jueves, 21 de mayo de 2009

Tiempo púrpura azulado

Jacaranda Fiel y parsimoniosa, ejemplar y elegante, florece un año más la jacaranda. Hoy se alza rodeada de cipreses, vigía de la paz y el silencio de los muertos, esbelto reloj de un tiempo púrpura azulado.

Ayer hicieron setenta y tres años que tú afloraste entre ellas. Serías suave como un suspiro, blanca, marina, intacta pluma sobre una tierra de bombas y sangre inminentes. Serías hermosa, un tesoro para la abuela: insondable esperanza en el horizonte, risa en el perenne infortunio, pan en la miseria perfecta. Y así afrontaste siempre la vida traidora, con alma de limpio algodón y brazos de sol afanoso, tierna aunque audaz, desvalida pero gigante, cargando con un destino de trampas e ingratitud que nunca pudo con la bravura de tus manos…

Hoy la jacaranda, un año después, setenta y tres años más tarde, se mece fiel y parsimoniosa en los últimos aires de la primavera. La nieve fulgente de las tumbas, atestada de cuentos antiguos, no impide que en el cementerio sólo se advierta el revoloteo de los mirlos y las palomas torcaces, y el sigilo melancólico de unos gatos desconfiados. Miro a la jacaranda, y el viento y el tiempo pasan huidizos entre sus ramas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo entiendo y comparto todo lo que transmites. Lo siento todo tan profundamente...

Beso

Sean dijo...

Sir, me tiño también del color de tus amores. Y compruebo en ajeno que ni el viento ni el tiempo nos destiñe.

Sir John More dijo...

Y yo, Anónimo/a, cuánto me alegro, de veras, ¿hay mejor comunicación que ésta, inopinada, gratuita, desconocida?

Hay árboles, querido Sean, de casi diez mil años... Y mujeres eternas.