Gracias a Dios que sólo ha sido un sueño. Era una noche sin luna, y el maldito diablo me perseguía sin descanso, proyectando hacía mí su sombra nocturna por la calleja de tierra, con esa chistera de Tío Sam, delgado y enorme, como una endrina mantis religiosa, con esos ojos inyectados en sangre, con la luz muy atrás, alargando aún más su sombra que me adelantaba acorralándome, aunque yo igual corría y corría sin parar por el suelo de tierra de la calleja perdida, entre las puertas cerradas y el silencio irrespirable, pero él daba unas grandes zancadas, irónicas, sin correr me mantenía cerca, y alzaba el puñal apuntando a mi espalda, hacia la claridad de mi pijama, cada vez más cerca de su brazo de insecto gigante, silencioso como las puertas, pero inflexible en su paso, con trancos formidables, asesino de niños perdidos en la noche, entre las casas calladas, y yo corría, corría hacia ningún sitio, hacia la oscuridad, sobre la sombra del perseguidor, cercado por el cuchillo y su proyección oscura y afilada que rozaba mis pies, que se adelantaba, que se marchaba ahora justo cuando yo tropezaba y perdía una zapatilla en el silencio insoportable de aquel suplicio, y con un pie descalzo me acurrucaba en el vano de una de las puertas, y cerraba mis ojos fuerte y apretaba los brazos alrededor de mis piernas, y me ovillaba para hacerme pequeño, tan pequeño, imperceptible, inexistente, sintiendo el frío del cemento en el pie descalzo, y aguardando al destino, pero entonces desperté. Y gracias a Dios que sólo ha sido un sueño, y que ya es de día, porque ahora estoy seguro de que en algún sitio encontraremos esa maldita zapatilla, y que no tendré que volver al sueño para buscarla…
6 comentarios:
Qué angustia en esta perfecta forma de relatar el sueño. Muy bueno.
Las zapatillas, como los guantes y los calcetines. Siempre es uno el que desaparece. Nunca son los dos a un tiempo.
Un abrazo
sir john, hice el envío. uno de ellos es para tus hijos. haga el favor de pedirles permiso para que le dejen hacer ese paseo magico con ellos. el otro, para todo también. un abrazo grande
Sir, tienes que curarte. De lo contrario, lo que no te quite el catarro se lo llevarán los malos sueños. Calorcito de pecho ajeno y mimos (no falla).
Un abrazo.
Gracias a todos. Trataré de no mezclar el catarro con los sueños, porque éstos sí que serán monstruos y no los de la razón de Goya. Besos y abrazos variados.
El tío Sam... como para no tener miedo... :-)
Beso grande.
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