Sostén, Hamlet, su calavera,
sus yertos huesos
de bufón hombre
que bufón me trajo
al mundo de los bufones.
Sostén su pétreo enigma
desvelado por esta muerte
que lo va alcanzando
tan cautelosa.
Somos cada vez más
eso que morimos,
la armazón tozuda y recia
que nos soporta,
los humores estrictos
y la tierna consunción
de estas flores afligidas
que un día crecieron
con nuestras conquistas.
Hay una fecha
que te amanece vacía,
con el solo quehacer
de morirte y morirte,
de indultar tu calavera
blanca de sus laberintos,
para guiarte lejos,
a los remotos latidos
de mi corazón.
Tu mirada se diluirá
en los vientos inútiles
del tiempo vano,
en los resquicios ciertos
de mi memoria,
y quedará tu calavera,
sobre la mano de Hamlet,
tu calavera recia y tozuda,
blanca y constante.
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