viernes, 16 de febrero de 2007

Trenes, desiertos, oasis

El vigor al cariño le viene de la obstinación de sus mejores deudas, y ellos atesoran tantas… Toman, en la misma estación, trenes distintos, con direcciones opuestas, aunque sólo por la necesidad extraña, perentoria y dolorosa de alejarse el uno del otro. Ambos viajan, de una u otra forma, a desiertos cuajados de recuerdos, evocaciones que, al tacto, se desmigajan en arena fina y uniforme. Pero pronto descubrirán que el desierto alberga infinidad de ruidos, sorpresas microscópicas, tormentas y mareas de buen océano, y una refrescante y enternecedora algarabía de vida que ellos irán cargando en sus alforjas, para cuando el mundo agote su circunferencia y sus trenes vuelvan a encontrarse en el oasis de alguna incierta estación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo contigo,pero si a alguien le ha abierto el gusto por leer( y además voluminosamente) pues no está mal..siempre mejor que lo haga por el jodido código da...en fin a algunos ya ni Macondo ni el coronel les motiva y lo recuerdan como "algo superado"

Sir John More dijo...

Imagino que tu comentario se dirige a la entrada anterior... Y por supuesto, hasta Corín Tellado sirve para iniciar en la lectura, lo que no quita que todos, cada uno a su ritmo, aprendamos a disfrutar de este arte de las palabras como de cualquier arte, y no por un afán técnico, sino por pura diversión. De todos modos, no estoy de acuerdo contigo en que Macondo y el Coronel estén tan superados. ¿Crees que Cervantes está superado? Bueno, se han escrito tantas cosas desde entonces... Pero una obra maestra está ahí, para siempre insuperable, dueña de sí misma, convertida para siempre en una luz sobre las que otras se leerán. Por supuesto, la de Ruiz Zafón se encuentra en la sombra, muy lejos de la luz. Saludos.