Las montañas son azules y las casas blancas, blancas como los seis pétalos de la flor, una maravilla distorsionada por las malditas almenas que apuntan al odio. Zafra una maravilla.
Sabe, Doña Emilia, que los cielos suelen conjurarse con extrema facilidad, que son muy dados a establecer vínculos siderales para promover hechizos y convocar luminarias para la fiesta y el amor. Yo juraría que el otoño tibio fue el que dibujó esa mañana de mundo abierto y de hambres. Suyo afectísimo...
Querido Francesc, resulta curiosa esta tendencia nuestra a identificar lo grandioso con esos templos de la injusticia y el terror. El tiempo hace diabluras con las cosas. Y estas almenas son de Palacio, como se le llama allí al Parador, donde muchos sirvieron al noble, donde muchos esclavos se sintieron paradójicamente privilegiados... Hoy la esclavitud tiene otros templos más retorcidos... En cuanto a Zafra, es una pena que un lugar tan hermoso se encuentre tan muerto, aparentemente vivo por las incontables tiendas de ropa que son, junto con algunas tabernas entrañables, la única expresión de cultura que parece existir en sus calles. Abrazos.
¡Menudo reportaje! Me has recordado un fin de samana pasado en Zafra y he buscado las fotos para verlas de nuevo. Subimos al pueblo cercano de Feria, bien alto y sigular. ¿Lo conoces?
Sí, hace no mucho que estuvimos paseando por él, sobre todo por su castillo, que posee una vista impresionante. Ese castillo, como el Castellar de Zafra, siempre fue una referencia en mis continuos viajes por Extremadura... Un beso.
Ese motero de adarga antigua y lanza en astillero...
Pues ¿sabes una cosa, Amelia, la primera vez que entré en Extremadura, allá por 1986, iba en el autobús sin creer lo que veía. Me la imaginaba como un desierto pedregoso y feo, y me encontré con cositas como ésta, con el paraíso de Las Hurdes, con las dehesas y las montañas, con paisajes impresionantes. No sé de dónde había sacado yo aquella idea... Besos.
Lo mismo digo. Me quedé maravillada: Cáceres, Trujillo y su increíble plaza, Mérida, Yuste... Y encima pasé más bien frío, y eso que era verano. Pa creerse los prejuicios...
9 comentarios:
¿Son esos campos mares sólidos? ¿Esas colinas oleaje discreto? ¿Es ese cielo el mismo que ilumina el otoño tibio de este Atlántico?
Siempre suya.
Las montañas son azules y las casas blancas, blancas como los seis pétalos de la flor, una maravilla distorsionada por las malditas almenas que apuntan al odio.
Zafra una maravilla.
Salud
Francesc Cornadó
Sabe, Doña Emilia, que los cielos suelen conjurarse con extrema facilidad, que son muy dados a establecer vínculos siderales para promover hechizos y convocar luminarias para la fiesta y el amor. Yo juraría que el otoño tibio fue el que dibujó esa mañana de mundo abierto y de hambres. Suyo afectísimo...
Querido Francesc, resulta curiosa esta tendencia nuestra a identificar lo grandioso con esos templos de la injusticia y el terror. El tiempo hace diabluras con las cosas. Y estas almenas son de Palacio, como se le llama allí al Parador, donde muchos sirvieron al noble, donde muchos esclavos se sintieron paradójicamente privilegiados... Hoy la esclavitud tiene otros templos más retorcidos... En cuanto a Zafra, es una pena que un lugar tan hermoso se encuentre tan muerto, aparentemente vivo por las incontables tiendas de ropa que son, junto con algunas tabernas entrañables, la única expresión de cultura que parece existir en sus calles. Abrazos.
¡Menudo reportaje! Me has recordado un fin de samana pasado en Zafra y he buscado las fotos para verlas de nuevo. Subimos al pueblo cercano de Feria, bien alto y sigular. ¿Lo conoces?
Sí, hace no mucho que estuvimos paseando por él, sobre todo por su castillo, que posee una vista impresionante. Ese castillo, como el Castellar de Zafra, siempre fue una referencia en mis continuos viajes por Extremadura... Un beso.
taco guapas las fotillos...
te dejo unas mias:
http://www.flickr.com/photos/sandrete/sets/72157625103660177/
y un besote gordo...
http://www.youtube.com/watch?v=j-nvCYdVHz8&feature=related
Hermosa tierra.
Ese motero de adarga antigua y lanza en astillero...
Pues ¿sabes una cosa, Amelia, la primera vez que entré en Extremadura, allá por 1986, iba en el autobús sin creer lo que veía. Me la imaginaba como un desierto pedregoso y feo, y me encontré con cositas como ésta, con el paraíso de Las Hurdes, con las dehesas y las montañas, con paisajes impresionantes. No sé de dónde había sacado yo aquella idea... Besos.
Lo mismo digo. Me quedé maravillada: Cáceres, Trujillo y su increíble plaza, Mérida, Yuste... Y encima pasé más bien frío, y eso que era verano. Pa creerse los prejuicios...
Publicar un comentario