Crónica dedicada a Perse, por su continua lucha por un mundo de personas.
Con el runrún del hábito, con la lentitud irremediable de la vida y sus mudanzas, alrededor de nosotros se va gestando un cúmulo imponente de absurdos, legales pero profundamente ilegítimos. El mundo de la política rebosa de ellos, y como queramos o no la política lo toca todo, es el mundo el que abunda en barbaridades razonables, en lógicos disparates, en monstruosidades que hemos de aceptar en nombre del bien común y del optimismo democrático.
Como las hormigas, somos tantos que no nos cuesta ningún trabajo dar gloria a la colmena y olvidar los sentimientos diminutos de cada uno de sus miembros. Por ejemplo, la tragedia insignificante de una chiquilla en Siria, que ve cómo entran en su barrio, asesinan a sus padres, a sus amigos y vecinos, y que luego disparan contra ella para hacerla desaparecer de este mundo, es una más en un paquete tan formidable de sufrimientos que lo único que podemos hacer para no morirnos de tristeza es mirar para otro lado, acostumbrarnos al terror. A la vez, discutimos sesudamente sobre las razones que Rusia y China arguyen para mantener a una banda de asesinos al frente del gobierno de Siria, razones que, gracias a algún laberinto intelectual, podrían llegar a justificar el horror en los ojos de esa chiquilla.
A una escala algo menor, pero con el mismo esquema, nos damos todos los días con situaciones que el sentido común nos pinta de un modo y las razones geopolíticas de otro. Ahí tenemos a un grupo de familias de Sevilla, con ancianos y niños, que llevan pasándolo bastante mal desde hace años, y que de pronto, bajo el juego obsceno, democrático y legal, que políticos, banqueros y grandes empresarios han mantenido con la riqueza de este país, se encuentran en la calle, sin un techo, sin los más mínimos recursos para subsistir. Son personas sin demasiada formación, algunas de ellas pertenecientes a familias inmersas durante generaciones en ese círculo vicioso de pobreza e incultura, del que no es tan fácil salir como los aficionados a la heroica iniciativa personal y al emprendimiento piensan.
Cuando muchos de ellos no pueden más, un grupo de conciudadanos, hartos de tanta justicia injusta, les proponen ocupar un bloque de pisos que se construyó hace unos años, y que se encuentra ahí, vacío, en el bolsillo sin fondo de los mismos bancos y empresarios que, por el terrible pecado de quedarse parados y no poder pagar una hipoteca legal y abusiva, han desahuciado legalmente a muchos de ellos. Declaran que no quieren vivir gratis, que sólo quieren un lugar para cobijarse, que pagarán el agua y la luz, que no quieren que les regalen los pisos, que abonarán si hace falta un alquiler si no es desorbitado. Ya buscarán la forma. Piensan en los mismos bancos: ahora, con el piso cerrado, sólo pierden dinero. Si nos lo alquilan por un precio módico, ganan dinero.
Para nuestra desgracia, la justicia ha sido siempre, además de inapelable, sagrada, es decir, se aplica al detalle sólo cuando conviene al poderoso. El orden en la colmena siempre fue muchísimo más importante que las pobres hormigas, y por eso llega un día en que ENDESA (una de esas empresas que, con la ayuda de nuestros políticos, no sólo conservadores, sino también y fundamentalmente socialistas, especula con la riqueza de nuestro país) aparece y les corta la luz. En Sevilla caen treinta y tantos grados y es poco menos que inhumano no poder disponer al menos de un ventilador para pasar las tardes. Cuando estas hormiguitas sin importancia, junto a ese grupo de amigos que creen en otro tipo más depurado de democracia, protestan por el corte de luz, el señor alcalde de la ciudad, un antiguo juez que impartía sacrosanta justicia hasta hace muy poco, un tipo que se llena la boca con las monsergas cristianas sobre el bien y la caridad, decide gastar unos duros de todos en mandar a una patrulla de técnicos y policías para cortarles también el agua. La ley es implacable, es justa y ciega, y debe ser cumplida a rajatabla, sobre todo si se trata de hormiguitas sustituibles.
Entonces las hormiguitas, con sus amigos, improvisan unas pancartas y se van a recorrer las calles de la ciudad camino del Parlamento, escoltados todo el tiempo por un equipo de abigarrados policías que cuidan de que no molesten a la colmena. En el camino se encuentran con otro grupo de hormigas que, con batas blancas y verdes, los reciben con alegría, pidiendo que no se recorten los gastos en sanidad, que les recorten antes los beneficios a ENDESA. Los gritos de todas estas hormiguitas emocionan, y otras hormiguitas que pasan cerca sienten algo así como una voz interior que no tiene nada que ver con este tipo de colmena, y sí con otra que está hecha de individuos y no de muchedumbres. Al final, son recibidos en el Parlamento con las rejas cerradas y un grupo nutrido de policías, hormiguitas mal pagadas pero de imponente aspecto que se las apañarán para que todos estos desgraciados no estropeen ningún detalle del bonito edificio, un antiguo hospital para desahuciados, convertido hoy en residencia de lujo para nuestros próceres inútiles.
Luego la gente vuelve a sus casas… bueno, a las casas de dios sabe qué malnacido, de donde serán desalojados en cuanto la justicia tenga tiempo de ser impartida. En los últimos días, desde el Ayuntamiento, estas personas han recibido llamadas recomendándoles tener mucho cuidado con lo que hacen, porque los servicios de protección al menor podrían actuar para salvar a sus hijos de tanta pobreza, despojándolos de su condición de padres y madres. El señor alcalde tiene a bien contestar a un mensaje en el que le pido que me explique lo que pasa, y si dentro del pecho le late el corazón o un tomo del Aranzadi. Su respuesta, o la de algún alter ego virtual, es ésta:
Emasesa ha tenido que proceder a cortar el suministro del agua en las viviendas del Bloque de San Lázaro en base a la ley vigente y a la pretensión de no infringir el principio de igualdad entre usuarios. Sé que son familias que se encuentran en una situación de emergencia social pero el Reglamento de Suministro Domiciliario de Agua de la Junta de Andalucía prohíbe que estos vecinos puedan contar con suministro al no contar el inmueble con licencia de primera ocupación ni ser ellos propietarios. Se está cumpliendo con la ley. Un saludo.
Y la vida sigue, y cada detalle, cada minúsculo dolor, cada horror en los ojos de un niño, cada acto justo e inapelable que ocurre a nuestro alrededor mientras miramos a otro lado nos incrusta más en la colmena.
8 comentarios:
Gracias. Sabía que lo contarías bien...
A ti, Perse, por tu perse-verancia en todo...
Estos días con relación a esta noticia y otras me da por pensar en las conciencias de esas personas, no tienen claro, sólo pechos para darse golpes en la iglesia, otra que también sigue predicando con ejemplo.
Cada día más indignada estoy.
El otro día lo hablaba con unos amigos. Siempre que se habla de los actos políticos hay que comprender, poner en contexto, situar las cosas en sus justos términos, observar la realidad de un modo abierto, valorando la situación con distancia y perspectiva... El que es un malnacido, es un malnacido, y nuestra política está llena de ellos. Hay cosas que quien las hace, sea quien sea y esté en el contexto que esté, es un malnacido. De indignado a indignada...
Muy bien, sir.
Si todos enfocáramos a las hormigas, y lo hiciéramos tan bien como tú lo has hecho, quizá algún día las hormigas crecieran tanto en número y valentía que se pudieran comer a los cuatro extorsionadores malnacidos.
Lástima que la mayoría de las hormiguitas anden entretenidas en las series de televisión, en el tomate o mirando para otro lado, algo, por otra parte, previsto ya por el sistema desde la mismísima transición política. Creo que Rajoy debería darle las gracias más sinceras al amigo González y sus compinches... Bueno, ¿qué digo?, ya se las dieron el otro día: el alcalde del PP de Sevilla lo nombró hijo predilecto de la ciudad... En fin, todo muy triste...
"Para nuestra desgracia, la justicia ha sido siempre, además de inapelable, sagrada, es decir, se aplica al detalle sólo cuando conviene al poderoso."
Ahí le has dao. La ley del embudo, querido amigo, la ley del embudo.
Vengo cansada.
Prometo pasar amñana y leer.
perdona Sir, mi aparente abandono que no es tal.
Un abrazo
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