sábado, 18 de junio de 2016

Velintonia y la nueva política

psoe_generales1977_josc3a9-ramc3b3nEn los primeros años de nuestra democracia, los dibujos de José Ramón inundaron de esperanza nuestros buzones. Distribuido no sé en qué campaña electoral, recuerdo en especial un folleto que representaba una calle llena de árboles, una calle en la que, entre flores —muy probablemente rosas—, destacaban un teatro, una biblioteca, un cine, un museo… En aquella calle de la cultura reinaba, por supuesto, un bienestar social y económico cuya promesa se daba por sobrentendida.

Con el tiempo, todos hemos sido testigos de cómo el poder, en vez de dedicarse a crear las adecuadas condiciones económicas y sociales, a establecer las bases educativas para el desarrollo autónomo de la cultura, se ha afanado en buscar protagonismo, en dirigir la cultura, bien consciente de la utilidad de estos asuntos en el manejo ministerial de las masas. La cultura, grosso modo y entre mitos y reverencias, acabó poco a poco convertida en un bien más de consumo. De ser el medio crítico y transformador que imaginábamos pasó a constituir, las más de las veces, otra herramienta para el adocenamiento del público. El tesón artístico, esa serenidad pasional de los creadores, ese gusto por la delicia, por el esfuerzo y por el genio transgresor, se transformó progresivamente en un nervioso vaivén de éxitos prefabricados que hoy, mediante los adecuados contratos promocionales, son voceados por nuestros medios de comunicación.

En estos últimos cuarenta años de endeble democracia, la izquierda política ha desempeñado desgraciadamente un papel primordial en el proceso de papanatismo cultural, aportando en ocasiones una actitud señaladamente indocumentada frente a la cultura. En vez de revertir mediante la educación el esquema conservador por el que las clases trabajadoras no tenían (ni debían tener) acceso a la cultura más elaborada, se dedicó a banalizar el mercado cultural hasta hacerlo fácil y democráticamente accesible. Nadie puede negar las intenciones manipuladoras que animaron en general a los políticos, pero algo tuvo que ver el hecho de que esos mismos políticos, por su actitud utilitarista y su ambición de poder, miraran con desconfianza, e incluso con asco supuestamente proletario, a cualquiera que, creando cultura, les exigiera el esfuerzo insano de pensar, de pararse y sentir. O lo que es lo mismo, miraban con desprecio a cualquiera que les pidiese con su arte algunas de esas virtudes que tan poco parecen casar con la política: honradez, emoción y humanidad.

2013-11-23 14.14.25Hablo de todo esto a cuento de la situación en la que se encuentra la vieja casa de Vicente Aleixandre, en la calle que se le dedicó al autor y que en tiempos se llamó de Velintonia, en Madrid. En este caso no sólo nos encontramos ante un enorme poeta, ante un premio Nobel que dejó algunos de los versos más hermosos jamás escritos en castellano. Nos encontramos, además, ante un hombre de una sensibilidad extraordinaria que removió y favoreció con su sabiduría a varias generaciones artísticas de este país, luchando contra la dictadura desde sus propias entrañas. Y nos encontramos ante el escenario por donde pasaron cientos de creadores, mujeres y hombres insustituibles que son y serán más España que todos los himnos y banderas. La casa de Vicente Aleixandre acogió a lo mejor de nuestra cultura durante decenios, a los de dentro y a los del exilio, y en ese jardín, presidido por un cedro que es el único elemento protegido de toda la propiedad, se detuvieron personas que con su sensibilidad y su saber reivindicaron el derecho de todos los españoles a poseer los medios necesarios para disfrutar de la cultura, para ser libres. Nos encontramos ante una casa que está en venta y que cualquier día puede ser derribada para, alrededor del cedro protegido, construir quién sabe cuántos apartamentos de lujo.

2013-11-23 14.12.33Hoy el Ayuntamiento de Madrid está gobernado por un partido nuevo, un partido que se dice distinto, que pretende que las instituciones dejen de hacer negocios y se dediquen a servir a la gente. Pero por mucho que favorezca económica y laboralmente a la gente que lo necesita, nada podrá conseguir este partido si no es consciente de la situación en que toma el poder, un escenario en el que la cultura se ha convertido en puro entretenimiento, en el que cualquier gesto de soberbia de un futbolista adquiere más transcendencia que el mejor de los libros o la mejor de las músicas; en el que gran parte de las obras culturales se engullen y por tanto se crean con descarada ligereza, con un frívolo ojo comercial. El bienestar es imposible sin cultura, sin ciudadanos cultos. Esa convicción fascista y nociva por la que al pueblo sencillo hay que proporcionarle sencillez nos va hundiendo más y más en la estupidez, en la insensibilidad, en la peor de las profecías. Y la posible venta y posterior demolición de la casa del poeta, a pesar de los años de esfuerzo de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre y del apoyo de muchísimas figuras de nuestro escuálido panorama cultural, sería la demostración de que en política, en este pobre país, ya no hay ni nunca habrá algo verdaderamente nuevo bajo el sol.

6 comentarios:

trimbolera dijo...

Muchas gracias. Besetes.

Sir John More dijo...

De sur a norte corriente de cariño... :)

Noite de luNa dijo...

Espera y no te lances.

El tema no es así. La casa está en un lugar que cuando se construyó eran los extrarradios de Madrid y hoy es una parte muy céntrica, entre Ciudad Universitaria Y Castellana.
No es el ayuntamiento, es la Comunidad, sobre todo, la que debe decidir y se intentó en su momento ofreciendo dos millones de euros y la familia quería cinco. Años más tarde se intentó de nuevo y tampoco se pudo, la familia tenía alquilada una de sus plantas y resultó imposible.
A mi entender, la figura y el legado del poeta no le importa a la familia, les interesa el dinero puro y duro. También tenía un precioso palacete en Miraflores de la Sierra que ha estado muchos años cerrado por las mismas exigencias familiares.

Juanma, Madrid ha sido esquilmado. No siempre estoy de acuerdo con recuperar un lugar determinado, sea quien sea quien la habitó. Los madrileños de Madrid capital, estamos hasta las cejas de deudas creadas por alcaldías anteriores a la actual y que debemos pagar. Hay zonas totalmente abandonadas que necesitan fondos y es hacia donde se está mirando e intentando solucionar los problemas vitales que tienen las personas. Quizá no sea cultura pero sí supervivencia para que los niños que habitan esas zonas puedan en su día tener acceso a otra cultura que no sean las ratas con las que conviven.

Todo tiene su tiempo.

un abrazo

capolanda dijo...

No opinaré en el tema de la casa, pues no soy un experto y podría equivocarme. Sí diré que la confusión sobre el pueblo y la cultura nació, en efecto, cuando se entendió que democratizar la cultura era elaborar una cultura menos exigente. Un error tremendo, nacido irónicamente del miedo al propio error, que ha provocado analfabetos funcionales que leen mucho.

Sir John More dijo...

Bueno, Luna, comparto contigo la idea de que es absolutamente necesario que el Ayuntamiento de Madrid atienda con urgencia los casos de problemas sociales, y créeme que estoy bastante ilusionado (espero no tener una vez más que arrepentirme de esta ilusión) con la nueva política. Está claro que cultura sin pan es un sinsentido, pero de lo que hablo es de que pan sin cultura (y con circo) tampoco. Además, creo que es competencia del Ayuntamiento velar por la cultura de Madrid, por supuesto junto a la Comunidad y al Ministerio de Cultura. Y también creo que el presupuesto de cultura del Ayuntamiento no es pequeño. Nadie ha explicado si el dinero que piden los propietarios de la casa (a los que seguramente les interesa más el valor económico de la casa que otro tipo de valores) es mucho o poco, pero como dice claramente la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre (la gente que más está haciendo por que la casa no caiga en el olvido), la administración debería hacer mucho más de lo que hace, y no parece estar haciendo casi nada. Y por supuesto, de los gobiernos de la Comunidad y del Estado no espero nada, absolutamente nada, pero del Ayuntamiento de Madrid sí. Hablo de las prioridades en la política cultural del Ayuntamiento y hablo de poner la suficiente inteligencia y el poder político que tiene el Ayuntamiento para conservar la historia de Madrid y la historia de todos nosotros. En cuanto a que no se puede recuperar todo, estoy convencido de que es así, pero esta casa supuso demasiado en la historia cultural de este país curante todo el siglo XX, no sólo por el propio Vicente Aleixandre (ninguneado antes y después, y apenas reconocido en este bendito país), sino por todo lo que vivieron ahí, en esa casa, un enorme número de intelectuales. La intención, precisamente, es que allí quede memoria de tantos y tantas que no la tienen, o que en el mejor de los casos tienen reconocida su existencia con un rombito amarillo sobre una fachada. Si el ayuntamiento decide dedicar todo el presupuesto de cultura a servicios sociales, no seré yo el que proteste, pero si se mantiene un cuantioso presupuesto cultural, los gastos de un asunto como éste, mucho más si se convence a otras administraciones de que participen, serían ridículos comparados con lo que se gasta en cualquier sarao inútil. Y trabajo en la administración y sé de lo que hablo en esto de los saraos inútiles.

Y por lo demás, besos y abrazos para la Luna... :)

Sir John More dijo...

Saludos, Ozanu. Estoy de acuerdo contigo: hoy se lee mucho, y eso es bueno, así en forma general, pero hay que preguntarse por lo que lee la gente, y si la cultura que se promociona es una cultura liberadora (formadora, informadora, creativa, revolucionaria en el amplio sentido de la palabra, que remueve nuestras entrañas y nos anima a mirar y cuidar el mundo) o una cultura adormecedora. Y yo creo, contigo, que es más lo primero que lo segundo...

Abrazos, amigo.