En un librito donde se recogían fragmentos de su obra Parerga y Paralipómena, que Edaf publicó con el título El amor, la muerte y las mujeres, Schopenhauer decía lo siguiente:
Si gustáis de planes utópicos, os diré que la única solución al problema político y social sería el despotismo de los sabios y los justos, de una aristocracia pura y verdadera, obtenida mediante la generación por la unión de los hombres de sentimientos más generosos con las mujeres más inteligentes y agudas.
La filosofía de Schopenhauer supuso sin duda un paso decisivo hacia la sinceridad, y en este párrafo, en mi opinión, acertaba más por lo que implícitamente descalificaba que por lo que explícitamente proponía. A Schopenhauer le sobró, permítaseme la osadía, cierta dosis de esperanza para conseguir una descripción justa de la realidad. Porque no hay que ser muy avispado para comprender que esa liga de hombres sentimentales y generosos y de mujeres inteligentes y agudas es más una quimera que una utopía, algo más que improbable, algo realmente ilusorio. Sólo hay que andar cerca de la actividad política en cualquiera de sus niveles, o seguir las vicisitudes de la política general de este país para comprender que la corrupción ha alcanzado la raíz de cualquier ideal político que el ser humano haya imaginado nunca.
Cuando se discute la definición del hombre como animal sin solución se confunden varios niveles. Los que nunca pierden la fe y la esperanza en el progreso, y en otros dioses igual de insensatos, exponen múltiples ejemplos de personas buenas. Aceptarles esta aseveración no evita que el hombre social, que el ser humano en la colmena acabe comportándose de forma que esos contados hombres buenos, incluso la mayor o menor carga de bondad que todos podemos albergar, sean un obstáculo para que el interés y la codicia acaben imperando en cualquier sociedad. Así ha sido durante toda la historia de la humanidad, y experiencias aisladas y fugaces de organización social orientada al individuo y al bienestar general, son como manchas diminutas en el oscuro tapiz de la historia.
Vean un ejemplo miserable: el piadoso señor Bono confunde legalidad con legitimidad, el respeto a la ley con las entrañas. Como todos y cada uno de los políticos de este país que lucen un cargo mayor o menor, este individuo vive muy lejos del mundo que montones de familias habitan, malviviendo en una lucha sucia contra la propia vida, con sueldos miserables, sumergidos en una diaria y humillante incertidumbre a la que estos tipos trajeados llaman libertad, chapoteando en los albañales de la educación y la cultura, recibiendo limosnas de los ayuntamientos, limosnas torpes e improvisadas por los propios alevines de la política. Este individuo ignora las relaciones tensas y insufribles que se dan en las madrigueras humanas cuando vivir es una jodida lucha sin salida, en la que no caben los proyectos individuales, sino sólo el sacrificio para subsistir y poder tomar unas cervezas en el bar o veranear unos días en la playa más abarrotada. Este tipo y sus camaradas usan la libertad como óptimo abono para las desigualdades, y preparan el camino a los más codiciosos, que son los que hacen la verdadera cultura cotidiana.
El señor Bono jura que su patrimonio y el de su familia son completamente legales, y quién se lo va a discutir. Lo que resulta pasmoso es ver la sangre fría con la que declara manejar millones de euros, él, que es uno de nuestros próceres, y que cobra un sueldo estratosférico para crear una sociedad donde todos tengamos oportunidades reales de desarrollar nuestras posibilidades, para que todos consigamos una cantidad proporcionada de felicidad. Pero claro, moverse por las zonas nobles de Madrid, codeándose con los que dirigen el festival, debe ser como andar viviendo en Andrómeda: ¿qué coño le importa a este sujeto ser responsable de un sistema que permite tales discriminaciones si el sistema funciona, si la colmena se entretiene, si él dispone de millones de euros para ser un cristiano feliz? Porque para más inri el señorito cree en Dios, y cuando habla adopta por momentos ese tonillo meloso de cura que la dictadura nos enseñó a relacionar con la bondad y el amor, y que ahora sabemos que esconde mentiras y codicia, cuando no vicios criminales.
Soluciones… No creo que las haya, aunque sí hay algo que hacer. Cortázar, en sus Papeles inesperados, insistía una y otra vez en la necesidad de denunciar las injusticias sin renunciar a sí mismo, a sus fantasías y a su felicidad, que eran aproximadamente lo mismo. Muy cercano a la revolución cubana, vivió con pasión los primeros momentos de la misma y luego siempre creyó en el futuro de un proyecto que, en muchos aspectos, parecía pretender realmente el bienestar de las personas. Varios años después, en algunos pasajes se adivina la preocupación de Cortázar por la evolución del régimen cubano, y declara por otro lado su tristeza ante el rumbo sombrío que el capitalismo está tomando, dirigiéndose mucho más hacia la felicidad propugnada por Coca Cola y Nike que a un bienestar sensible y generoso, inteligente y agudo. Pero Cortázar sigue hoy teniendo razón en algo esencial: el sistema siempre tendrá una profunda fisura, un fallo que nos permite pensar como individuos, porque no somos abejas, sino seres humanos. El pensamiento es el verdadero hogar de la libertad, y el único que nos permite protestar, decir algo, compartir ideas, amar y mantener esa fisura para que el sistema criminal nunca sea perfecto, para que nunca llegue a estar perfectamente podrido. Los hombres sensibles y generosos y las mujeres inteligentes y agudas no podrán gobernar nunca este mundo, pero sí podrán seguir pensando, amándose en los resquicios de la codicia.
7 comentarios:
¿Le tocarán al Sr. Bono los recortes de sueldo, en su pensión vitalicia, en sus hiperrentas y másqueplusvalías? Pegarle fuego al sistema, hoy no tengo ganas de otra cosa.
Coincido con el pensamiento de Cortazar.Justamente escribí mi pequeña protesta ante el rumbo que toman los acontecimientos en el mundo. También con el de Schopenhauer, en lo que se refiere a Bono, no hallo diferencias con otras declaraciones de políticos actuales de aquí, allá y acullá.
Un abrazo gordote despues de tanto tiempo sin visitarte.
El único problema, amigo Sean, es que estamos dentro del sistema, y si le pegamos fuego... Orwell y Huxley se nos quedan cortos... Un abrazo poco sistemático.
Qué alegría verte por aquí, Rosa María. Espero que todo vaya bien. Y sí, es cierto, los políticos y los especuladores son muy parecidos en todas las partes del mundo. Debe ser cosa de que la humanidad lleva ese mal en su propia esencia... Un beso fuerte.
¿Que se puede esperar de semejantes individuos?
Ellos no son, ni más ni menos ni menos ni más, que el producto, el quimo, las heces que resultan y mantienen el sistema tal y como lo desean los que desde encima fabrican esta misera tragicomedia que damos en llamar sociedad.
Tomemos el palacio de invierno, y pasemos por el cuchillo del sentido común a toda esta ralea de indeseables e impresentables.
¡Viva la UHP!
Los molinos , la Tiesa y el Quema si pué se.
Buenas salenas. Magustao lo del amigo Schopenhauer.
Joé, cuñao, de la UHP en adelante no lo he pillao (Jesúúúússs). Eso sí, cuando te pones fino dan ganas de comerte enterito, guapetón...
Bienvenida, Amelia. Creí que alguna mujer iba a corregir a Schopenhauer y a decir que hay muchas mujeres sensibles y generosas, y muchos hombres inteligentes y agudos... De todos modos, no creo que te gustase mucho lo que el filósofo dijo, en ese mismo libro, de las mujeres, aunque su pluma era un azote sistemático para todo lo que se ponía por delante... Sea como sea, me alegro de verte por aquí. Voy a echarle un vistazo a tu blog, que pinta interesante.
Si, conozco las opiniones del amigo Schopenhauer sobre las señoras. Qué le vamos a hacer. Nadie es perfecto. Pero tiene otras cualidades, Sin mencionar el hecho de que estar muerto (él) hace ya una buena temporada le quita mucho hierro al asunto.
Salenas y tal.
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