viernes, 13 de mayo de 2011

Sierra de Cazorla

Casa Peñón de las Chullas (Burunchel)

001 Casa Peñón de las Chullas

002 Desde la casa

021 Gato

232 Flor

234 Flores

237 Flores

105 Desde Burunchel

106 Desde la casa

 

De La Iruela al nacimiento del Guadalquivir por el Chorro

025 Mirador

037 Ermita Virgen de la Cabeza

044 Montañas

 060 Nacimiento del Guadalquivir

074 Guadalquivir

 

Cerrada de Utrero

089 Cerrada de Utrero

095 Cerrada de Utrero

101 Hotel Coto del Valle

 

Cerrada de Elías y Río Borosa

150 Cerrada de Elías

156 Cerrada de Elías

160 Cerrada de Elías

171 Pliegue del Río Borosa 173 Flores

174 Flor

178 Margarita sobre vilanos

 

Mirador de las palomas

186 Mirador de las Palomas

 

La Iruela

204 La Iruela

216 La Iruela

 

Cazorla

224 Cazorla

 238 Cazorla

 

Úbeda

252 Úbeda

254 Úbeda

262 Úbeda

265 Úbeda

 

Disfrutando…

127 Río Borosa

lunes, 9 de mayo de 2011

Los alegres caminos de la gloria

javier-marias Una de dos: o Savater ha perdido definitivamente el gusto, tal vez por frecuentar las amistades traicioneras que acarrean la fama y el dinero, o se ha vuelto rematadamente loco. Escribió el otro día un artículo  invitándonos a leer tres libros sobre el amor, uno de los cuales es el último libro de Javier Marías, Los enamoramientos. En él hace referencia (despreciativa) a algunos que se obstinan en considerar a Javier Marías como un mal escritor. Posiblemente, Savater se refiera al pertinaz y polémico Manuel García Viñó, un tipo realmente extraño, cuya virtud mayor no es de ningún modo su calidad literaria, sino más bien su forma paciente y minuciosa de desenmascarar muchas de las obras maestras de la literatura patria.

En un largo pero jugoso artículo titulado Javier Marías, una estafa editorial, este buen hombre cita todas las barbaridades que encuentra en cinco obras del señor Marías. El listado me recuerda a uno que hice con las extrañas expresiones que Don Rafael Cansinos-Assens tuvo a bien incluir en su traducción de Humillados y ofendidos, de Dostoievski, afamada pero atroz. Aunque si luego de leer a Savater y a García Viñó no saben con quién quedarse, echen un ojo a las primeras páginas del libro de Marías. Luego díganme si no es para quedarse patidifuso cuando uno se entera de que muchas e importantes personalidades artísticas y académicas de este país solicitan para el escritor el premio Nobel. Está claro que los últimos agraciados han facilitado mucho el camino hacia la gloria. De aquí a nada tenemos de aspirante a la mismísima Ana Rosa Quintana... Quién sabe, tal vez su negro escriba bastante mejor que el mediocre y exasperante Marías...

martes, 26 de abril de 2011

Cioran: traiciones

Cioran portada El otro día, el amigo Jorgewic, felizmente regresado a este mundo de las bitácoras, recomendaba un librito de Cioran: Sobre Francia. Escrito en 1941, originalmente en rumano, se publica por primera vez en castellano con un prólogo de Alain Paruit. Aunque los señores de Siruela no tienen la delicadeza de decirlo, todo indica que Alain Paruit fue no sólo el autor de este prólogo, sino el traductor del libro del rumano al francés. La traducción del francés al español la ejecuta, nunca mejor usado este verbo, el ínclito Carlos Manzano.

Ya le indiqué a Jorgewic que la primera frase del texto de Cioran demostraba que el señor Manzano era poco cuidadoso con las comas…

No creo que me interesaran los franceses, si no se hubieran aburrido tanto a lo largo de la historia, pero su aburrimiento está desprovisto de infinito.

Pero no salgo de mi asombro luego de haber leído (más o menos) el prólogo de Paruit. Una de dos: o el prólogo es una verdadera porquería y Manzano ha sido fiel a su basura, o su traducción del prólogo es execrable. Aquí pueden (intentar) leerlo:

Cioran 1 Cioran 2 Cioran 3 Cioran 4

No sé si el autor de esta barbaridad ilegible es Paruit o Manzano, aunque el segundo ha dado ya muchas muestras de que esa falta de cuidado traductor es más un hábito que un descuido, por muchos premios que reciba. Pero lo que sí está claro es que Siruela publica a la buena de dios. Eso sí, en el precio son constantes y minuciosos.

lunes, 25 de abril de 2011

Una cosa que se lleva dentro

blanco_telediario Ver el Telediario, como escuchar Radio 5, va dejando de ser una buena costumbre. Si en Radio 5 es la música la que destaca por su asombrosa e insoportable ridiculez, en los diarios de la televisión pública la crónica de la vida es cada día más religiosa y deportiva (valga la redundancia), centrándose básicamente, para más inri, en la religión católica y en el enojoso Real Madrid.

No sólo en Radio 5 y la primera de TVE, en todos los medios públicos se van presagiando los aires insólitamente renovadores de la futura y fatal victoria de Rajoy y sus secuaces; y eso que los amigos socialistas han dedicado a la laicidad del estado el mismo tiempo que yo al punto de cruz. Pero es como si los periodistas, al estilo de las ratas en las catástrofes, se oliesen el cambio, y empezasen a dar señales de que pueden ser buenos chicos con quien haga falta serlo. Así, estas semanas la televisión y la radio públicas se han llenado de programas fervorosos, como corresponde a un país cristiano y de bien.

carreras Pero yo iba a una noticia con la que andan los noticiarios públicos machacándonos desde antes de la semana de pasión: las múltiples y jacarandosas formas que encuentran los españolitos para demostrar su fe. Alguna tan extraña como la que hoy han anunciado: carreras de caballos en Arroyo de la Luz (Cáceres). Se conmemora con ellas una batalla de la reconquista, que los cristianos ganaron con la ayuda inestimable de la patrona de la localidad, y en la que al parecer los moros salieron pitando por las calles del pueblo. Sin entrar en minucias históricas, que a los fieles religiosos suelen importar poco (la fe todo lo puede), hay que explicar que la tradición consiste en cabalgar a toda velocidad, solo, en parejas o en tríos, por una calle del pueblo abarrotada de gente. Ver la carrerita realmente sobrecoge, sobre todo porque en cualquier momento los asistentes pueden ser arrollados por los caballos. De hecho, hace un par de años un policía municipal, que trataba de contener a la gente para que no fueran atropelladas, fue golpeado por un caballo y se marchó con nuestro Señor a criar malvas. Preguntado por el inteligente periodista, uno de los jinetes explicaba hoy: “Pues es una cosa que no se puede explicar, que no tiene explicación ahora mismo; es una cosa que se lleva dentro y no tiene explicación, no hay explicación. Yo por lo menos no la tengo, no sé si alguien la tendrá, pero es una cosa distinta”. Más claro, agua.

Y es que cuando no se usa la cabeza, premisa aconsejable para el uso del corazón, se confunde lo antropológico con lo salvaje. Que los Yanomami brasileños fueran unos tipos violentos, que casi semanasantatodo lo arreglaban a mamporros, y que sus mujeres fueran las que más recibían en el asunto, puede ser explicado deliciosamente por Marvin Harris (Vacas, cerdos, guerras y brujas. Los enigmas de la cultura), pero no debería ser considerado como una simpática distinción de estos salvajes, digna de salir en el telediario para que, mientras se acaba con el postre, los españolitos de a pie digamos: ¡coño, qué curioso! Es verdad, recientemente se produce una sana tendencia a  prohibir las tradiciones físicamente más bestiales, pero muchas otras, basadas en el desprecio de nuestra capacidad más humana, que es la del pensamiento, ésas son vendidas como una forma de conservar la riqueza del pasado, cuando no son más que modos de proteger las pobrezas y los desatinos de otros tiempos más salvajes.

ultras Porque mucho más allá, las palabras del jinete de Arroyo de la Luz no sólo reflejan los tintes prehístóricos de una fiesta peligrosa, simple e insulsa, sino que podrían servir para cualquiera de estas fiestas en las que los españolitos muestran su fe: son algo inexplicable, que no tiene explicación, o al menos uno no la sabe, algo distinto, algo con lo que convertirnos, sin mucho trajín intelectual, en protagonistas de la vida, algo con lo que llenar la vida de uno sin el estorbo de la razón ni el vértigo de la muerte. Algo que hace cantar al aficionado al fútbol el himno de su equipo, con el pecho henchido de orgullo; o que hace decir al nazareno de Sevilla que para él dos figuras de madera son tan importantes como sus propios hijos; algo que lleva a la gente a luchar y matar por la patria, o por un modelo de patria; algo que, en nombre de Dios, a unos lleva a dar su vida por la salvación del cuerpo y el alma de los pobres de Ruanda, y a otros a ponerse un cinturón de explosivos e inmolarse en nombre de otro Dios bastante parecido al anterior. Salvajismo, de mayor o menor intensidad, sangriento o pacífico, deportivo o ecuestre, inocente o retorcido, tradicional pero salvajismo al fin y al cabo.

Posdata.- Por favor, no contesten a esta entrada con eso de que el misionero que salva a los negritos es mucho mejor que el terrorista que destroza a una multitud. Claro, por supuesto, la obviedad me insultaría. Si a alguien lo único que le evocan mis palabras es esto, casi mejor que se olvide de estas tonterías y que siga con su fe inexplicable.