Buenos consejos en
El "cutter" editorial, y un montón de ganas de comentar
Hay una diferencia, y es inmensa. Rita
the singer, ¡qué bueno el amigo Jorgewic! ¿Sois capaces de imaginarla? No es mal personaje para una epopeya de la tonadilla, ¿eh? Los Rolling me gustan mucho menos, me parecen una gran mentira, y si esa santidad de la música clásica (en la que no creo tanto) me lo permite, propondría una larga lista de grupos que sí hicieron (e incluso hacen) rock inteligente, ocurrente, sentimental, con más música y muchas menos alharacas (Van der Graaf Generator, Genesis, Pink Floyd, King Crimson, Jethro Tull, Yes…) Sea como fuere, no sé si habrán ascendido de Sirs a majestades, pero satánicos nunca fueron estos fulanos. Son blanditos, blanditos como un saco de billetes (veáse si no la patética aparición del papá de Jack Sparrow en la patética tercera parte de
Piratas del Caribe; después de caerse de un cocotero, en la película apenas se mantiene en pie). Por su parte, Tom Cruise se acabó con
Legend, que salió bien a pesar de él. Cierto que a Serrat le debo algunos momentos emocionantes, y su música rasca a veces en la originalidad, pero Sabina jamás salió de los acordes Boy Scouts, eso sí, para endulzar unos artificios lingüísticos que mi falible intuición (junto con
otros datos) me inclina a desoír. Como buen sevillano ando tan, tan cansado del renacimiento comercial del flamenco… Miles de imitadores fallidos del gran Camarón de la Isla se obstinan en sepultar el flamenco jondo en un jaleo de gritos, y tenemos niñas pastoris, y nietos de los Amaya (estopas, manilis, melendis y mindunguis) hasta en la sopa. Bueno, y en la sopa tenemos fútbol, fútbol en cantidades industriales, y si no vénganse todos a mi ciudad, aunque lo peor es cuando llega Ferrán Adriá y nos deconstruye la tortilla, que digo yo que qué jodida falta nos hace que venga este señor a deconstruirnos algo tan delicioso. Y bueno, lo de Manolita Chen ya no sé qué decir, porque creo que nunca estuve en su circo, pero siempre la recuerdo sonando a días de feria de abril, y contra los recuerdos uno ya no puede argumentar ni con arte ni con ciencia, que nada, que un recuerdo entrañable es un recuerdo entrañable.
Tengo costumbre de mantener a cierta distancia estos recuerdos ineludibles de mi aplicada glandulita de las emociones culturales. Un poner (que decimos por estos pagos): soy un
fan impenitente de Paul McCartney, pero nunca mantendré ante nadie la extraordinaria valía

cultural de este individuo. Muchos recuerdos, casi todos generados en mi más tierna adolescencia, se aliaron para convertirme en un seguidor fiel de su obra. Por supuesto, este señor ha realizado ingentes esfuerzos por que yo abandonara mi fe mccartniana, perpetrando discos de una insulsez difícil de imaginar, e incluso agrediendo a la inteligencia de los cáctus con varias obras clásicas. Pero no lo puedo evitar, por mucho que lea y que me cultive, es oír el
London Town o el
Band On The Run, y caérseme inmediatamente los palos del sombrajo. Hasta el punto de que, ¡ay!, alguna de sus canciones las considero obras de arte; escúchese, sin ir más lejos, ese
Dear Boy en su álbum
Ram.
3 comentarios:
Me ha encantado la entrada. Aparte de que estoy de acuerdo con casi todo, valoraciones sobre Paul Mc Cartney y Mick Jagger incluidas.
He pasado un buen rato leyendo, sí señor. Ahora voy a por Jorgewic.
Un saludín
Querido Sir John, amigo y paisano
Como siempre, me has dejado pensando, como el otro de Verdi (Falstaff) cuando, empapado y triste, buscaba refugio en una jarra de vino caliente (qué asco, ¿no?, estos ingleses, tch, tch, tch...).
Vas a tener razón en que los accidentes de la naturaleza son como los del espíritu, dos líneas que se pierden en el infinito de la mirada de cada cual : tan lejos llegas, tanto te gusta una cosa, y así hasta el aburrimiento. Y mientras el de al lado prefiere no mirar, tú te compras unos prismáticos para ver aún más, pero ambos tenéis razón.
Pero mira, hijo, me revienta la tontería ajena, no lo puedo evitar, como la roña, pienso que es contagiosa a la larga (debe ser cosa de la glándula ésa de la que hablas). Y con lo estrechitos que andamos últimamente en este mundo, a ver quién se pone ahora a decirles a los demás que se echen un poco "pallá", que no corre el aire. Yo muchas veces, créeme, tengo la sensación de que me ahogo.
En lo que sí que no me bajo de la burra es en lo de santificar las fiestas culturales. No me importa cambiar de dioses, mientras me demuestren que son mejores que los que adoro ahora. Como todavía no ha venido el santo de palo que me convenza de que lo de hoy es mejor que lo de antes, pues me quedo con lo de antes : la pátina del tiempo no sólo brilla, sino que ennoblece. Ventajas haber leído, que puedes comparar : justo, justo, justo lo que no hacen aquellos a quienes escupo con mi dicterio, que van por la vida como si el libro quemara.
Sé que me entiendes. Un abrazo.
Claro que te entiendo. Mira los arrebatos de desprecio que me dan de vez en cuando, y me callo otros que son de puro asco y odio, porque soy partidario de no darles a los demás la alegría de verme perder la serenidad, aunque la pierdo, vaya si la pierdo. Ese contagio que dices es más que una realidad, y por luchar con él llego a extremos de ermitaño. Por ejemplo, no soporto la música ligera, pero es que no la soporto nunca, soy incapaz de oír más de medio minuto sin comenzar a llenárseme la boca de culebras. Mira si te comprendo, pero cuando se hacen tan caros los grandes espacios libres, tal vez deba uno buscar los pequeños e infinitos espacios libres del detalle... No sé, no me siento con fuerzas para luchar contra el mundo. Con procurarles a mis hijos y a los que quiero un ambiente cuanto más sano mejor me conformo. En fin, es complejo, pero ojalá disfrutemos mucho tiempo de tus fértiles cabreos...
Un abrazo.
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