miércoles, 28 de mayo de 2008

Mis buenos amigos Amado y Lubitsch

img011 El amor de Gabriela, el amor por amor, sin precio, el amor de risas y entrega, el amor que convierte las horas en eternidades. La fábula de Gabriela, el relato imposible de un mundo que comprende y acepta por fin que la dulzura nunca brotará del compromiso y la determinación. Gabriela y la negación del futuro, Gabriela y la reivindicación del presente, del rumbo natural por los días que se abren como nenúfares sobre el estanque de nuestras tristezas. Gabriela y su cuerpo, sus caderas redondas, su sonrisa de sol temprano, la pasión de VesúvioGabriela y los abrazos que la alimentan. Y el sexo como la hierba, y las caricias robadas como el aire nos roba caricias… En el reino de Gabriela la maldad se derrite al tacto de esa melancolía que juega infantil con la vida, tras el mostrador del Vesúvio,  en su desnuda piel canela, medio oculta en la penumbra de una cama, con ese aroma suyo a clavo que acabó por conquistar mis sentidos. Gabriela, Ilhéus, Nacib, João Fulgêncio, Malvina, Clemente y mi amigo, mi buen amigo Jorge Amado.

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img012 La aventura, la ceguera de la gallinita, el tacto de una flor y un libro, y los entresijos de nuestras ilusiones que guardan siempre el equilibrio en el borde justo del abismo. Un beso inesperado, impensable,  resuena entre mis brazos, y un buzón de doble Lubitsch 1entrada y una ciudad diminuta se alían para acogerlo, como ese lugar ínfimo donde el aliento del amor empañó cierta vez la visión de las estrellas. En la tienda de las esquina, en el bazar de las sorpresas se dirimen sueños y mentiras al arrullo de las justas palabras, gestos nítidos de la balsámica delicadeza, de la imprescindible ficción. Ay, aquel cine improvisado de mi vacilante juventud, aquella fértil oscuridad que vino a rodearme para no abandonarme nunca más…

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda, una de mis películas favoritas de todos los tiempos... La he visto una y otra vez y me sé los diálogos de memoria.

Carmen dijo...

Me has dejado el cuerpo para leer a Gabriela...

Sir John More dijo...

Me alegro mucho g, creo que esta es una de las películas que, al verla, le hace a uno la prueba del algodón de la sensibilidad... Saludos cómplices (para mí también es una de las películas más dulces y redondas que he visto).

Ay, Carmencita, así al pronto no sabría decirte si tú puedes tener este plus de atracción a la novela que voy a comentarte, pero me da que yo lo he pasado peor de lo que lo podrás pasar tú, porque a la maravilla de la novela en sí, con ese verbo tan cercano de Amado, y a la diversión de leer las historias de toda esta gente, se une ese cuerpo y esa risa divina de Gabriela. Dan ganas de aullar, te lo juro... Te recomiendo otro libro de este buen hombre que aún me gustó más, aunque está superagotado: Los viejos marineros. Impresionante... Besos.

elita dijo...

Me lo apunto Sir John, en cuanto vuelva a coger la carrerilla perdida. Seguro valdrá la pena.
Besos mil.

Anónimo dijo...

Pero hay algo triste en esa película, algo que no se ve. Y es que, realmente, si la historia siguiese, los protagonistas se encontrarían de pronto inmersos en plena Guerra Mundial. Siempre he pensado eso... Él tendría que alistarse, y ella tendría que escribirle más cartas al frente.

Una idea para una novela: escribir las cartas de amor que se escribieron entre sí James Stewart y Margaret Sullevan -bueno, sus personajes- en esta película maravillosa.

Sir John More dijo...

Espero que lo disfrutes, Elita, y coge esa carrerilla cuanto antes; sea como sea, el trabajo es un castigo divino... Besos.

Uf, g, si nos planteásemos este tipo de cuestiones en un cuentecito de hadas como éste, aparecerían muchas más objeciones. De momento, ese amor no sólo pasaría por los rigores de la guerra, sino que, como todos los amores apasionados, tendría un clímax y luego un paulatino enfriamiento, donde, claro, podría crecer algo muy valioso, pero también muy diferente de esa sensación que es la que da sentido al cuento. La vida es triste en sí misma, y la función de estos cuentos es tal vez mostrarnos que la felicidad puede ser un ramillete de fogonazos de pasión en medio de una oscuridad infinita.

En cuanto a la idea de la novela, me da a mí que con lo torpe y vago que me siento ante una historia larga, ésa sea la única oportunidad que tenga de escribir un relato largo: las cartas. Así que me lo apunto... Un abrazo.

Carmen dijo...

No, me da que ese plus del que has disfrutado no lo tendré yo... pero siempre se podrán encontrar resquicios. Me apunto la recomendación. Gracias!!!

Sir John More dijo...

La pasión es una. Alguien se quejaba hace un rato en un blog de que aquí andamos mucho en el mundo virtual y demasiado poco o nada en el mundo real. Pues eso, la pasión puede permitirte destilar lo que Gabriela supone... Bueno, es muy tarde y prefiero no soltar ninguna inconveniencia. Me caigo de sueñ... zzzzzzzzzzzzz zzzzzzz

Luna dijo...

Si me permites, te recomendaría una película, puede que la hayas visto.

Breve encuentro.
Una joya, una verdadera joya del cine.

Saludos

Sir John More dijo...

Oído cocina... Besos.