También Fernando Sorrentino habló hace tiempo de mi paisano Cansinos, rememorando su accidentada pero no dudo que divertida lectura de Egmont, de Goethe, traducida con su habitual alegría por el erudito sevillano (En el desliz de la uve a la be, un traductor distraído puede beber un indigesto cuatro). Dado que se suele hablar de Cansinos como de un gran especialista en traducir a Dostoievski y Goethe, y analizadas algunas traducciones que hizo de estos dos buenos hombres, me muero de curiosidad por hojear las que hizo del Corán, de Balzac, de Tagore o de Wilde...
Hoy, además, me encuentro aún más confuso, porque creyendo que estas historias incomprensibles son las excepciones, me doy con un artículo de un tal M. García Viñó, titulado Javier Marías, una estafa editorial, en el que, también él con algunos problemas de puntuación, hace una disección la mar de interesante de algunos textos de Marías, demostrando a mi juicio que este hombre escribe realmente mal. Sus artículos de El País Semanal nunca me gustaron en la forma, aunque su bilis me resultó siempre fresca en un medio tan suave y dócil como El País, y cierta vez que traté de leer uno de sus libros no pasé de la segunda página, pero no imaginaba que alguien tan galardonado y reconocido pudiera escribir de esta forma. No obstante, García Viñó ya apunta a otros escritores españoles de verbo insoportable, y si lo pienso bien, lo que parecía excepción se acerca un poco a la regla. Bendito mundo.
2 comentarios:
Si piensas que parafraseandome vas a comerte algo, olvidalo; Llevo 46 años intentandolo sin exito. ¡Y eso que tengo mejor tipo que tú!
Publico este comentario barriobajero por varias razones:
1. Porque quien hace una labor social con personas marginadas se gana un trocito de cielo.
2. Porque siempre es bueno dar cauces de expresión a los deseos sexuales insatisfechos de los jóvenes de 46 años.
3. Porque los jóvenes de cuarenta y pico años con deseos sexuales insatisfechos (que nadie mire muy lejos) deberíamos ser más solidarios.
4. Porque el comentario lo ha escrito un cuñado mío, el cual, sin que ello tenga nada que ver con que sea mi único cuñado, sino con su buen corazón y su paciencia infinita, es sin ningún género de dudas el mejor cuñado que tengo.
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