domingo, 20 de noviembre de 2016

Del Mindfulness como nuevo estilo de vida

El Culto

cuestas 13.jpgA final de los ochenta trabajé en un proyecto europeo de lucha contra la pobreza. Se desarrollaba en las Cuestas de Orinaza, un barrio ya desaparecido de Badajoz en el que, convenientemente alejados de la ciudad, residían unos miles de personas en condiciones deplorables.

Una noche alguien forzó la entrada al Centro Social donde trabajábamos, revolvió los despachos y robó algunos objetos de poco valor. De entre mis cosas, el ladrón se llevó un ejemplar barato del Retrato de un artista adolescente, de James Joyce. El libro apareció luego tirado en algún rincón del barrio, sin tapas y medio deshojado. No tardamos en saber quiénes habían sido los autores.

Uno de ellos era un chaval que, como muchos otros en el barrio, apuntaba a la mala vida y andaba iniciándose en el trajín de las drogas. A raíz de aquello, el chaval desapareció durante un tiempo, para regresar un día a la plaza del barrio vestido como un pincel, con traje de chaqueta, bien peinado y portando una biblia muy nueva que apretaba contra su pecho.

“Hermano, ven al Culto, que Jesucristo te llama”, nos invitaba el joven. Su actitud había cambiado radicalmente, y de ser un tipo peligroso había pasado a moverse como una oveja aseada, obediente y previsible. Recuerdo que me pregunté si aquello que los hermanos evangelistas habían hecho con el muchacho era bueno o malo…

De las catedrales al colegueo

P1160729En el pasado, las religiones usaron la fastuosidad de sus templos, el boato de sus prebostes y la violencia de sus leyes para mantener al rebaño obediente. Hoy, que la religión del capitalismo ha eclipsado un tanto a las viejas devociones, éstas no tuvieron más remedio que adaptarse y acomodar sus tácticas a este mundo de pecadores. Una de esas tácticas, que ya nombré alguna vez en este cuaderno, es la de ser comprensivos con los descreídos. No hay que ser creyente para que nos ofrezcan sus tiernas actividades, y nos invitan a embarcarnos en todo tipo de salvaciones del cuerpo de sus prójimos, sin por ello descuidar, faltaría más, su salvación espiritual.

Una de mis sobrinas me dijo el otro día que acude a unas reuniones preparatorias de la Confirmación. Ella no hizo la primera comunión, pero asiste a esas reuniones porque van sus amigas, y porque en ellas hay un cura y unos monitores muy jóvenes que lo primero que les aclaran es que no van a hablar de Dios. Para nada. Charlan con los adolescentes sobre el aborto, sobre sexo, sobre política, y mi sobrina está convencida de que está aprendiendo mucho “sin que le coman el coco”.

Quien no sepa nada de la historia de la Iglesia y mire el asunto de un modo superficial, podría opinar que una actividad como ésa debe resultar de lo más sana. Quien conoce a la Iglesia Católica, no digamos quien haya tenido alguna relación consciente con ella, sabe que el verdadero objetivo, el objetivo último de estas conversaciones es encaminar a los corderitos al redil. Por supuesto, las religiones saben qué corderitos son accesibles: niños, enfermos, desahuciados y gente sedienta de dogmas que, eso sí, apuntalen sus privilegios.

Las nuevas religiones

Hoy las nuevas religiones aprenden de las viejas, modernizando y mejorando en muchos casos sus estrategias. Ahí tenemos a todas las llamadas ciencias esotéricas, que si hace veinte o treinta años se encontraban muy localizadas y eran ridiculizadas como camelos minoritarios, hoy se han acomodado a la realidad capitalista, incluyendo toda una nube de deslavazados y descontextualizados elementos científicos para difuminar sus verdaderos objetivos.

Sri_Bal_Mukund_Singh_Ji-PNGComo también dije alguna vez en este cuaderno, durante unos años he practicado yoga, y he aprendido a estimar su valor como refinado entrenamiento físico. Aún lo practico ocasionalmente. Sus ejercicios (junto al equilibrio corporal que proporcionan) me aportaron también cierta relajación y, por tanto, cierto bienestar mental, más tranquilidad a la hora de afrontar mis problemas. Aunque meditar es, según el diccionario de la RAE, “pensar atenta y detenidamente sobre algo”, algunos ejercicios relajantes son denominados meditación. Algunos me dirán que concentrar tu pensamiento en la respiración, abstrayéndote de todo lo demás, también es “pensar atenta y detenidamente sobre algo”, pero considero que sólo es un truco para compensar la imposibilidad de (al menos en vida) dejar la mente en blanco. Igual podríamos habernos concentrado en los dedos, o en la imagen de un globo flotando en un cielo azul. Pero no tardé en saber que la meditación es algo más, mucho más que relajación, aunque nunca he recibido más que explicaciones difusas sobre el asunto, explicaciones que, al tratar de definirlas, siempre conducían a la fe. Y no deja de ser curioso que María Moliner defina meditar de otra forma más precisa: “Pensar sobre una cosa para estudiarla, resolverla o percatarse bien de su valor o significado, concentrándose en ella y abstrayéndose de lo demás (…). Se emplea mucho con el significado de pensar sobre cosas de religión”.

El Mindfulness

08-mindfulnessUn puñado de amigos, gente en apariencia razonable, algunos de ellos profesionales de la ciencia, aplauden con entusiasmo al Mindfulness. Entre otras cuestiones, argumentan la gran cantidad de médicos que consideran su valor terapéutico, y que (como tantas otras ciencias total o parcialmente esotéricas) está basado en estudios rigurosos de universidades prestigiosas. Es obvio que nadie que no se dedique profesionalmente al asunto podría leer todos los estudios publicados, no sólo los que hablan bien del Mindfulness, sino también aquellos que, reconociendo sus innegables bondades, las minimizan e incluso las tachan de no ser novedades, porque sus técnicas están más que estudiadas en Psicología.

Pero como no tengo demasiado tiempo para informarme adecuadamente, acepto lo que me dicen mis amigos a favor del Mindfulness. Además, ¿quién puede negar que la prisa y el estrés son las enfermedades más extendidas en el mundo occidental, y causantes de otras muchas? Por tanto, ¿qué malo hay en unas técnicas que pretenden luchar contra estos padecimientos? Se comprueba que la respuesta de nuestro cuerpo a los problemas no es la misma cuando estamos estresados (ansiosos, superados por la situación, incluso pesimistas sobre las soluciones) que cuando estamos serenos y sopesamos todas las circunstancias. Valoramos mejor qué problemas tienen solución y cuáles no, y nos organizamos interior y exteriormente para que nuestra respuesta sea lo más eficaz y decidida posible. Así, obviamente, seremos un poco más felices.

La empresa

Ayer vi en Facebook un anuncio de una empresa que da sesiones de Mindfulness, a la que algunos de estos amigos respaldaban con un Me gusta. En la página web de esta empresa declaran que el Mindfulness “es un estado natural de nuestro ser”, algo que no he comprendido demasiado bien, porque puedo entender que la serenidad pueda ser más beneficiosa que la ira, y la calma más que el estrés, pero todas son reacciones igual de naturales del ser humano. Al seguir leyendo he sabido que el Mindfulness no sólo es un estado natural, sino también “de calma y conciencia absoluta”. La palabra absoluta reconozco que me choca, pero bueno, es un término que igual puede ser utilizado de forma figurada, y aún más acompañando al término conciencia.

Mindfulness en Sevilla

Pero el producto que esta empresa vende es en realidad una técnica para alcanzar ese estado natural de calma y conciencia absoluta. Con esta técnica, también llamada Mindfulness, nos ofrecen “frenar ese intenso fluir de pensamientos y saltos emocionales al pasado y futuro en el que nuestra mente está continuamente inmersa y que nos impide ser conscientes del momento presente” (la falta de comas no es mía, lo juro). Me pareció perfecto. Ya digo que considero muy interesante e incluso imprescindible luchar contra el estrés, la ansiedad y el bloqueo a los que algunas veces nos vemos sometidos por la enorme cantidad de información que debemos procesar, y por la implicación emocional que nos ata a toda esa información.

Con esta técnica, los interesados aprenderán a observar sus pensamientos sin dejarse llevar por ellos, como también “a entender la importancia relativa de las cosas y a darle a cada evento la prioridad que realmente tiene en nuestra vida”. Bien interesante, aunque del mismo modo que la palabra absoluta me chirrió, el término realmente me pone en alerta.

En cualquier caso, el Mindfulness de estos señores nos ayudará a gestionar nuestras emociones para disminuir nuestra ansiedad, nuestro estrés. Admiten, con mucho acierto, que el estrés es una reacción natural que, en su buen uso, resulta beneficiosa, pero no tanto cuando se cronifica y se convierte en un estado permanente. Totalmente de acuerdo.

A continuación, la empresa hace un advertencia importante: “mindfulness es, en parte, una occidentalización de la meditación tradicional budista a la cual se le han desprovisto de todos los componentes religiosos, ideológicos y trascendentales, convirtiéndola en un método, un programa de aprendizaje, cuya finalidad es incrementar nuestros niveles de atención, concentración y conciencia a la vez que reduce los niveles de estrés”. ¿Quién podría considerar nocivo algo así? Si de verdad sus técnicas consiguen este propósito, nada que objetar.

La religión

Pero el siguiente y último párrafo de la declaración de intenciones de la empresa nos va a mostrar su verdadero objetivo, porque el Mindfulness no se limita a reducir el estrés. Cuando leí este último párrafo (que reproduciré más adelante) recordé el centro donde yo hacía yoga. Mi profesora, a pesar de creer en ese budismo occidentalizado, raramente se desvió de su pretensión de enseñarnos a conocer mejor nuestro cuerpo, así como las técnicas para utilizarlo del modo más beneficioso. Eso me hizo sentirme muy bien en las sesiones. Pero tanto la filosofía que se respiraba en nuestras conversaciones informales, como el resto de actividades del centro apuntaban en otra dirección.

Hoy el centro se denomina Escuela Humanista de Inteligencia Emocional, y, además de Yoga y Mindfulness, ofrece actividades como éstas: “Crecimiento del niño interior”, “Los 6 pilares de la autoestima”, “Grupo gestáltico de Desarrollo Emocional”, “Movimiento expresivo”, “Supervisión del Sistema Río Abierto”, “ConsultaSanador Espiritual de Terapia Gestalt (sólo para titulados en el Sistema Río Abierto)”, “Sesiones matinales del método Feldenkrais” y “La técnica Alexander”. Por supuesto, entre las personas que suelen acudir al centro, hay una corriente de simpatía por todas estas terapias, que se alejan de los métodos convencionales y sobre todo de unos métodos científicos que, para los creyentes, resultan ya limitados y aburridos. Sin contar con que para ser psicólogo o médico se ha de pasar por muchos años de intensos estudios, mientras que en estas terapias cualquiera puede llegar, en pocos meses, a ser terapeuta.

Compañeros muy razonables me indicaron entonces que creían (verbo que dice tanto…) en las virtudes terapéuticas de barbaridades como la Homeopatía, el Reiki o esa sarta creciente de x-terapias, a cual más absurda, que pretenden dar respuesta a todas nuestras dolencias y disfunciones. También había allí un aplauso generalizado a gurús impenetrables o, lo que me parecía peor, a la extensión de muchas de estas prácticas religiosas a los niños, como sabemos, un sector de la población propicio para el proselitismo religioso. No dudo un instante de la buena fe de mis amigos y compañeros de yoga, pero tampoco dudo de que en estas cuestiones han perdido la senda de la razón.

El último párrafo

El último párrafo de la empresa era el siguiente: “Si bien es cierto que así entendido [el Mindfulness] podría verse como un plan de entrenamiento que recopila ejercicios meditativos, la realidad va mucho más allá y la mayoría de quienes deciden dar el paso y practicar mindfulness, terminan asimilando esta práctica como un nuevo estilo de vida, llegando a modificar su sistema de creencias en el sentido de que se reducen sus niveles de apego a lo material y entendiendo que la felicidad o el sufrimiento dependen exclusivamente de uno mismo y que sólo nosotros somos los responsables de ello”.

Esta desmañada declaración, este mensaje no sólo devoto y ferviente, sino profundamente peligroso, es lo que apoyamos cuando consideramos que la relajación y la reducción del estrés pueden estar en otras manos que en la de los expertos en salud (psicólogos, médicos o eelige-terapia-alternativanfermeros). Aunque, más allá de su humana falibilidad, hay muchos de estos profesionales incomprensiblemente convertidos a lo esotérico, la gran mayoría de los especialistas en estas nuevas ciencias no tienen ni pajolera idea de medicina, ni de psicología, ni del método científico, un método que si no puede curarnos todo, sí puede asegurar que las terapias que utilicen con nosotros están contrastadas y no son desvaríos de cualquier iluminado. Nos protege de gente que hace negocio con nuestra salud, a veces convenciéndonos de que determinados procesos lógicos de nuestro organismo y nuestra mente son en realidad enfermedades, y por tanto necesitan terapia. La ciencia, la de verdad, nos resguarda de aquellos que, poniendo casi toda su eficacia en el efecto placebo, prometen prodigios y compensan su falta de conocimientos contrastados con el regalo de una nueva fe, y hay todo un ejército de magníficos pacientes (léase hipocondríacos) aguardando con expectación las nuevas terapias surgidas en el mundo de lo esotérico. Y el Mindfulness, como tantas otras terapias pseudocientíficas, con unas gotitas (de sobra conocidas) de ciencia, trata de vendernos cielos en una tierra convertida previamente en hospital.

6 comentarios:

capolanda dijo...

Bueno, es que lo has definido perfectamente: el éxito de las religiones está en no parecer religiones. Como el lobo en el famoso cuento de Caperucita, se llaman filosofía, o ciencia, o lo que sea menos sospechoso para luego actuar como siempre hacen.

El ejemplo del budismo me resulta un tema vergonzoso. Cuando era pequeño, era católico y se me pasó en el instituto, pero me sorprendió ver la influencia tremenda que tiene esta religión en cines, cómics y hasta libros occidentales. Como además soy aficionado al manganime y los videojuegos, podía comparar la imagen que esta religión tenía entre orientales y perdía mucho. Y entonces lo entendí: el budismo tiene cierto tirón entre occidentales porque no saben de su historia de abusos y guerritas, ocurridas en lugares tan exóticos como Sri Lanka o China, y se presentan como filosofía.

De hecho, no hay más que ver la buena imagen que tiene el Dalai Lama, cuando los lamas eran unos teócratas que daban miedito… Pero era necesario oponerse a los chinos en el Tíbet, lo que es ridículo porque el enemigo de enemigo no tiene que ser mi amigo, pero ya se sabe: nadie es profeta en su tierra.

sólo nosotros somos los responsables de ello
Esa es una de las claves del pensamiento estadounidense más proclives al fallo: yo como responsable único de mi existencia, lo cual se desmonta con ejemplos comunes, pero ahí está la disonancia cognitiva para ocultarlo. Tanto rollo para ser como Torrente, que afirmaba que su polla era el centro del universo.

Sir John More dijo...

Totalmente de acuerdo, Ozanu, aunque no sabía nada de la historia del Tibet y de sus monjes. De todos modos, cualquier casta sacerdotal busca privilegios, siempre, aunque luego pueda haber algún excepción muy excepcional en su interior... Abrazos.

Anónimo dijo...

Muy buen análisis. Me ha gustado mucho, sobre todo, porque has destripado el tema alineamiento social basado en el adoctrinamiento. Esto se lleva haciendo desde que existen las religiones, llámese catolicismo o budismo. Fíjate en el arte rupestre, en la Cueva de la Pileta sin ir más lejos, también tenían su sistema de creencias, solamente el brujo podía hacer esos dibujos en lo más profundo de la caverna para que hubiese fertilidad o lloviese, y los demás lo creían, lo creían todo del brujo. Ya existían líderes en las bandas. Son grupos de personas que comparten un serie de necesidades, tan importante como es la salud y como consecuencia de ello, la supervivencia. Es lamentable cómo se utiliza eso último para ganar dinero: realmente es peligroso cuando se quieren hacer "intervenciones terapéuticas" si no se tiene formación científica y experiencia a la vez. Es mi caso que voy al yoga, sobre todo porque el médico me ha dicho que los ejercicios de respiración son muy buenos para mantener la capacidad pulmonar (cosa que necesito por la operación que tuve hace un par de años) También me vienen muy bien los estiramientos que se hacen con el pecho, las piernas, la espalda, etc., pero ya cuando se meten el tema psicológico, intentando establecer un contexto terapéutico, y además grupal..., ahí ya...., también me chirría... Y es curioso que lo hacen en tu momento de más debilidad, en el momento en que tienes ganas de llorar, que te vienes abajo porque se lleva la mochila muy cargada, a veces, o porque estás pasando la menopausia... Siempre viene bien que alguien te escuche, de hecho, la escucha activa es una técnica psicológica/terapéutica muy importante, que utilizan profesionales tanto de la salud como del ámbito social. Que gane dinero un médico lo veo genial porque la carrera son ocho años y están reconocidos científicamente y porque salvan vidas; pero que lo haga gente que está "formada" en unos cursillos basados en ¿Qué? ¿Y en cuál centro de estudios serios? ¿Y en qué paradigmas estudiados y debatidos públicamente, y científicamente?¿En las pajas mentales de otros? ¿En las respuestas de sus seguidores en cuanto que se han sentido bien?¿O en el dinero que llevan ganado haciendo este tipo de prácticas? No hay que fijarse más que en tooooda la simbología que se utiliza: las velas, los aromas, las posturas corporales, la forma de hablar seductora... La seducción es la más grande de sus armas... En fin, es mi humilde opinión. dejo un enlace que clarifica mucho en qué punto del mercado está todo esto : http://mundopymes.net/el-negocio-de-los-centros-de-terapias-alternativas-como-ha-crecido-y-cuan-rentable-es/
Muchas gracias Juanma!

Sir John More dijo...

Totalmente de acuerdo, Águila, y me gusta que hables de seducción porque el fenómeno se combina con que, igual que en muchas religiones, muchos de los que colaboran con la propagación de estar teorías indemostrables lo hacen con la mejor fe. Esa seducción se patenta en los centros ejecutivos de cada teoría, y luego se expande en un mar de miel y positivismo absolutamente incoherente, pero muy atractivo para la gente que busca algo de dulzura como agua en el desierto. La pena es que la extensión de estas religiones coincide con la disminución del fervor en las religiones clásicas. Es decir, las mayorías pasan de la religión oficial a las religiones alternativas. Religión y más religión... Besos y un gusto tenerte aquí comentando esta entrada.

Anónimo dijo...

Hay un Manual Clínico de Mindfulness, compilado por Fabricio Didonna, que no estoy seguro de la fecha de publicación (entre 2008 y 2010) que tiene un prefacio de Jon Kabat-Zinn. El explica, de forma confusa para quien conoce la meditación budista, que su objetivo es introducir en la corriente principal de la medicina, el cuidado de la salud y de la sociedad en general eso que Nyanaponika Thera llamó "el corazón de la meditación budista"; y formulado en un lenguaje occidental, no budista. Explica que además de usar la palabra mindfulness como definición operativa (regulación de la atención centrada en el momento presente, básicamente) lo usa como termino aglutinador de la totalidad del Noble Sendero Óctuple. Son muchas cosas para digerir.

Por una parte porque la visión de Nyanaponika Thera, por muy respetable que sea, no representa a la totalidad del budismo, sino a un budismo moderno, resultado de una reforma que tuvo lugar en Birmania en el s. XX. Por otra porque está sugiriendo que tiene el objetivo de introducir no sé que interpretación, lectura o extracto del budismo en ciertas áreas como la medicina o el cuidado de la salud, ¡y el cuidado de la sociedad!, formulándolo en un lenguaje diferente.

Aunque practico yoga y meditación, creo que se trata de una confusión innecesaria. Las personas inclinadas a la práctica de la meditación siempre han podido practicarla (antes de que el mindfulness estuviese de moda), y no veo por qué hay que introducir valores, ideas o filosofías extraídas de una religión en otros ámbitos de la vida.

Estoy de acuerdo también con quienes dicen que la psicoterapia occidental tiene recursos más que completos sin recurrir al budismo. Fritz Perls introdujo en la década de 1950 una terapia basada en la atención al aquí y ahora, la terapia Gestalt, partiendo de su experiencia como psicoanalista, del humanismo y la fenomenología. No necesitó para nada del budismo.

Y si alguien tiene interés por el budismo, en nuestro medio hay posibilidad de conocerlo e introducirse en él. Creo que es bastante más razonable que este planteamiento, de tientes comerciales, que se nos presenta como mindfulness. Pruebas científicas hay las que hay, es decir, que si se estudia la actividad del cerebro de alguien que aprende mecanografía se observan los correspondientes cambios en las áreas cerebrales implicadas; y si se estudia la actividad cerebral de quien medita se observan los cambios de actividad de las áreas cerebrales que participan en esa práctica. Ni más ni menos. Que relajarse es saludable, seguro. Que aceptar las experiencias y estar menos distraído es saludable, casi seguro. Ahora bien, el mindfulness se presenta con una publicidad que tiene tintes pseudocientíficos, no porque no se hayan hecho experimentos, sino porque los datos se extrapolan e interpretan con ciertos sesgos de entusiasmo que no se corresponden con la ciencia.

Sir John More dijo...

Estimado amigo o amiga, no soy demasiado partidario ni del psicoanalisis y otras filosofías pseudocurativas incrustadas en la psicología, ni tampoco de las religiones, por muy personalistas que puedan parecer, como el budismo. Creo precisamente que la intrusión de las creencias organizadas y sus suposiciones en el tratamiendo de la salud es muy peligrosa, independientemente de que algunas de las actividades que propongan estas creencias puedan ser sanas. Relajarse, incluso aprender técnicas para conseguir que nuestra mente detenga durante un rato su obsesión por un pensamiento, puede ser sanísimo, pero convertir eso en una forma de "mirar el presente", de "limpiar nuestra alma" y "ser feliz a voluntad" me parece no sólo falso, sino muy peligroso. De hecho, basta levantar un poco la mirada para ver cómo todas estas tendencias religiosas consigue, más pronto que tarde, convertirse en un negocio del que vive un montón de gurús que no necesitan demostrar nada de lo que dicen. No obstante, coincido en muchas de las apreciaciones que haces. Yo también he practicado yoga y me ha parecido una actividad físicamente interesante, y que al beneficiarme físicamente ha favorecido mi situación psíquica, claro, pero no creo en ninguna de sus posibilidades metafísicas. El Mindfulness es, en mi opinión, una forma diferente de vender el mismo producto, tratando, además, de arroparlo con evidencias científicas, en algunos casos obvias, y en otros muy cuestionables, y sin faltar en ese argumentario, como dices, ese ir más allá de lo visible, esa trascendencia propia de las religiones, y por supuesto ese componente de entusiasmo colectivo que no es más que un signo más de la desesperación colectiva que tanto sentimos en estos tiempos. Gracias por tu visita y por tus palabras.