El amigo Julio apuntaba en sus instrucciones para llorar, dentro de la Historia de Cronopios y de Famas, que “el llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente”. Hoy me di cuenta que a Julio se le escapó algo fundamental, y que invalida en parte su teoría: el acto que constituye verdaderamente el principio del fin del llanto es el suspiro, que consiste, como todos sabemos, en una inspiración profunda y una espiración como cargada de alivios. Podemos sonarnos los mocos todo lo enérgicamente que deseemos, pero el llanto no acabará hasta que no se produzca un suspiro definido, aunque luego, para borrar los efectos del llanto, nos sonemos concienzudamente y enjuguemos los restos de lágrimas y desconsuelo.
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