Y llegamos a Nueva York, a Manhattan concretamente. Y no sólo por sus rascacielos, sino también por esas bandadas de bípedos supuestamente pensantes que colapsan sus calles. Todas las personas a las que comentamos que íbamos a la Toscana, y que había tenido algún contacto con la zona, nos hablaron, en primer lugar, de San Gimignano, más de la mitad sin recordar muy bien su nombre. Y por eso el pueblo estaba atestado de enamorados de la Toscana.
En realidad el pueblo es una hermosura, y no sólo por sus catorce torres, sino por sus calles de piedra exquisitamente conservadas y sus vistas a la campiña toscana…
Al pasar al lado de la pasticceria cioccolateria Armando e Marcella no tuve más remedio que pararme. Unos pastelitos cubiertos de piñones me llamaban a voces. Y entonces, al entrar, vi que las vitrinas estaban plagadas de pastelitos con nombres curiosísimos y muy difíciles de recordar. Probé otro, además del de piñones, y si no llega a ser porque poco antes había comido hasta llenarme, hubiera desvalijado el local…
En la Piazza della Cisterna (la plaza principal, llamada así por su pozo, cisterna), la Gelateria Pluripremiata vendía con éxito el honor de haber sido campeona del mundo de helados en 2006 y 2008. Por supuesto, nadie preguntaba en qué consistía tal campeonato del mundo… Ni por qué ahora ya no era campeona del mundo…
Y los cielos, los cielos de la Toscana que también en San Gimignano aparecieron al atardecer, mientras yo disfrutaba de un Spritz fresquito…
Al poner rumbo a Volterra, San Gimignano nos despide posando con sus mejores galas…
2 comentarios:
Que fotos más buenas y que magnificos recuerdos me traen.
Gracias, Carmen, ésa es precisamente la función de las fotos, ayudarnos a recordar. A mí me parece que hace un siglo que estuve en Italia, casi como un sueño, y volví no hace aún un mes... Un beso.
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