martes, 30 de noviembre de 2010

Timadores y esperpentos

El País

Esto de las filtraciones Wikileaks le importa a la gente un carajo. Los guapos antiimperialistas de El País (esa excrecencia insidiosa del otrora socialismo enamorado) se equivocan si piensan que la gente va a comprarles más periódicos por esta bobería. Porque, a ver, que levante la mano aquel que no sabía ya que todo esto estaba podrido. Y que la levante ahora quien crea que lo que ha salido a la luz no es más que la punta de un planetario iceberg de basura.

Y es que lo de estos mercaderes locales de opinión pública sobrepasó hace tiempo la desfachatez: ¿No se enteraron de que este país está ya en otras cosas? ¿Acaso no urdieron estos tipos, con sus amigos electos, un sistema educativo (incluyan los medios de comunicación en este concepto, háganme el favor) que mantiene a la gente ajena a sus cruciales tejemanejes democráticos? Y ahora ¿qué quieren, que la gente deje de preocuparse del Cuéntame y de Física y química? ¿Que dejen de atestar los Mangos y Zaras, las playitas y los parques temáticos? ¿Que dejen sus vidas anodinas para pensar por sí mismos? Estos tíos son unos jetas...

Por supuesto, conmigo han conseguido algo importante: me da una pereza tremenda reflexionar sobre todos estos chanchullos, y me cuesta la misma vida dedicar un solo segundo de mi tiempo a tratar de entender por qué, por ejemplo, El País ataca siempre a sus compinches justo antes de unas elecciones perdidas. Tal vez El País, la Ser, PRISA en general (sigue existiendo, ¿verdad?), sean bastante más relevantes en estos trapicheos financieros que el propio Partido Socialista, que siempre renacerá mientras conserve en sus bases a cantamañanas, banqueros y empresarios ávidos de beneficios… Lo mismo mismito que ocurre en las otras filas azules, rojas y gris marengo.

Aunque también es cierto que en un país como éste, donde el último ilustrado influyente fue el Lazarillo de Tormes, superamos con facilidad estos esquemas sicilianos. Ahí andamos, siempre en puertas de esas bonitas fiestas de la democracia, en las que el pueblo habla y dice por lo común un montón de tonterías. Y es lógico, tal como se diseñó el patio, y al son de las baladas de estos voceros miserables, en nuestras adorables fiestas de urnas y fastos uno sólo puede elegir entre timadores espabilados e inútiles esperpentos.

4 comentarios:

María ( la de nuestra amiga) dijo...

Ya podías tú también dar unas claves de cómo escribir. Menudo talento tienes!!

Sir John More dijo...

A la Montero se le olvidó dar varias recetas para ser buen escritor que yo no tengo: no echar mucha cuenta de la propia dignidad, frecuentar los círculos de aduladores chupapollistas, ser muy moderno, posmoderno y recontramoderno, ir a la moda o crear tú una, en fin... Pero gracias por el piropo, María. Dale besos a la descastá de nuestra amiga...

Isabel dijo...

Lo del Lazarillo me ha gustao un montón.

Sir John More dijo...

Gusto por gusto, me gusta que te guste. Besos, Isabel.