viernes, 17 de febrero de 2012

Viaje a uno mismo

José Antonio Coderch En el acogedor blog de Andrés Martínez encuentro una foto realmente sugerente. Al pronto la foto no parece nada especial, e incluso leyendo el texto que Andrés incluye en los comentarios, percibo que la cosa no va sobre lo que pienso, sino sobre José Antonio Coderch, un arquitecto catalán, y sobre Espolla, el pueblito gerundense de sus padres y en cuyo cementerio hoy descansan sus propios restos. El pueblo, más que verse, se adivina en el fondo de la imagen...

La foto me resulta curiosa por un doble motivo: primero, porque aunque a primera vista parece una foto de lo más normal, basta mirarla con un poco de atención para descubrir en ella un equilibrio encantador, el mismo que muestran esos paisajes naturalistas que uno podría estar admirando durante horas... Pienso ahora en aquella sala de la National Gallery, en octubre de 1990, cuando la gente se arremolinaba frente a La venus del espejo de Velázquez, y a su izquierda quedaba inadvertido un cuadro impresionante, La cacería Real del Jabalí, ante el que me quedé completamente mudo. En la foto de Andrés son elementos simples los que se trenzan para componer un paisaje promisorio, vital y a la vez templado.

Philip IV hunting Wild Boar (La Tela Real)

La segunda curiosidad fue precisamente ésa, que lo primero que pensé al ver la foto parecía no guardar ninguna relación con la intención de su autor. Y es cierto que las fotos de carreteras que se pierden en el fondo poseen para mí un toque de predestinación y de atavismo a la vez. Representan el viaje y a la vez el regreso, quizá el regreso a mí mismo, a ese lugar del horizonte donde vuelvo a estar dentro de mí, mirando el mundo sin necesidad de analizarlo, tan sólo viviéndolo. Viajar, al fin y al cabo, es eso, suspender los sólitos afanes de la vida para sumergirnos desnudos y hambrientos en ella. No hay forma mejor que el viaje para sentirme más cerca de lo que creo ser, de lo que me constituye, de mis antepasados, de mi carne e incluso de mi futuro.

Y es entonces cuando reparo en que la foto no pretende mostrar ideas muy diferentes de las que me sugiere. Porque Coderch volvió a ese pueblo buscando sus raíces, viajando a un mundo nuevo que era el mundo pasado, embarcándose en una más de esas aventuras que nos dibujan sobre el papel intangible del tiempo.

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7 comentarios:

Andrés dijo...

Sir John, amigo: no lo podías haber explicado mejor; la foto, el texto, y -seguro que también-, lo que pensaba y sentía Coderch. 1abrazo, Andrés.

leo dijo...

Sir, seguramente ya la conozcas, pero te dejo el enlace de Elvira Coderch http://floresypalabras.blogspot.com/

Sir John More dijo...

Claro, Leo, que conozco a Elvira y su hermoso blog. Aunque sobre lo que pensaba este hombre me da que tendría que leer, primero, y que escribir mucho más... Andrés, seguro que tú nos podrías contar muchas más cosas sobre su obra...

Andrés dijo...

Sir John: Coderch, como muchos buenos arquitectos, fue una persona que escribió poco (aunque bien). Un buen catálogo de su obra es el que ofrece el Arxiu Coderch (http://www.etsav.upc.edu/arxcoderch/es-ind.htm). Yo me refería más a que habías radiografiado bien con tu texto lo que debió de sentir él en ese impulso de vuelta a Espolla, desde luego un viaje a sí mismo a través de la recuperación -en gran parte imaginiaria- de la casa natal. Otra vez gracias, ¡un abrazo! AM.

Sir John More dijo...

Andrés, al hablar de su obra, y de tener que leer más sobre ella, me refiero sobre todo a su obra arquitectónica, y a mis más que modestos conocimientos sobre arquitectura en general. No obstante, indagaré en esa página que nos mandas... Un abrazo.

Elvira dijo...

Acabo de descubrir esta hermosa entrada. Gracias y un abrazo!

Sir John More dijo...

Un beso, Elvira.