Habría en el regreso mismo un otoño y sus ondas,
y en su sino
era la luz,
rodeado por eso de identidad, de la nieve y el orgullo,
de error en el lugar.
Amplio y mudo, los ojos resplandecientes:
el patíbulo, los estrechos recorridos, olvidado
tras los recuerdos e intacto, soportado por torres estuve,
y en las expediciones siquiera
tragado por el azar, las maletas, los balnearios
y la isla de extraños nombres.
2 comentarios:
Qué enigmática y significativa tu poesía. La mente vuela por lugares acaso recorridos en sueños. Un abrazo.
Créeme, es sólo un juego del que sólo contemplas el resultado. Pero suena curioso, ¿verdad?
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