Escapo hasta el domingo del agujero negro de la Feria de Abril. Suelo entrar en ella temiendo a la muchedumbre, pero las tres primeras cervezas, que sólo se beben para calmar la sed del albero y la caminata, y las primeras botellas de manzanilla que pasan y se derraman en tu vaso sin advertirlo, me anestesian pronto, y en breve dejo de saber dónde estoy exactamente. Ésa es la gracia de la Feria. Bueno, y cuando bailas sevillanas casi sin saber pero compensando la ignorancia con el arte desinhibido del alcohol. Y todo lo demás, claro…
La sierra de Málaga y sus pueblitos nos esperan para leer y caminar, y detenerse…
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4 comentarios:
Me gusta ver bailar sevillanas y aunque tampoco muy bien, las bailo.
Claro, me falta el duende andaluz.
Eso sí, tengo dos baialoras en casa que quitan el sentio.
Un beso
Otro que sale huyendo, jejeje. Y a mí que me gusta el rebujito...
Tieners razón leo.
¿Te imaginas a un pesimista en la feria?
Por más que lo intento me cuesta, me cuesta.
Le veo vestido nazareno y tomando un mojito de colacao para no reirse ni na de na
Pues el pesimista baila sevillanas, sobre todo cuando tiene ya unas copitas en lo alto, que no os podéis imaginar. Tú no sabes, Lunita, lo bueno que es el pesimismo para la vida... Eso sí, Leo, la Feria espanta con su hachazo al bolsillo y al hígado, así que un año de feria con verdes valles y aire puro tampoco viene mal. Pero nada, nada, valientes, el año que viene quedamos el lunes de feria, en la portada y a las doce de la noche. Llevaré un clavel en la solapa para que me reconozcáis...
Besos.
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