viernes, 16 de mayo de 2008

Clochard en la noche

Clochard murmuró: «Me gusta resbalar en tus últimas palabras recogiéndolas a destiempo, contagiándolas de esta sorpresa nocturna. Me gusta rociarlas de aperturas y licencias, y luego bebérmelas como se bebe la limonada fresca con hierbabuena. Yo querría oírtelas, paladear sus sonidos salpicados de risas tuyas, sin la servidumbre de tener que imaginar la exquisita entonación de tu voz. Los días transcurren abrumados de ruidos, del tráfago insensato de los horarios, con las calles atestadas de viandantes tan lejanos, y mis sueños encallan en los inservibles zaguanes, entre cartones manoseados y sólidas tristezas. Pero a mí, cuando la noche se asienta, me gusta resbalar en tus últimas palabras, recogiéndolas sin tiempo, contagiándolas de esta eternidad anochecida».

3 comentarios:

Idea dijo...

Hay palabras que tienen un idioma propio, le clochard sólo puede serlo en tanto es, hay una poesía en su andar, y usted en otro idioma, encontró como describirlo sin traducirlo. Lo felicito

Elena dijo...

Paradójico esquivar el vacío en un espacio sin tiempo.

Besos.

Sir John More dijo...

Gracias, idea, pero siento que aún no conseguí acercarme bastante a ese lenguaje que todos, con un poquito de atención, podemos oír entre los montones de basura y cartón de algunos portales abandonados, o paseando sin prisas por nuestras nítidas calles. Un lenguaje que nos define con acierto terrible. Muy honrado por su visita...

Querida Elena, ¿no será tal vez la única forma de esquivar el vacío despojar al espacio del tiempo? Aunque lo hagamos volando en un sueño de horas... Echo tanto de menos romper esa barrera entre el sueño y la vigilia... Tal vez una pista vuele con la sombra de Peter Pan. Amiga, un beso.