martes, 31 de julio de 2007

Spielberg, menuda criatura

Sé que me caerán algunas collejas, pero debo decirlo: definitivamente Spielberg es un director insoportable. Ayer se disolvió uno de los últimos motivos que tenía para callar esta afirmación. Al hablar de Spielberg, del humo fácil y vacío de sus películas, siempre hice hasta ahora una salvedad: El diablo sobre ruedas (Duel). Vi esta película (realizada originalmente para televisión) hace muchos años, y la recordaba interesante, incluso diría que cautivadora, de estas películas que te mantienen en vilo hasta el último de sus minutos, y con un guión inteligente, noble. Para los que no la hayáis visto, su argumento es el siguiente: un señor hace un viaje en coche en el que debe cruzar zonas muy despobladas de algún estado norteamericano. Adelanta con dificultad a un camión, pero luego se da cuenta de que el camión lo persigue, y el viaje se transforma en una aventura angustiosa en la que el camión (o el camionero) juega a su antojo con el protagonista.

MayCvr1Hace unos días le comenté algo sobre la película a mi hijo mayor (cuya cinefilia comienza a preocuparme, porque ninguna adicción es buena), así que la conseguimos y la vimos. Juro que en las últimas películas que he visto de Spielberg he adoptado una actitud de alerta ante mi posible predisposición negativa. Le he visto tanta tontería a este señor, tanto desperdicio de un talento del que ya empiezo a dudar, que bueno, trato por todos los medios de ser lo más objetivo posible con él. Ahora lo tenía fácil, porque incluso yo pensaba que era la mejor película de Spielberg, su primer intento serio de hacer cine y lo más fresco que había dirigido. Ésta era mi teoría. Pero ahora ya me he convencido de que no, que fue malo desde el principio, al menos como director de cine. La idea de la película era fantástica, y se prestaba a un juego increíble. El camión elegido no era un camión, era un monstruo gigantesco a la caza del pequeño animalito, un Valiant Plymouth rojo, tan indefenso. La película, tan simple a primera vista, permitía jugar con los mitos, pero observándola ahora, con ojos (sólo ligeramente) más formados que los de hace veinte años, descubro montones de detalles ridículos, que Spielberg podría haber salvado, pero que no salva porque es un niño pequeño, capaz sólo de genialidades sin fondo. Y si en las películas de Indiana Jones los múltiples fallos impiden que disfrutemos de unas divertidas aventuras sin más trascendencia, en Duel Spielberg desperdicia la oportunidad de haber realizado una obra maestra. Por poner un par de ejemplos: la escena en que el automóvil se para ante un paso a nivel, y al pasar el tren el camión aparece y lo empuja para que el tren lo arrolle, resulta inconcebible. Es difícil pasar por alto que el automóvil y el camión se encuentran oblicuos a la trayectoria del tren, y que el protagonista sólo tenía que haber doblado el volante para haberse puesto a salvo. Pues no, el bueno de Dennis Weaver pisa el freno y se deja arrastrar poco a poco hacia el tren. Pero claro, la película debía continuar, y el listo de Spielberg decide que el protagonista no muere. Así, un camión que durante la película ha demostrado poseer un motor potentísimo, hasta alcanzar velocidades mayores que las del Valiant Plymouth, empuja al coche y no tiene narices de hacerlo avanzar más allá de un metro. Luego, los pensamientos (en voz alta) del protagonista en el bar de Chuck son penosos, así como su reacción. Spielberg, como tantas otras veces, no se preocupa en absoluto de hacer realista la ficción, con lo que la convierte en una comedia caricaturesca, y en este caso transforma una historia terrible en una más de sus bufonadas. La verdadera virtud de esta película estaba tan basada en el carácter ominoso e inexplicable del camión, como en la normalidad del protagonista, y una persona normal no reacciona como éste reaccionó.

duel4En resumen, una vez más Spielberg convierte una obra maestra en una decepción con sólo tocarla. Alcanzó límites insospechados en La lista de Schindler, en la que demostró oficio a la vez que una capacidad jamás vista para estropear tres horas de obra maestra con un cuarto de hora final insensato y pueril. Vomitó ese bodrio llamado Eyes Wide Shut, que sólo su muerte impidió dirigir al bueno de Kubrick. Llenó películas de escenas ridículas que no casaban con sus historias de ninguna de las maneras, o llevó hasta el paroxismo a personajes histéricos como el Richard Dreyfuss de Encuentros en la tercera fase. Ha sido un gran aprovechado de esa imaginación blandiblú que los americanos engullen como si fueran hamburguesas, sacando personajes idiotas como ET, idiotizando personajes sagrados como Peter Pan (lo de Hook es para llevarlo al Juzgado de Guardia), echando mano de su enorme capacidad económica para asombrar (relativamente) con las primeras escenas de Salvar al soldado Ryan, pero eso sí, para luego contar una historia insulsa con un insoportable Tom Hanks, que es otro de esos histrónicos fijos del cine americano (dios santo, ¿quién puede soportar esa banalidad estúpida que es La Terminal?). Compárese Apocalypse Now ó La chaqueta metálica con esa historieta pro-yankee del valiente soldadito Ryan... En fin, me callo, porque, como dice mi amiga Candela, la vena se me inflama más y más, y con esta edad uno debe administrar los desprecios…

13 comentarios:

Daniel Pelegrín dijo...

Desde luego, Spielberg no vale gran cosa, y desde luego en mi caso sus películas no aguantan una segunda vez. Sin embargo, recuerdo de la adolescencia la película sobre la que escribes, así como Tiburón, y recuerdo que durante un tiempo no me adentraba mucho en el mar, y que cada camión así un poco grande me erizaba el cuero cabelludo a la altura del pescuezo. Pero si ahora las viera creo que me irritarían tanto como a ti. Salud

Anónimo dijo...

Spielberg, menuda crítica. Te has despachado a gusto. Tendrá uno que volver a ver al famoso diablo, hace años -me temo que demasiados-no me disgustó. La que recuerdo con horror -y discusiones posteriores con gente que la encontraba maravillosa- fue El color púrpura. Qué cosa más tramposa. Y la que nunca he visto y sí me ha recomendado gente recomendable -valga la redundancia- es La lista de Schlinder.
Como sabes ya estoy de vuelta, he estado leyéndote las entradas anteriores. Me han gustado mucho esas precisiones que haces entre cariño y pasión. Compruebo, además, que has disfrutado de tu estancia pirenaica. Me alegro.
Un abrazo, amigo.

Alexandrós dijo...

Interesantísima opinión.
Un abrazo

leo dijo...

Me encanta tu vehemencia. Te habrás quedado a gusto, ¿no?
A mi Spielberg me entretiene un montón: será porque voy a ver sus películas como quien va a que lo hipnoticen, para pasar un rato, sin más pretensiones.
Me ha resultado curioso encontrarme con esta entrada porque ayer mismo comentaba esto de Spielberg con mi hermano.
Y es que tiene que haber de todo, y si todas las películas, libros, etc, etc, fueran obras maestras no habría obras maestras.
Un abrazo grande.

9 dijo...

Lo cierto es que ya no sigo a Spielberg en absoluto.

Será, simplemente, que estoy envejeciendo.

Saludos a Sevilla.

Sir John More dijo...

No cabe duda de que Spielberg es sorprendente para los niños, y aunque los niños no son para nada tontos, sí se dejan llevar lógicamente por lo exagerado, que es al fin y al cabo uno de los elementos esenciales de la aventura. Sin embargo, por profesión paterna, he visto (y disfrutado) muchísimas películas infantiles, y las de Spielberg no soportan la comparación con la gran mayoría de la factoría Disney, ni con joyas como Cristal oscuro, ni siquiera con aventuras más sencillas como Willow o incluso Star Wars.

Leo, uno puede disfrutar con cualquier película, y aún más, es fantástico que disfrutemos con lo que sea, aunque estoy seguro de que coincides conmigo en que resulta más gratificante disfrutar con cierto afán de crecimiento personal (ético y estético) añadido.

En cuanto a La lista de Schindler, recuerdo que al estrenarse ya me repateaba Don Steven, y fue un amigo, fan del interfecto, el que me arrastró al cine. Dada la duración de la película, hubo un descanso, y en este descanso mi amigo, sabiendo de mi aversión por Spielberg, me preguntó qué me había parecido. Recuerdo que le contesté: “Juan Antonio, chapeau. Esta vez este cabrón ha hecho una obra maestra”. Y así lo pensaba. Pero al final de la película mi aversión por Spielberg se transformó en ira y desprecio, y es que, cuando a la película le quedaban quince o veinte minutos para terminar, el niñato se suelta con un final insufrible y lloriqueante, meloso, que desautoriza todo lo anterior, que en vez de cerrar una obra maestra la hace explotar con escenas insoportablemente estúpidas e innecesarias, para nada dentro del ambiente que la película había mantenido durante tres horas. Diarios, no sé si recomendártela o no. Creo que una película es una película del principio al final, pero visto de otro modo, podrías disfrutar de esas tres horas, y luego tener la experiencia inolvidable de cómo se estropea una maravilla del cine. Ah, y El color púrpura, ni siquiera vale la pena comentarla…

Lo curioso es que está considerado como uno de los mejores directores de la historia. Y con él el amigo Almodóvar, al que habría que diseccionar también con esmero…

Un abrazo a todos, y en especial a José, al que doy la bienvenida más afectuosa, y al que invito a que investigue eso del envejecimiento. Por mi parte, con la vejez de mi piel se da un rejuvenecimiento del gusto, eso sí, desvelando con más facilidad a gente falsa como este genial empresario del cine.

amart dijo...

Ajá, de modo que aún no te han dado la colleja, ¿verdad? Pues bien, no la esperes de mí. Admiro y envidio tu capacidad de crítica cinematográfica, y creo que no te falta razón. Desde una perspectiva mucho más prosaica, yo creo que este tipo, trabajando en una industria que mueve las cifras que mueve, es tan prostituible como el que más. Y si hacer cine para la gran masa es fácil, no requiere la genialidad de la que carece, y además es lucrativo, pues ya me contarás. Me temo que a este le toca las narices no ser recordado como un genio.
Un abrazo.
PD-Interesante juicio el de leo.

Mar dijo...

Será mejor que no vuelva a ver "El diablo sobre ruedas" no vaya a ser que me pase lo que a ti, la recuerdo con mucho cariño, así que dejémosla como está.
Creo, como "Leo", que Spielberg está para entretener, lo de genio... pues no, la verdad es que no, pero reconozco que he disfrutado con muchas de sus películas, sin comparar con nadie, claro :)
Saludoss

Sir John More dijo...

Bueno, Thalatta, por eso decía en algún sitio que lo básico es disfrutar, a veces incluso con instancias que, además de entretener, no son demasiado enriquecedoras. Todos tenemos gustos poco reflexionados y, por supuesto, no pasa nada.

Te juro que con Spielberg nunca pude conseguir disfrutar, entretenerme sin más. Me encantan las películas de aventuras, y no tienen por qué ser filosóficas para que me emocionen; sin embargo, con las de Indiana Jones, me despertaba continua y desagradablemente por todos los fallos de continuidad que tienen, y esas salidas de tono tan propias del amigo americano.

No obstante, es un problema mío, claro, porque quienes disfrutáis de sus películas al fin y al cabo disfrutáis. A mí sólo me queda el consuelo de despotricar contra el embaucador...

Un beso contento de tu visita.

Anónimo dijo...

Para el caso que me hace... ya veis.
Pues a mi me gusta, qué pasa? Como me gustan las letras de Sabina, la forma de contar de I.Allende, el humor de “Cámara Café”, Roberto Benigni...
Si de malos tenemos que hablar hablemos de V. Erice, director intimista y plomo que aburre hasta las vacas. Alguien ha visto El sol del membrillo? Uf!

Uy, ¿qué os dije? Ni caso. Ahí tienen otra vez una vena indignada a punto de explotar!! :))

Me lavaré la boca (y los dedos) con lejía por lo de Erice, pero lo demás es cierto. Bueno, sobre Spielberg tampoco es que pueda decir mucho...

Un placer picarle, Sir, como siempre :p

Preciosa su casa, me dejaría vivir aquí? Besazo

Sir John More dijo...

Decía Serrat (cuando no se juntaba con tan malas compañías) que contra gustos no hay disputas, así que voy a contener mi vena, voy a bajar la cabecita y voy a ser razonable. Además, para mi tranquilidad se me lava usted la boca y los dedos con lejía, y al final reconoce que le encanta picarme. Y para más inri, estaba un poco asombrado de que casi todo el mundo estuviera de acuerdo con mi diatriba contra el macarra de Cincinnati. Así que, aunque mal fundamentada, me refresca un poco que me lleve la contraria.

Ahora bien, Sabina debería haber publicado sus letras en libros al estilo de Salinger o Pynchon, es decir, que nadie conociera nada de él. Así, nadie sabría que sus letras tienen poco que ver con su vida, es decir, que miente con frecuencia. Y sobre todo porque nos habría evitado esas musiquillas triviales y ripiosas que usa para hacer sus letras penosamente cantables.

Por lo que se refiere a Allende, sigo pensando que imita sin mucha suerte a García Márquez, y que la última vez que traté de leerla me aburrió solemnemente. Por supuesto, Vázquez Figueroa no tiene pretensiones de ganar el premio Nobel y ahí lo tiene usted, que como uno lea las tres primeras páginas de uno de sus libros, se le quedan a uno pegadas las manos y los ojos a sus suaves best sellers. Así que el hecho de que uno consiga tragarse obras mediocres o menores, sólo indica que uno debe seguir educando el gusto, algo que sólo se puede hacer gustando, claro.

Lo de Cámara Café se comenta solo. Basta ver un par de minutos para admirarse de su profunda zafiedad y de la ausencia completa de inteligencia en su humor (por usar una palabra inadecuada).

El amigo Roberto Benigni, por su parte, hizo una película simpática, La vida es bella, digamos la película exacta que le cuadraba. Antes no había hecho más que de torpe caricato, y luego, con El tigre y la nieve, trató de hacer una copia de La vida es bella, y le salió un churro insoportable.

Pero lo que debería inflamarme la vena es lo que dice de mi admirado Víctor Erice, y de ese sol del membrillo que estoy seguro que le encantará, siempre que la vea con ojos abiertos y en el silencio adecuado. Por eso, precisamente, no se me inflama la vena, si para alguien hizo Erice sus películas es para gente como usted.

Ésta es su casa, señora. Estaba vacante el puesto de picajosa, y mire, le viene al pelo...

Un beso y mis respetos.

Anónimo dijo...

Os acepto la “picajosidad”, señor, si con ella os queréis referir a mi sensibilidad. Resultaría cuando menos sorprendente si es otra vuestra intención y otro el sentido que queréis darle al término, puesto que es precisamente la susceptibilidad de vuestra vena la que se ajusta perfectamente al perfil de la plaza vacante.

He de reconocer que en la respuesta se palpa el “contenimiento”de su vena indignosa, lo cual le agradezco sobremanera, como el considerarme digna de las películas de Erice... Ay! No obstante, imagina demasiado sobre mi y mis debilidades y aunque muy sútilmente sabe como tirarme de la lengua.
¿Por dónde empiezo? No importa, he de vérmelas con todos y cada uno de sus infames argumentos, y siendo cronopio no ha de ser por el principio.

Respecto a la genialidad de “Cámara Café”, por ejemplo, no bastan dos minutos para entender toda la que encierran sus absurdas situaciones, y puesto que deduzco que usted no le concedió más tiempo que ese, le daré oportunidad de rectificar.

Continúo con mi Isabelita que, ay, es la que más me duele. Puede seguir pensando lo que guste, señor, que yo por mi parte seguiré pensando que esta buena mujer escribe y cuenta como los ángeles (esos pequeños seres alados, bondadosos y regordetes...? Pse, no sé si tiene usted el gusto... :p
No creo que imite a nadie, y aunque lo hiciese, qué importa si consigue hilar encantadoras historias? Sé que es un mal ejemplo pero mire su conversación conmigo, contertulia mediocre o menor suya, indicaría esto que debe seguir educando e incluso limitando su diálogo a gente de su nivel ¿no es eso? Creo que lo que nos complace solo puede educarse hasta cierto punto, el gusto al fin y al cabo es algo intuitivo e irracional, usted lo sabe.
Hhhmmhh... debe ser por eso que usted me gusta... :)

¿Y qué decir de Sabina? Yo hablé de sus letras y no de él, del que tengo entendido que es un trepa. Y de su música... pse, triviales y ripiosas, no puedo decir que no, pero qué buenos ratos me han hecho pasar!
Roberto Benigni... Encantador caricato (churrero)

Y ya que coindimos con Serrat termino con él, como usted empieza, diciendo que cada uno es como es y cada quien es cada cual y baja las escaleras como quiere, y escucha, lee y ve lo que le da la gana. Uy! Sin molestar, sosí. :))

Unknown dijo...

Es bueno y saludable dar collejas a las grandes entidades, no sea que alguien se crea que no son humanas. Porque lo son. Lo que pasa es que algunos directores aunque no cuadren sus películas (Steven creo que no ha hecho nunca una película redonda, donde no sobre o falte nada), hacen magia. Lo peor es cuando hay gente que solo ve magia y no ve el trabajo. Pero bueno, yo queria hablar de los niños. Quizas el elemento más prescindible en las peliculas que salen (que son en casi todas). A destacar dos: Jurasic Park, con la parejita de niños que piden a gritos un par de hostias y La guerra de los mundos, donde Dakota Fanning bate todos los records y bien se mereceria el titulo de actriz infantil más histerica de todos los tiempos.