Efectivamente, el camino sólo tiene una dirección, es un viaje sólo de ida. Y sin embargo, cuántas vueltas y revueltas por mor de nuestra memoria, por ese vicio afortunado de dejar rastro.
Los edificios más hermosos son objeto de la erosión constante, de la intemperie y del calendario, y al fin sólo quedan ruinas, cimientos sólidos, recios muros que desmienten la futilidad del universo.
Igual con el corazón, con los nervios y las risas, con el dolor y la rabia, con el error y el acierto.
La ausencia, en una amalgama de perfumes, reina y se derrumba ante el recuerdo de una caricia, ante las evidencias imborrables de la entrega y la ternura…
2 comentarios:
Un fuerte abrazo. Gracias.
Un beso, Angelines.
Publicar un comentario