viernes, 8 de abril de 2011

Carmen

Feminismo3 Hablo con Carmen, de Villanueva de San Juan, que trabaja en temas de igualdad de género. Su voz dulce me aporta un término curioso y útil. Y es que, abjurando siempre no sólo de machistas y furibundos misóginos, también suelo quejarme mucho de ciertas ramificaciones feministas, desgraciadamente no minoritarias, que más allá de moverse por la igualdad de derechos y por la consideración universal de la mujer como persona, tienden a descargar toda su rabia contra el género enemigo, el masculino, soñando con un mundo en el que un supuesto e idílico modo de hacer femenino lo anega todo y resuelve, por arte de magia femenina, los interminables problemas de la humanidad. Cuando deseo referirme a esas personas algo exaltadas me da un poco de cosa usar el término acuñado (creo) por ese otro exaltado que es Pérez Reverte (a nadie mejor le cae la imagen del tornillo pasado de rosca): feminazis. Y mucho menos equiparar el término machista al de feminista. Durante varios siglos, muchas mujeres y algunos hombres han luchado bajo esa denominación por la equiparación de derechos, así que siempre me pareció injusto referirme a ese intransigente grupo como feministas.

Feminismo8 Carmen conversa con serenidad, y luego de discutir conmigo sobre los excesos que tal vez se cometan en la adaptación del lenguaje a esta igualdad que, poco a poco, se va materializando a nuestro alrededor, me habla del hembrismo, ese movimiento que en la inercia del despertar femenino pretende ir más allá y compensar las injusticias pasadas con otras injusticias futuras. Y yo apunto la palabrita. Al fin y al cabo es lógica pura: machos y hembras, gente que no encauza su animalidad ni la convierte en convivencia, sino en conflicto y en casposa lucha por el poder. Por supuesto, pasa como en cualquier guerra, ahora los machistas tacharán de hembristas a todas las feministas, y las hembristas achacarán al machismo rabioso cualquier crítica a sus desvaríos. Como en cualquier guerra, el diálogo, la razón y la sensibilidad quedarán calladas por la ira y la exasperación; pero nada de eso evitará que cada vez estén más claros los papeles, y que igual que hoy un machista es mucho mejor reconocido que hace veinte años, pronto sepamos distinguir a simple vista a una feminista, una mujer que trabaja por que las mujeres, sin dejar de serlo, estén consideradas ante todo como personas, de una desquiciada y desquiciante hembrista, que odia al macho y pretende darle la vuelta al mundo, cambiando simplemente el signo del abuso y la vergüenza entre sexos.

3 comentarios:

trimbolera dijo...

¡¡¡ EXACTAMENTE !!!

Anónimo dijo...

POR UN MUNDO EN IGUALDAD, PERO EN IGUALDAD DE OPORTUNIDADES, YA QUE CADA SER HUMANO ES DIFERENTE. Saludos. Carmen

Sir John More dijo...

Eso, eso, que siempre se habla de igualdad, y hay que indicar que hablamos de igualdad de oportunidades, pero cuanto más diferentes seamos, más divertido se hace el mundo. Un beso, Carmen.