Mi maestro Savater anda perdiendo la cabeza. Esa cabeza suya, preclara, ecuánime, divertida, trasgresora y aun así solidaria se pierde por momentos en dislates cada vez más incomprensibles.
Entendí hasta cierto punto su postura frente a la ley del tabaco, aunque nunca le oí matizar sus encendidos apoyos a la libertad del fumador aportando una sola propuesta que abogara por la libertad de no fumar. Durante años me opuse de variadas formas a los fumadores maleducados (entonces una gran mayoría de ellos), y nunca escuché a mi maestro abogar por la educación como solución del conflicto nicotínico, preocupado casi siempre en demostrar los muy discutibles beneficios hedonistas del cigarro.
Por otro lado, su apoyo casi histérico de la fiesta de los toros ha obviado siempre el mundo casposo y conservador que rodea a la fiesta nacional, su más que dudoso carácter artístico, el trato vejatorio que sufren los animales y las consecuencias morales que ésta y otras salvajes costumbres tienen sobre la educación en nuestra sociedad. Pero por encima de que la fiesta tenga o no defensa, los apoyos que hilvanó Savater han sido siempre tan torpes, tan indignos de él… Quiero creer que el libro que vi el otro día, titulado Tauroética, y en el que parece haber reunido todas esas torpezas suyas, no es un modo oportunista de sacar tajada de una discusión absurda e inútil, tan absurda e inútil como la que se planteó hace mil años cuando se prohibió fumar en los autobuses urbanos, medida que ahora a nadie se le ocurriría discutir.
Para aumentar el asombro, el otro día me pasmó la defensa que Fernando Savater hizo de la independencia liberal del unánimemente vanagloriado Vargas Llosa. Pareció decir que no importa ni el talante conservador de este señor, ni sus pensamientos interesados y fríamente capitalistas, que suele disimular bajo bondades difusas y palabras conciliadoras; que lo que importa es que este hombre dice lo que cree y defiende sus ideas sin casarse con nadie. Aparte de un increíble escritor (cosa que humildemente matizaría, porque sus artículos de opinión suelen ser bastante mediocres y sus libros son dechados indudables de técnica literaria, pero también de frío cálculo y de pose), Vargas Llosa es un prohombre de la libertad individual y del derecho a la libre expresión. Todo esto lo decía Savater en línea con otros articulistas que defendían con vagos argumentos a Vargas Llosa, un tipo que pasó del radicalismo de izquierdas al mucho más elegante, democrático y acomodado radicalismo de derechas, y que hoy nos vende un libro concienciador sobre África para inmediatamente después aplaudir ese sueño norteamericano que condena a la misma África a la pobreza y a la muerte.
Pero Savater me ha dejado patidifuso con su reciente artículo Eros y reacción, en el que, tras reivindicar la importancia de la aceptación social de determinadas perversiones sexuales como medida del avance de la libertad, pasa a denigrar a todo aquel que ose prohibir no sólo la práctica de cualquiera de estas perversiones, sino la publicación de textos en los que se haga apología u ostentación de ellas. Don Fernando compara el revuelo que ha producido el libro de Sánchez Dragó y sus alardeos pederastas, con los problemas de censura política que él sufrió con algunos de sus libros.
Para el maestro lo más hermoso es la libertad, sí señor. Sin embargo, ve con intenso gusto cómo se prohíben medios de comunicación, publicaciones y mítines donde algunos malnacidos hacen apología del terrorismo. Parece que el hecho de que unas niñas sean violadas y destrozadas durante años por unos tipos asquerosamente enfermos, que luego chulean de ello en las páginas de sus libros, no le parece a Don Fernando motivo suficiente para combatir ese abuso de la libertad de expresión. El establecimiento de los límites de la libertad de expresión es una de las medidas principales de la salud de una democracia, pero tan perverso es el gusto fascista por la limitación salvaje de este derecho, como la defensa fanática de la libertad absoluta, que Savater sabe muy bien que suele desembocar en liberalismos místico-pedófilos tipo Sánchez Dragó, o liberalismos salvajes capitalistas tipo Vargas Llosa. Y sobre todo Savater debería caer en la cuenta de algo aún más importante y obvio: si en ese paraíso de ilustrada libertad que él siempre soñó andamos discutiendo sobre si tipos como Sánchez Dragó tienen o no la posibilidad legal de sodomizar a unas niñas, entonces el paraíso está perfectamente podrido, y es más propio de idiotas que de ciudadanos libres e informados. El maestro Savater tal vez debería, en su libertad intocable de pensamiento, revisar sus ideas, porque o empieza a chochear, o aquel delicioso culto suyo a la voluntad individual y a la democracia ilustrada está convirtiéndose por momentos en una farsa pseudo intelectual, en una extravagancia ridícula, asumida y utilizada por los poderes de una democracia que de ilustrada tiene lo que yo de vicario de Cristo.
16 comentarios:
Muy de acuerdo con lo que has escrito sobre Savater. Y Vargas Llosa nunca me ha entusiasmado, aunque sólo he leído dos obras suyas. No se me quedaron dentro, como me ha pasado con tantas otras novelas que he leído.
Un beso
Pues entonces, Elvira, tenemos sensaciones parecidas con este humilde Nobel, aunque me da que este disgusto nuestro sólo puede ser considerado una de dos cosas: un detalle literariamente incorrecto, o lo que es peor, una muestra de que no tenemos ni la más mínima idea de literatura. En mi caso pueden ser ambas cosas... Besos.
Bueno, es que puede escribir bien y no gustarnos. Goya es un pintor magnífico y a mí no me emociona, aunque reconozca que pinta bien. Y eso nos pasará siempre. Es como decir: ese hombre/mujer es muy guap@ pero no me atrae en absoluto. ¿No crees que es algo parecido?
Voy algo más allá: escribir técnicamente bien no es garantía ninguna de poseer genio. No me gusta Vargas Llosa, no me gusta nada su persona, y me deja indiferente su literatura. Y no creo que sea una cuestión de gustos, a mí me parece objetivamente frío y calculador...
Yo no entiendo mucho de literatura pero algo si de hijos de puta: Dios los cria y ellos se juntan (una razon mas para el ateismo).
Que venga el papa y ya estamos todos!!!
Qué bien escribes, leche.
Con respecto a Vargas Llosa, sólo me leí un libro suyo de adolescente, y me dejó tan marcada negativamente (no entendí una palabra) que nunca lo he vuelto a tocar. Con respecto a Savater, nunca me ha gustado. Leyendo las últimas burradas que dices que ha dicho, menos aún. La libertad de uno termina cuando empieza la libertad del otro. Hay que poner barreras porque si no esto se convierte en anarquía.
No me hables del Papa, Sandro, no me hables del Papa que se me escapan gusarapos por la boquita...
Gracias, Ruth, veo que también hay gente exagerada en el País Vasco... (:-p). Déjame que defienda al Savater de siempre. A mí me ha enseñado tanto, me ha mostrado tantos caminos en el saber y en el gusto por la vida, que por mucho que lo critique nunca podré dejar de admirarlo y de agradecerle libros como Panfleto contra el todo, La infancia recuperada, La tarea del héroe, su Ensayo sobre Cioran y su recopilación de textos del rumano en Adiós a la filosofía y otros textos, sus Escritos politeístas... En fin, no acabaría con todos los regalos que este buen hombre me hizo, lo que no quita que ahora, en mi opinión, esté perdiendo el norte, olvidando que todos esos principios a los que llegó con su pensamiento no son cosas acabadas, sino sometidas, como todo, a la razón y a la sensibilidad. Con Vargas Llosa mejor me callo. Besos.
Recuerdo cuando hace tiempo dije en alguna entrada tuya que nunca me gustó Savater.
Ahora te digo que Vargas, tampoco.
Siempre me parecieron personas de dos caras y mejores carotas.
Lo de vicario, no sé, no sé. Carita de santo, tienes
A lo mejor cuando Benedicto vaya a Sevilla. Nunca digas....vaya no me acuerdo del refrán.
Besos
Recuerdo cuando hace tiempo dije en alguna entrada tuya que nunca me gustó Savater.
Ahora te digo que Vargas, tampoco.
Siempre me parecieron personas de dos caras y mejores carotas.
Lo de vicario, no sé, no sé. Carita de santo, tienes
A lo mejor cuando Benedicto vaya a Sevilla. Nunca digas....vaya no me acuerdo del refrán.
Besos
Y para que te enfades más. Dos veces.
Perdón
No sé, Luna, como le he dicho a Ruth, a mí Savater me ha enseñado montones de cosas, y he disfrutado con sus libros y con su forma de ver la vida una barbaridad. Para nada creo que sean comparables ambos señores. Y sí, el día que ese tipejo de Benedicto venga a Sevilla, si voy a verlo, es para quemarle la falda... :-p. Besitos.
Sandro ¿ Le provocamos un poquito?
Te entiendo,sir.
Has aprendido y dusfrutado con sus lecturas y es normal que te sorprendan ciertas cosas ahora.
Él no ha cambiado, siempre ha sido así. Ahora se ha retratado y asombran sus palabras.
Besos
¿Lo dices en serio? No sé, tantos libros leídos y tantas cosas dichas me impulsan a creer que no es así, que simplemente se le ha ido un poco la olla, como se le va con el tabaco y con los toros. Y siempre con buena fe... No sé, me parece que no puede haber sido tan retorcidamente embustero, tanto tiempo, en tantas y tan magníficas ideas. Cada una de sus recomendaciones fue un paso hacia mi crecimiento y hacia mi disfrute, así que no sé, no sé...
Muy bien Sir John, celebro que hayas escrito este texto, coincido contigo.
Estos personajillos Savater, Vargas, Sánchez Dragó, el del bigotito y toda esta caterva siguen las enseñanzas de la momia que se ha paseado estos días por Santiago y Barcelona. Mira tu,todos están contra el aborto, les gustan los niños, las niñas.
Salud
Francesc Cornadó
Joé, Francesc, creo que como Savater se entere que lo has metido en el mismo saco que la momia, le da una alferecía y nos quedamos sin maestro...
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