Mientras nos dirigimos a la Plaza del Quirinal hay pormenores de la ciudad que llaman en silencio al objetivo de mi cámara. Ahora es la estatua de Carlo Alberto di Saboya, rey que fue de Cerdeña, además de duque del Piamonte y príncipe de Carignano. Así, visto en su estatua, no es para tanto…
Aunque nos lleva el encargo de una amiga (el catálogo de una atractiva exposición sobre Adriano), descubrimos que desde la plaza hay una vista curiosa de la ciudad. San Pedro se va apagando en un suave atardecer.
Ponemos rumbo al Panteón de Agripa, y por el camino descubrimos la ostentosa fachada de Sant’Ignazio di Loyola. En la web de la Iglesia se dice de ella que nació como «Scuola di grammatica, umanità e dottrina cristiana, gratis». A continuación se afirma que «los Jesuitas, convencidos que la evolución positiva del mundo dependía de la buena formación de la juventud, han contribuido indiscutiblemente a la difusión de la cultura literaria y científica, a la educación cristiana de los jóvenes y a la preparación filosófica y teológica del clero católico en todo el mundo». Una pena educar a los jóvenes para luego infectarlos con todas esas creencias insensatas. Si la educación pública dispusiera de los medios que todos estos señores del más allá poseen en abundancia…
El Panteón de Agripa es el primer edificio de Roma que la Iglesia ocupó con sus santerías. A eso debemos que sea el único que sigue totalmente en pie, lo que lejos de indicarnos la bondad del cristianismo con este templo pagano, nos muestra la maldad con el resto de los edificios que no le fueron entregados. Fue templo romano dedicado a todos los dioses, pero sobre el siglo VII pasó a estar dedicado en exclusiva a nuestro ubicuo dios cristiano. Y adivinen quién mantiene el edificio: claro, todos y cada uno de los italianos a través de su gobierno.
Contrasta la columnata de la entrada, que es la parte más antigua del templo, con la rotonda y la cúpula interior, que también son romanas.
Curiosamente, el óculo de la cúpula, de nueve metros de diámetro, está abierto, dejando pasar la luz pero también la lluvia, por lo que en el suelo del templo existen varios desagües. Mi hijo Adrián me cuenta que las proporciones de esta segunda parte del edificio se consideran perfectas. La cúpula descansa sobre una parte inferior que tiene la misma altura que la propia cúpula, por lo que dentro del templo, proyectando las curvas de la cúpula, se podría obtener una esfera completa.
Dentro del templo hay varias estatuas y además de Rafael están enterrados el artista Vignola y el rey Víctor Manuel II y su familia.
Ya de noche, el Panteón de Agripa luce hermoso, con una luna que posa imbuida de tanta belleza…
En la plaza, un grupo de gente se manifiesta con antorchas. Son de una asociación de defensa de los animales. Los turistas los observamos como si no tuviéramos nada que ver con los animales italianos…
Ya de vuelta a casa pasamos por la Piazza della Minerva, donde se alza la estatua Elefante y obelisco, de Bernini, y la iglesia de Santa Maria sopra Minerva, construida sobre un antiguo templo que Pompeyo dedicó a la diosa Minerva.
La iglesia posa enorme y encantadora, pero hay algo indefinible que le da un toque de descuido y abandono. Tal vez sea el desmesurado tamaño del templo, comparado con la pequeña superficie que ocupa la misa que en esos momentos se celebra. Pienso que, con un poco de suerte, en el futuro las iglesias serán lugares para extasiarse con el arte, la historia y la belleza, y no con vanas promesas de otros mundos.
Caminamos de vuelta hacia el barrio de Trastevere, pasando por el Largo Torre Argentina, donde la plaza se llena de ruinas. En alguno de los edificios funcionaba el Senado en tiempos de Julio César, y fue allí donde dicen los estudiosos que asesinaron al dictador.
La tarde se hace noche en Roma. Aún nos queda la cena por el Trastevere. Los romanos vuelven a casa como si vivieran en un lugar sin historia…
2 comentarios:
Qué fotos impresionantes! Gracias por tan hermoso paseo. Besos.
Besos, Rosa María. Espero que todo vaya muy bien.
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