película de estreno que he visto en años: Ratatouille. La gente de Pixar siempre me asombró, pero a veces era por su capacidad técnica, otras por esos toques increíbles de sensibilidad, e incluso por las bondades de sus guiones, pero lo de ayer fue una conjunción tan asombrosa de virtudes que salí de la sala absolutamente entusiasmado.

Verán, la película no descubre América, ni hace avanzar al cine hacia terrenos nunca explorados (bueno, un poco sí…). Sus actores incluso sobreactuaban un poco, como todos los actores de dibujos animados después de que Disney gestara magníficas películas como Blancanieves y los siete enanitos, El libro de la Selva o la fabulosa Aladín. Pero aunque Ratatouille no invente casi nada, ni lo pretenda, sí hace un revuelto exquisito de las virtudes del cine.

El guión es fascinante y, pretendidamente para niños, los valores que se ensalzan en él están mucho más cuidados que en ninguna otra película del género, y transmitidos sin tufo a moralina, con la simple historia del ratón y su amigo. Apenas tiene un instante en el que flojee (justo ese instante donde mi cabeza cae sobre mi pecho amenazándome con la muerte del loro), y el lenguaje usado (buena traducción y magnífico doblaje) resulta verdaderamente sabroso, con frases sorprendentes y una emocionante reivindicación de la cocina como juego. La música es terriblemente correcta, y por momentos sobresaliente, pero sobre todo cumple su función con una perfección destacable; el pasaje de los créditos finales no tiene desperdicio, y no sólo por la música, sino por la animación del fondo. Y es que donde la película se sale es precisamente en su aspecto artístico. El embobamiento continuo ante la habilidad técnica para construir los movimientos de los personajes y unos escenarios detallados hasta la perfección, se diluye ante el increíble gusto de esos escenarios en París, la imagen inolvidable de esa casa del inicio de la película, con la tormenta cerniéndose sobre ella, los correteos del ratón por los entresijos de las casas y las alcantarillas, las panorámicas de los atardeceres, las escenas nocturnas junto al río, la persecución en los barcos por el Sena… ¡Tengo que verla de nuevo!

Ni una cabezada ni el más ligero intento, lo juro. Una obra de arte Ratatouille.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, Sevilla...

(Parafraseando... un poquititito)

=)

Me alegra que la película te agradara. Cuando yo terminé de verla, -sí, puedes llamarme cursi-
lloré de nostalgia, alegría, o yo no sé.
Lo cierto es que algo dentro de uno (estoy hablando a título personal, desde luego) se rescata.
Y ya va uno por ahí, olfateando la noche y el aroma de los sueños que sin más regresan para recordarnos que siguen ahí... reposando, como los buenos vinos. Porque cierto es que hay que beberse la vida de a poco, no para agotarla, para incorporarla, y terminar vaciándose en el intento.

Las viandas servidas... parece.

Abrazo afectuosísimo J.M.

S. C.

C.C.Buxter dijo...

No sé, a mí las películas de animación no acaban de convencerme... Aunque, en honor de la verdad, ya son varias las personas a las que oigo hablar bien de esta película.

Yo hace ya bastante tiempo que no voy al cine, quizá un par de años (desde que mis amig@s decidieron que el cine era sólo para ir en pareja, más o menos...), así que supongo que no servirá de mucho decir que la última película que de verdad me gustó fue "O brother", de los hermanos Cohen. ¡Siempre nos quedará el DVD!

Anónimo dijo...

Tenía mis dudas sobre ir a verla o no, pues las pelis de animación me cuelen crispar un poco los nervios, pero me has convencido.
Pienso echarte la culpa de lo que venga después. ;)
Besos

Anónimo dijo...

Pues en función de lo que dices habrá que animarse (aparte de que a mí los ratones -no las ratas, que son otra cosa- me caen especialmente simpáticos). Como C.C.Buxter, no soy yo muy partidaria de las películas de animación, pero siempre hay alguna que se nos salva; las imágenes que has colgado en el post parecen sugerentes, muestras de un producto, al menos, bien hecho. Y para C.C.: no cielo, el DVD nunca puede sustituir al cine, es únicamente un sucedáneo tolerable. Al cine se puede ir solo, e incluso ver más de una película de una tacada (es lo que hago yo, aunque no suene muy ortodoxo). O brother... esa peli es ya lejana (por cierto, buena también la BSO). No puedo creer que no hayas vuelto al cine desde entonces. ¡Eso hay que remediarlooooo! Besos.

Lula Fortune dijo...

La verdad es que yo también he notado que uno de los efectos de la edad es que me gusta todo mucho menos. Yo le pongo entusiasmo, pero pelis, libros...se me caen de las manos.A veces vuelvo a los clásicos para reconciliarme con el género humano y es lo que me salva.
Tomaré en serio tu recomendación.Los de Pixar siempre han sido muy buenos (recuerdo Toy Story)y hasta olvidas que son dibujos, tan verdaderos o tan falsos como los actores de las otras pelis.
Un beso ratonil

amart dijo...

Amigo Sir John, tengo una deuda conmigo mismo: me debo esta peli y todavía no he ido a verla. Serán retazos de una infancia ya tan lejana, pero me encantan las de dibujos, y ahora, con las técnicas de animación actuales, el resultado final es asombroso. A mi mujer le hacen menos gracia, pero siempre me quedará mi hija Helena, aún más fanática que yo. Bueno, eso suponiendo que no me haya puesto los cuernos y haya ido a verla ya con alguien.
Tu crítica, Sir, me pincha en la urgencia. Tengo que ir ya. Un abrazo.

Sir John More dijo...

Excusas mil por el retraso en la publicación de vuestros comentarios. Estuve tres días completamente absorbido por Madrid y su gente adorable (ya os comentaré mi experiencia con Van Gogh y Estes). Y en cuanto a vuestros comentarios, bueno, me da que, escribiendo esto sobre Ratatouille, adquirí una gran responsabilidad: va a ser complicado que alguien no venga a reclamarme el dinero de su entrada... Si os digo la verdad, releyendo por primera vez mi entrada y luego leyendo vuestros comentarios, me entran unas ganas locas de volver a verla, de verdad.

Creo que Roxana pone el dedo en la llaga: sí, esta película me ha evocado muchos sueños, sueños que se gestaron con experiencias y deseos. Comprendo que echara al final una lagrimita, y soy de los que piensan que uno debe llorar en el cine cuando el cuerpo se lo pide. El final de la película, ese travelling inverso (me da igual que no se llame así, lo acabo yo de bautizar, ¿pasa algo? Ah, bueno... :-)) que nos dice: eh, gente, estuvimos aquí metidos, en esta historia, pero mirad lo que hay fuera... Jo, ¡cómo me gusta esta película! Roxana: tú llevas París pintado en el corazón.

¿DVD o cine? Estoy con Ana, creo que C.C.Buxter tiene que hacer un poder y encajarse en el cine. Aunque adoro también el DVD, que nos permite ver tantas y tantas maravillas que nunca más proyectarán en un cine de provincias.

Leo: con esta peli te pondrás de los nervios varias veces, porque acción también tiene, pero espero que determinadas escenas rebajen esos nervios hasta acariciarte el alma. Es lo que me pasó a mí...

Oye, Ana, buena idea. Una vez que te escapas, ver dos de una vez... No es mala idea, no. Bendito cine, ¿eh?

Lula, la edad parece que nos hace más y más insensibles, pero piénsalo bien: cuando algo nos atrapa, uf, ¡cómo nos atrapa! Digamos que ponemos el listón bastante alto, y tal vez nos perdamos muchos detalles valiosos de obras menores, pero cuando llega algo bueno a nuestras manos y nuestros ojos, bueno, lo del éxtasis de la de Ávila un mero estremecimiento.

Amart, yo doy gracias al Altísimo (no, no es Pau Gasol, aunque tampoco el otro, es una forma de hablar...) por haberme encontrado con estos dos enanos que tengo en casa (por cierto, uno de ellos ya altísimo), porque su encuentro me permitió ver tantas y tantas películas maravillosas, y aún más, los ha educado a ellos en el cine de un modo que puedo decir ahora que me enorgullezco de tener a dos hijos que se pirran por el cine, que con catorce y doce años recién cumplidos son forofos de Lubitsch, de Woody Allen, de Chaplin, de Hitchcock, de Disney (por supuesto), de Ridley Scott... Y que se mueren, oiga, por que los dejemos ver Apocalypsis Now o toda la saga de El Padrino.

Bueno, que muchísimos besos pa to el mundo, me alegra encontraros por aquí de nuevo.

LA CARICATURA EXISTENCIALISTA dijo...

Si Tito pudiera ir al cine, la primera pelicula a la que lo llevaría es Ratatouille

saludos!

Sir John More dijo...

Uno nunca sabe cuándo se abre el mundo y nuevos paisajes se hacen accesibles... Esperaremos a Tito con impaciencia.

C.C.Buxter dijo...

Veo que mi confesión ha causado honda preocupación... La verdad es que sí he visto alguna película después de "O brother", pero coincidió, ¿lo adivináis?, cuando una amiga y un amigo dejaron casi simultáneamente a sus respectivas parejas... Entonces ví "Los increíbles" y otra que creo que se llamaba "El maquinista".

Lo de no ir al cine también es un poco por pereza de ir solo y porque, además, tampoco son muchas las películas que me llamen la atención. Sí que estuve a puntito de conseguir que alguien me acompañase a ver "Million dollar baby" y el reestreno de "Apocalypse now", pero se quedó en eso, un intento.

Pero bueno, para tranquilidad del personal y especialmente de Ana, lo prometo: ¡voy a intentar volver al cine!