Alguien, seguramente el cartero, había emborronado su dirección y sobre ella había impreso un sello que rezaba: “DEVUELTO / RETOUR”. En el reverso, sobre el matasellos con fecha 19 de enero, el cartero había escrito: “Se ausentó”, eso sí, sin tilde y con una rúbrica indolente. Habían abierto el sobre y luego lo habían vuelto a cerrar cuidadosamente con celo.
No, no se le ocurrían demasiadas cosas más tristes que una carta devuelta. ¿Qué habría pensado el que la abrió? ¿La habría leído?
Había escrito la carta como en otros tiempos, a mano, sobre un par de esas hojas recicladas, estampadas de virutas de colores, esas hojas que una mujer muy especial le había regalado unos mil años atrás. Y lo había hecho pensando que tal vez fuera la última oportunidad de tomar un café con su amigo. Bueno, lo llamaba así, amigo, aunque la única relación que los unía eran unas pocas cartas cruzadas en los últimos veintitantos años. Y sus películas, claro. Alguna de ellas se le había quedado grabada muy dentro, como si el argumento fuera una hermosa metáfora de su vida...
¿Qué se podía hacer con una carta devuelta? ¿Qué rincón le buscaría en casa? ¿Dónde se guardan los regalos malogrados, las palabras perdidas en el camino? Sabía que aquella silenciosa amistad había llegado a su fin, pero a ver, ¿no consistía la vida precisamente en eso, en una sucesión de principios y finales? Así que, luego de pensar un rato en el asunto, lo admitió sin darle mucha más importancia, rasgó el celo, volvió a leer muy despacio la carta, y tras devolverla al sobre la introdujo en un sobre mayor y la envió al paraíso.
6 comentarios:
Me da la sensación de una emotiva despedida.
No sé, Isabel, en caso de serlo igual no va a ser muy emotiva, aunque de todos modos quién sabe, espero que el futuro siga siendo imprecidible... Un beso.
¡Qué bien escrito, Sir! Me gusta mucho.
Un beso (esperando que el futuro sea impredecible)
Gracias, Elvira, me alegro que te haya gustado. Un beso con tus mismos deseos.
Me encantó! Cuántos interrogantes se plantean al leer tu prosa. Alguien dijo que la meta es el punto de partida, no sé porque me lo recordaste. Un abrazo.
El eterno retorno, el eterno principio, la eterna despedida... quiero creer que todos eternos porque los sentimientos son heredables. Uno puede irse, sus sentimientos no se van, son como la materia en el universo, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. De ese amigo me quedaron muchos sentimientos... Un beso.
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