(Poema escrito alrededor de 1980 para una mujer inventada)
Mira, una abeja.
¡Que se quiere comer tu comida!
Lleva treinta y cinco vueltas.
¡Pobrecita,
cuánta vuelta en vano…!
Y si volando se encuentra
el rechazo de tu mano
más te asedia.
¡Que se quiere comer tu comida!
Lleva treinta y cinco vueltas.
¡Pobrecita,
cuánta vuelta en vano…!
Y si volando se encuentra
el rechazo de tu mano
más te asedia.
Tanto olivo en los contornos
y sus flores tan sosas…,
en su delirio te ha de ver
brillante y apetitosa.
¿Que acaso se equivoca?
Yo, antes, sin ir más lejos,
casi me caigo del árbol
del peso de mis deseos,
y eso por trabajar las ramas
mirando donde no debo.
¿Estaré enamorado?
Sería todo un contratiempo,
una mala jugada del aire.
¡Que mis zumbidos serenos
se turben con la diana
de las fuentes de tus pechos…!
¡Antes la muerte!
Ya conozco la historia:
la abeja insidiosa
va y se pierde un día,
porque, aburrida del campo
y en pos de la fantasía,
se enreda en las telarañas
de un callejón sin salida.
No, dejemos el amor,
dejemos, abeja, la comida.
y sus flores tan sosas…,
en su delirio te ha de ver
brillante y apetitosa.
¿Que acaso se equivoca?
Yo, antes, sin ir más lejos,
casi me caigo del árbol
del peso de mis deseos,
y eso por trabajar las ramas
mirando donde no debo.
¿Estaré enamorado?
Sería todo un contratiempo,
una mala jugada del aire.
¡Que mis zumbidos serenos
se turben con la diana
de las fuentes de tus pechos…!
¡Antes la muerte!
Ya conozco la historia:
la abeja insidiosa
va y se pierde un día,
porque, aburrida del campo
y en pos de la fantasía,
se enreda en las telarañas
de un callejón sin salida.
No, dejemos el amor,
dejemos, abeja, la comida.
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