Enka me preguntó qué es la melancolía. Yo le contesté, escribiendo así, a vuelapluma, sin pensarlo demasiado, sin afán de coherencia, como más me gusta: “La melancolía es una luz oscura que nos rodea cuando miramos con indebida atención... O el brillo de esas certezas que acuden en auxilio de la vida cuando quieres comértela. El mismo amor es pura melancolía...”. Luego le reconocía necesitar unas vacaciones de mí mismo. El silencio es una virtud que sólo la música y algunas voces muy señaladas deberían poder interrumpir.
15 comentarios:
Melancolía... ese tenue manto que nos envuelve y al que sería tan fácil entregarse.
¡Vade retro, melancolía, viejo demonio engañoso, apagador, que marchitas con enfermizas blanduras el impulso, la garra, el esfuerzo y la sonrisa!
De los espejismos más amables, de los brazos más abiertos y suaves... la melancolía es reina.
Atrae como una araña, envuelve en telas de blanduras sin apagar las luces -para no asustarnos- devorándonos despacio, absorbiéndonos la vida, el futuro, la esperanza... con sus cánticos antiguos, de loas y elegías a otros tiempos, que nos pinta mejores, menos vacíos...
La melancolía es artista de pintar, sin que le tiemble el pulso, los más desoladores paisajes, paisajes de vacíos. Vacíos tan vacíos... que te vacían el alma.
Y la preparan para acoger a sus parientes: tristeza, desesperación, negrura...
¡Vade retro, bicho malo, vade retro, insanía!
¿Sabes? -Hay que saber mirarla de frente, evitar su abrazo y encender las luces (todas las que tenemos. Porque las tenemos. Y porque podemos. Podemos).
Un abrazo, de esta voz que destemplada e interrumpona... quiere deshacer el falso encanto de la maligna, perniciosa y parásita MELANCOLÍA. Entre todas la peor de las tentaciones. La engañosa. La apagadora. La monstruosa y debilitadora, hidra.
Y Feliz Navidad, amigo.
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Sin quitarte una pizca de razón, dejaré que te conteste el bueno de Emil:
"Existe, es evidente, una melancolía sobre la que a veces actúan los fármacos; existe otra, subyacente a nuestras explosiones de alegría, que nos acompaña constantemente, sin dejarnos solos ni un instante. De esa maléfica presencia nada nos permite librarnos: ella es nuestro «yo» frente a sí mismo para siempre".
"Para engañar a la melancolía hay que moverse sin tregua. En cuanto nos detenemos, ella se despierta, si es que alguna vez se adormeció realmente".
¿Qué hacer cuando te cansas de tanto movimiento y tanta desilusión? Sí, levantarte, claro, como ese tipo de la cruz... Y fíjate que con tanto pelo y tanta barba diríase que soy el cuerpo de la Sábana Santa... :-) Un beso.
No puedo decirte que no..... y menos cuando yo vivo en constante movimiento.
Pero entre el perceptivo ¿Sagan? y el acerado Victor Hugo ("La melancolía es la felicidad de estar triste"), me quedo con el lado más peligroso del último: la posibilidad -siempre presente- de caer adictos a ella. De atarnos al suave embrujo de la insania paralizadora de sus cantos de sirena.
Me dices que qué hacer cuando te cansas de tanto movimiento y tanta desilusión?? -Seguir. Y seguir. Y seguir. Y cuando ya has caído ciento y mil veces, querer seguir siguiendo o seguir queriendo querer seguir.
Sin tregua a nosotros mismos; porque lo fácil, mi querido amigo, es dejarse. Y el reto (y a tí -recuerda que te llevo bastante leído-) te gusta lo difícil.
Así queeeeeeeee..... no olvides recordar que PREFIERES una buena refriega contigo mismo, en la que tengas opción de ganarte la batalla queeeeeee.... la facilona caída al pozo senza fondo de ella, la peor de las concubinas: la Melancolía.
Y ahora...... tengo que seguir pelando el resto de los 460 langostinos tigre... agggghhhhhhh!!
Bicos.
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P.D. ¡Ahhh.... y tirando pá la peluquería, hop, hop! (jejeje)
De tanto, intentar, porque no digo que lo consiga, mirar con atención. Y de tanto huir de las certezas, me viene a mí este cansancio. No es que necesite vacaciones de mí mismo, me hace falta volver a nacer diferente. Y sigo...
Feliz Navidad y un abrazo,
Buenos días:
Es curioso, yo hubiese hecho la misma pregunta... cada persona da un versión distinta.
Me dijeron no hace mucho tiempo " lo importante es respirar, lo demás nos llega sin pedirlo"
No me gusta la melancolía, dificulta el caminar, me pone triste y un montón de cosas más, por lo tanto, uso mis resorte interiores.
Estamos en una fechas especiales para la melancolía, por lo tanto si aceptas algo de una desconocida, te regalo 200 kilos de ternura es mucho más bonita que la melancolía y hace mucho menos daño.
Saludos cordiales.
No recuerdo ahora la cita literal, estoy perdiendo facultades, pero decía Sthendal que las personas que tienen propensión a la melancolía son las mejores dotadas para el amor.
Yo, que peco de melancolía con demasiada frecuencia, no estoy de acuerdo. A la melancolía hay que echarla de casa porque no trae nada bueno pese al halo poético con el que pretende engañarnos. Y llegar a esta conclusión me ha costado muchos años, mucho sufrimiento y no pocas lágrimas.
¡Feliz Navidad, Sir!
Vaya, parece que la malvada brujIta se lleva el gato al agua, y la pobre Melancolía acaba con mala prensa. A mí, sin embargo, y salvo en el comentario de Tawaki, que parece andar más por la causa, además de encantarme vuestras palabras, me chirría algo: la melancolía no es algo fuera de uno mismo, una enfermedad, ni siquiera una costumbre, sólo una conclusión. Como dice Cioran, hay una melancolía que se puede curar con fármacos, y hay otra que es el resultado de mirarse. Claro que nuestras vísceras pueden pedirnos mirar hacia otro sitio, y no creo que sea menos interesante crecer hacia fuera que hacia dentro, pero al fin y al cabo no deja de ser un engaño mirar hacia otro lado. Tampoco me molestan los engaños, y suelo manejarme con muchos, pero cada vez me siento más incapaz de algunos de ellos. Besos para todos y mis mejores deseos.
Pd.- Creo, T, que lo que decía Stendhal casi podría ocurrir al revés: los seres que se dejan encandilar por el amor acaban melancólicos, porque el amor (entero, terrible, antinatural, lleno, libre...) no deja de ser una de las mejores formas de llegar a uno mismo. Recuerda a Hans...
Hans es un tipo decadente, querido Sir. A mí, ser decadente, y además diletante, no me parece mal pero la melancolía es una estafa.
A mí se me ocurre que la melancolía también es una forma de lucidez. Pero todo cansa...
Me atrevo a romper tu silencio para mandarte un beso sonoro y desearte felices fiestas.
Hans Castorp somos, al fin y al cabo, todos, querida T.
Todo cansa, Leo, incluso la lucidez, hasta la propia melancolía...
Os deseo lo mejor a todos, en estos días y en los demás, claro. Un beso para ambas.
Hasta Freud, o por ahí, el triste sin razón aparente era diagnosticado de mal de melancolía. A partir del austriaco, vino a llamarse depresión. Ojo con ella, Sir, nada de concesiones, cierra puertas y abre respiraderos.
Un abrazo, amigo, y mis mejores deseos.
Gracias, querido Amart, te deseo también lo mejor. No te preocupes por eso que dices de la depresión: creo tener las mismas posibilidades de adquirir una que de pillar la malaria. No, no se trata de depresión. Mi cuerpo puede haber somatizado alguna vez alguna tristeza, pero sólo para pillar un resfriado por haber descendido mis defensas. No, soy un racionalista incorregible (hasta a mis ilusiones le aplico la lógica, y créeme, no se les va el encanto tan fácilmente), y cualquier tristeza, cualquier sensación melancólica debe poseer su motivo. Freud, un tío sin duda interesante, se pasó de listo con casi la mitad de lo que escribió. Con todo, agradezco tus palabras y te deseo que estos días traigan, con sus motivos extraños, muchas buenas sensaciones para ti y para los tuyos. Un abrazo.
De acuerdo contigo en los excesos de Freud, y contento de tu racionalismo incorregible. Mejor así, sin duda.
Schelling atribuye a la existencia humana una tristeza ineludible y fundamental que constituye el fondo oscuro donde se fundamentan la conciencia y el conocimiento. Es un fondo oscuro que debe ser, en definitiva, la base de toda percepción, de todo proceso mental; el pensamiento, según él, es estrictamente inseparable de una “melancolía profunda e indestructible”.
La melancolía nos lleva de la mano, y aunque duela a veces, nos ayuda a sentirnos vivos.
Besitos.
Excusas por el retraso en la respuesta, pero este resfriado me trae a mal traer. Me parece, Elita, que Schelling y tú decís lo que yo intentaba decir sin conseguirlo del todo. Precioso y emocionante tu comentario. Creo que te pillo de nuevo volando, pero igual te escribo esto. Un beso rebosante de melancolía.
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