Comparto con los enanos un rato de fútbol. A estas edades hay que aprovechar cualquier excusa para poder estar cerca de ellos, y aunque sé de otros espectáculos más hermosos, el juego mágico del Barcelona no es de los peores.
Al acabar el partido, muy tarde, el mayor hace rato que duerme en el sofá, pero el pequeño se queda conmigo en el asombro de unos minutos finales de El sur. Apenas asistimos a las últimas conversaciones de Agustín con su hija Estrella, y al desenlace de la película, con ese final ilegítimo que al cabo fue, también por el arte de Erice, una hermosísima puerta abierta a la imaginación. Y vuelvo a preguntarme por qué esta película me hechiza de este modo, por qué siempre se me presenta como la obra cinematográfica más hermosa que nunca vi. Erice no sólo es un mago de la luz, no sólo es un maestro del silencio; Víctor Erice es, sobre todo, un fotógrafo del alma, alguien que intenta retratar la esencia de esta especie aturdida, para que luego los que quieran, aquellos que sepan detenerse, puedan recordar de qué color es el deseo intenso de vivir.
Ese final ilegítimo, impuesto por un Querejeta sin palabra, más apegado al negocio que al arte, nos privó de la continuación de la película, no de una segunda parte, sino del resto de la película. Yo, que soy del sur, que ardo en él ansiando a veces el verde frescor del Cantábrico o de las Tierras Altas de Escocia, tuve que estremecerme cuando Estrella cierra la maleta para, desde un lugar de nieves y musgos, viajar al sur, al sueño, al lugar donde se consumieron el secreto y el corazón de su padre muerto. Y suena la música de Granados, que ayuda a dibujar ese fondo de calor, soledad y tristeza sobre el que flota este sueño, un sueño que, sin embargo, está tan lleno de vida…
Los escenarios estaban elegidos (Carmona), como los nuevos personajes (Fernán Gómez entre ellos); el guión escrito, la obra maestra ahí, tan a mano… Tenemos que conformarnos con lo que nos ha dicho Víctor sobre ese final. Para mí, no sé para vosotros, sus palabras recogen hasta el último gramo de esa emoción que algún día pudo acabar de iluminar esta fascinante película…
8 comentarios:
El "Sur" es también muy especial para mí, no sólo por su belleza, sino porque la asocio al bonito recuerdo de las personas con las que la ví...porque el sur entonces estaba al ladito de mi butaca.
Un beso
Etéreo y poético retrato de los "hilos invisibles" que atrapan la Tristeza, la Melancolía, El Silencio y la Soledad, en una fotografia color miel.
Me gusta contemplar esta mirada a la Nostalgia. ¿Bailamos? Suena un pasodoble, ;-)
Barbas,Requetemuaaaaaaaaaaaaaa...
Tú sabes, Sara, que El sur no sería lo mismo si no la hubiese visto por primera vez en aquel cine de barrio, junto a aquellas dos chiquillas maravillosas, justo en medio de una aventura de mi corazón... Beso, sureña.
Claro, sólo espero que seas Anónima, porque aunque lo de bailar con todo tiene en teoría sus indudables ventajas, yo lo del pescado es que ni intentarlo, no me sale... Juraría que te conozco... :-p
Si la película es genial, el libro de Adelaida García Morales es de una sensibilidad extraordinaria en solo 52 páginas porque el libro se compone de dos relatos largos: El sur y Bene.
Para mí es un ejemplo de escritura.
Fíjate, Isabel, que gustándome tanto la película nunca me decidí a leer este libro. Recuerdo que entonces Víctor Erice y Adelaida García Morales pasaban largas temporadas en las Alpujarras, y para mí la pareja tenía un halo de misterio artístico, mucho más poderoso en tiempos donde no teníamos Internet para saciar la correspondiente sed de datos. Pero es que el primer libro que cayó en mis manos de García Morales fue El silencio de las sirenas, y me decepcionó tanto... No sé si es anterior o posterior a El sur, pero si la película está basada con detalle en la historia de su libro, sólo por la idea debe merecer la pena. Y para pena que el cine español lleve tantos años en las manos en las que está, y que no podamos disfrutar de más películas de Víctor. Su fascinante contribución a Ten minutes older casi dolía, sólo de imaginar lo que podríamos haber disfrutado si gente como Querejeta no hubiesen estado ahí, haciendo puro negocio con el arte...
A mí también me decepcionó "El silencio de las sirenas", sobre todo porque "El sur" creó en mí muchas espectativas sobre esta autora.
Si lo lees, ya me dirás.
Vaya casualidad.
No leí el libro por la misma razón.
Volví a ver El Sur el otro día también y el tiempo no le hace perder nada desde la peimera vez que la vi.
Intentaré leerlo.
Besos
Media audiencia leyendo El sur... No está mal...
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