Este país es repugnante. Nuestra sociedad es repugnante. Tomemos un quiosco y observemos las revistas que se venden. Encendamos la televisión y analicemos las mil series y películas que se emiten no sólo en horario de adultos, sino en cualquier horario, y a las cuales andan colgados encofradores y poetas, repartidores de pizza y catedráticos eméritos. Repasemos con unas gotitas de objetividad los hábitos de un número bien significativo de jóvenes, y preguntémonos a continuación qué tiene ver todo ello con la cultura y con la inteligencia. Las modas y sus pasarelas, las misses y las subastas legales de carne en exitosos programas televisivos, los braguetazos (ah, delirio sumo, ya sin distinción de género) de mujeres florero y de niñatos de encefalograma plano, las bodas, bautizos y comuniones de alto copete, el glamour mentecato chorreando de los tejados, ministras con roperos kilométricos... Las cosas que tiene la libertad, dicen algunos. Pero ahora toca indignarse con esos brutos que montaron una discoteca para ganar dinero, y que va a resultar que son los que inventaron el maldito capitalismo. Y con un montón de adolescentes que juegan a lo que juegan todos los días niños y niñas antes las narices de la Señora Ministra, del Fiscal General del Estado, del Defensor del Pueblo Andaluz y de la sufrida ciudadanía, sin que nadie diga “esta responsabilidad es mía”. Un montón de adolescentes que, por cierto, se bañan todos los fines de semana en alcohol adulterado, sin que ninguno de estos impresentables vaya más allá de una estúpida lamentación. ¿Es función de una discoteca de mala muerte compensar la desastrosa política de servicios sociales (ah, olvidado desarrollo comunitario), la ridícula política educativa (ah, aquellos escenarios pintados por José Ramón en los primeros panfletos socialistas de la democracia) o la política cultural... gilipollas que sufrimos en este país? Como bien dice mi buen amigo Alfonso, creo que no sólo deberían abrir diligencias a los empresarios de la discoteca por corrupción de menores, sino también por desfalco a la banca del Monopoly, por robo de billetes del juego, por compra masiva de calles de Madrid alterando los precios del mercado y por competencia desleal. Eso sí, añado yo, con la atenuante de estar proporcionando a toda esta gente guapa una buena excusa para indignarse y creer que, con esas frases manidas y ampulosas, justifican los sueldazos que les pagamos.
5 comentarios:
Sir, algunos de los que dicen o deberían decir "esta responsabilidad es mía" son los de la pildorilla del día después, en mi humilde opinión, más que una gilipollez, un peligroso disparate, dada la madurez general de nuestra prole adolescente.
Saludos cordiales.
Es como todo, Sean, todo, incluso lo que nos hace más libres, debe hacerse con oportunidad, y siguiendo los pasos necesarios para que crear aberraciones. Nuestros responsables políticos son una aberración en sí mismos, y van soltando pildorazos inconexos que no tienden a organizar la sociedad, sino a desarrollar su marketing político. Si bien a mí no me parece nada mal la idea de esta píldora, a estos responsables les importa un verdadero pimiento la situación de la educación y sobre todo de la cultura y la inteligencia en este bendito país. Y sobre ese fango pretenden haber inventado la rueda estos guapos... En fin, esto es lo que hay. Yo espero acabar mis días en una granja solitaria de las Tierras Altas de Escocia, olvidado de estos indeseables, aunque si el Alzheimer es hereditario, posiblemente olvidado de todo... :-( Un abrazo.
Hola Sir. A mi también me parece cojonudo este avance médido-farmaceútico y, cómo no, que la cuarta parte de los menores de 16 años practiquen sexo, de ellos la mitad con menos de 14. Pero ese no es el problema, como bien dices.
De esas Highlands me habla muy bien a diario mi amado, indomable, oriundo perro y, de vez en cuando, el trago de Chivas.
Pues digamos que Chivas, el que tomamos aquí al menos, es un whisky de grandes almacenes comparado con las innumerables maravillas que hay por aquellos lares. Nunca me gustó el whisky hasta que no probé uno escocés, y luego un buen whiskey irlandés. Y de hecho no suelo tomar whisky con frecuencia, pero saborear unas gotas sin hielo de esa maravilla te te trae el aroma del brezo y la turba, y los colores de los paisajes libres de aquellas tierras. Un abrazo, y saludos a ese perro tuyo, al que tendrías que ver en acción con las ovejas...
Tampoco bebo, Sir, casi nada. Y de medio distinguir, un buen tintorro o una manzanilla, a lo sumo. Digo Chivas por decir el primero que acude a la ancestral des-memo-ria mía, sin duda fijada en eso de las marcas de whiskises en los esquilmados nocturnos a las botellas paternas, en aquellas épocas de exámenes finales, sin créditos y centraminas a gogó.
Para eso tengo a mi buen amigo Arturo, incondicional y asiduo visitante de esos celtiñas isleños. Algún licor maravilloso de esos con aromas de turba tostada y nombre irreproducible hemos catado.
¡Madre mía, el gamberro de Tango! ¿detrás de las ovejas, dices? A bocao limpio, eso sí... ¡Pobres de ellas! Si lo vieras (pes)pu(n)teando a tres caballos hace unos días en la Sierra Norte..., cualquier día lo recojo de lo alto de una encina.
Un abrazo.
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