domingo, 4 de noviembre de 2007

Sombras

Las sombras se rozan, desde los extremos del universo se rozan ingrávidas, desvalidas, solas. Las sombras que somos alargan su desconsuelo al atardecer, y cuanto más desciende el sol más se extienden nuestras sombras hasta transformarse en la propia noche, en una tenue brisa de quietud, en un largo beso sin voz. Las sombras se enredan antes de dormir, tras acariciarse observadoras en una danza ciega de manos y sombras, de sombras y piel, de esos cabellos de sombra derramados sobre las sombras de estos hombros fatigados. Y nadamos en la noche y nos confundimos con ella en los extremos del universo, abatidos por la luz de nuestras congojas, hambrientos de lenguas y sombra, anhelantes del descanso nocturno en las sombras mutuas de nuestros labios, y nunca hubo sombras tan queridas, amables y suaves…

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese árbol crece en el tiempo, en la memoria. Su sombra es la sábana con que nos cubrimos, con que nos negamos a despertar. Y la voz de Scholl, como un beso. Agradecida.

Anónimo dijo...

A esta sombra le gusta la idea de formar parte de la noche. Le gustaría ser una sombra de luz, pero le deja ese cometido a los fantasmas: aún es pronto para vagar de esa manera. Gracias por este texto tan tranquilizador.

Tawaki dijo...

No sé quién lo dijo, pero toda sombra se produce porque hay una luz.

Las sombras te buscan al atardecer y es´inútil esconderse. Pero no son amenazadoras como algunos las pintan. Sólo quieren envolverte.

Un abrazo,

Sir John More dijo...

Querida Ana, ¿te fijaste que las sábanas suelen sernos fieles hasta la muerte, incluso en la muerte? Todo puede ocurrir, pero ellas siempre están ahí, cubriéndonos sin pedir nada... De sombra a sombra...

Sombra y luz. Mis buenos amigos Leo y Tawaki, es cierto, no hay sombra sin luz, pero para mí que la dulzura de la sombra no la alcanzará jamás luz alguna. Recordad nuestra noche en Madrid, llena de luces nerviosas, y lo hermoso anduvo sin duda entre nuestras sombras... Gracias a ambos por aquella noche y por vuestra cercanía.

Cyllan dijo...

Las sombras que somos... Qué hermoso lo que has escrito caramba. Me ha llegado. ¿Es tuyo?

amart dijo...

No sé si entenderás de poesía.
Dices que no.
Pero a veces cabalgas sobre ella.

Anónimo dijo...

Gracias a ti, Sir John, por tu calidez, compañía y conversación aquella noche. Espero que se repita, aunque no comprendas a las poetisas japonesas :) (A mi tampoco me gusta ese poema: que conste)
Un abrazote muy grande.

Sir John More dijo...

Sí, Cyllan, el texto es fruto de la madrugada y de todos esos sueños que lo asaltan a uno en esas horas en las que los seres mágicos, vestidos de luz durante el día, se visten de sombra y nos envían mensajes dulcemente inquietantes... Un beso.

Y debe ser eso, Amart, que la poesía, como todo tipo de arte, es el modo en que se expresa, pero sobre todo lo que se expresa. Aunque de esas sombras sabemos todos, ¿verdad? Un abrazo, poeta del pincel y la palabra.

Seguro que se repetirá, Leo, seguro. Aunque también podría ser en Sevilla... :-) Besos.

Anónimo dijo...

Estoy con Amart, y encima me gusta...

Soy sombra, muchas veces, muchas, pero me gusta la luz.

Beso.

Sir John More dijo...

Las sombras brillan con una luz oscura la mar de bonita, de veras...

Un beso.

Tawaki dijo...

Hubo mucha luz entre las tinieblas de aquella noche. En Madrid, en Sevilla, el sitio será lo de menos.

Un abrazo,

Sir John More dijo...

Y que yo lo vea, Tawaki, y que yo lo vea. Están muy caras las buenas conversaciones, y las almas de oro aún más... Así que eso, que yo lo vea.

Abrazos desde el segundo verano en el sur.