Tú y yo esperamos la luna llena, augurando tal vez la suerte de un beso. Un beso intempestivo, hermético, promisorio, un beso de más. Aunque tal vez la luna crezca hasta casi reventar, y luego inicie su nueva consunción dejando a mis ojos soñando levemente, como vencidos, con el tacto ideal de todos esos besos imprevistos. La luna es, a veces, el lento corazón del tiempo, fedataria luminosa de este inútil derroche de delirios…
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Recuerdo que en aquella locura la luna sonreía con una sonrisa muy fina, a boca llena, pero con una risa delgada, sarcástica, inevitable. Y eso que años antes su risa me llegaba desde dentro de sí misma, de lo profundo y redondo de su encendida plenitud de cráteres y misterios. Porque la luna sólo se reía de aquel aturdido jovencito llena y taciturna, evidente y cómplice, desvelada en mi desvelo, sonriendo como sonríe una madre...
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No tendrá luna el universo, y habrá que inventar la vida en el vacío oscuro. Sí, el primer día acaso sonará en el cielo el eco de su adiós, y tras la penumbra de su ausencia vendrá apenas el reflejo desvaído de un próximo hola lunar, pero nada más. Toda la luz deberemos inventarla, huérfanos de luna, aislados con el fósforo y las palabras, deslumbrados por el fulgor impertinente de los días que fueron y serán. Yo qué sé, frotaremos piedras, buscaremos las secas tormentas de rayos devastadores, incendiaremos tal vez algunos paisajes caros de nuestro corazón, y a la luz insegura y dorada de nuestros incendios trataremos de pintar una luna que conmueva a los gatos y a las olas.
Ah, la luna imposible… La luna apócrifa, esa de valles pétreos y meteoros, de órbitas exactas y predecibles, oculta a la luna real de pecas secretas, de mullido abrazo, de codiciosas fantasías. Ay de la luna espejismo, de la luna viaje, de la luna vibrante, de la luna palabra, de la luna imposible…
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Y bajo la luna, que hoy crece, confundo mis dedos en su pelo por conjurar el gris de la costumbre. Tal como la luna tañe en su camino los hilos de las celestes constelaciones, con la misma música cautelosa y discreta suena mi cariño, sin estruendos, sin verdades, sin justicia… Diríase que no suena nada, pero sólo hay que desvelarse y mirarla flotar en las tinieblas, bajarse de los días y alcanzar la montaña y la perspectiva, la melodía sencilla de tu amor…
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La luna se infla y desinfla reposada y poética. Bajo su apacible danza bregamos persuadidos del alcance de nuestra existencia, de cómo los días se dividen en veinticuatro horas, cada hora en sesenta minutos, y cada uno de esos minutos infinitos en aromas y desvaríos. Bajo la luna, por otro lado, bulle en silencio un planeta viciado, caduco y desbocado, un paraje donde los niños sufren pesadumbres descomunales, aquí, tan cerquita de este amor mío…
14 comentarios:
Lo has escrito tú Sir? Es precioso!! Cuánta ternura y belleza...
Gracias, María... ¿Cuál María? Decían los antiguos que todas las mujeres se llamaban María, como la madre de Dios... Y no es que yo sea muy católico, pero casi que tenían razón... :-). Y no pasa nada, porque es uno de los nombres de mujer más bonitos. Un beso de cualquier forma.
Hermoso .
Me alegro que te lo parezca, amiga, y bienvenida...
"Dos luces como guía. La primera, nuestro átomo resplandeciente de comunidad, con todo lo que esto significa. La segunda, la luz fría de las estrellas, símbolo de la realidad hipercósmica, con su éxtasis cristalino. Curiosamente, en esta luz, en la que el amor más alto es tasado fríamente, y en la que aun la posible derrota de nuestro mundo despierto a medias es contemplada sin remisión de alabanza, la crisis humana alcanza mayor significado. Es raro que parezca más urgente, y no menos, participar en esta lucha, este breve esfuerzo de criaturas microscópicas que tratan de ganar para su raza algún acrecentamiento de lucidez, antes de la oscuridad última."
(Olaf Stapledon: Hacedor de estrellas)
Parece mentira, Amelia, que vivas por estos pagos. Debe ser que en Málaga tenéis ese famoso clima templado del Mediterráneo, porque si no se entiende que te guste eso de "la luz fría de las estrellas"... Lo que yo daría por que el sol refrescara una mijita... :-)
No, no, aparte de hablar de la realidad hipercósmica, algo que ni él ni nadie puede conocer de ninguna de las maneras, no comulgo en absoluto con este buen hombre. El universo parece ser, a la vez, un lugar vacío y silencioso, y un cruce de fuerzas calientes y devastadoras, y nuestra urgencia para intentar como especie participar en ese doble carnaval no es para extrañarse, sino para compadecerse. Luego está, sí, la lucidez esa que, consideradas nuestras tres dimensiones, podemos ir fundando, mientras buscamos, por muy diversos caminos, la felicidad. Por supuesto, el que considere que hay alguna otra dimensión, debe demostrarlo, porque si no hay necesidad de demostraciones, aquí no se entiende ni el Tato. En fin, como sueles decir, no hace falta coincidir en todo con los demás... Un beso de ola... de calor.
Lamentablemente, no vivo en un clima templado, sino arrocero. Cocción al vapor to el verano.
Y sí que me gusta la luz de las estrellas, fría aquí, ardiente allá (El sol es otro cantar).
Pero, sobre todo, me gusta "este breve esfuerzo de criaturas microscópicas que tratan de ganar para su raza algún acrecentamiento de lucidez, antes de la oscuridad última".
Saludos, Sir John.
Leyendo estos párrafos paso de las estrellas y me quedo con la Luna. Son todos increíbles pero el primero es el que más me atrae, lo encuentro muy erótico, confieso que ha despertado en mi algo de nostalgia. Hacía tiempo que no sentía al astro de esta manera. Enhorabuena monstruo.
Por cierto, soy María la de nuestra amiga viseña, o se dice visueña?
Pues por eso digo, mujer, que la luz de la estrellita que nos tocó es como para decirle fría. Y ha sido nombrar las palabras cocción y arroz, y joé, me he visto traspuesto en un poltergueist inesperado a un chiringuito de Fuengirola, comiendo una arrolito insuperable, complementado, como no podía ser de otro modo, con su espetito de sardinas y sus boquerones victorianos... Me parezco ahora mismo a Homer Simpson, por la babita digo... Besos.
A mí, María, las estrellas también me gustan, el misterio que las rodea también tiene su aquél. Y en cuanto al párrafo que te gustó más, jo, chiquilla, eso de la nostalgia suena triste... aunque real... Snif... Dale un beso y un koski a nuestra mutua y descastada amiga. Y otro beso para ti y para los tuyos, sobre todo para la enanita que ya he visto que está preciosa.
Vivo hace muchos años en Valencia, sir John, de ahí lo de "arrocero". El clima de mi Málaga natal es mucho mejor.
Y lamente decir que hay que cosas de Borges (no todo) que me gustan. Su facherío no, claro.
Sigue el desacuerdo.
No creo que sea malo el desacuerdo (en las diferencias, dicen, está el gusto... ¿o era en la diferencia...?), no es malo que te gusten algunas cosas de Borges (me gusta mucho más que las cosas me gusten que me disgusten, además de que igual tú le pillaste eso que yo no le pillo), y sí, en Málaga el mar suaviza la cosa bastante, pero cuando dice de hacer calor la piedad del sol es parecida a la que tiene con el resto de los andaluces. Ahora estoy yo precisamente con Valencia, con un libro del bueno de Max Aub y un diccionario de la lengua española en la otra mano, claro.
Sus palabras son dulces y tentadoras, Sir John More. Resulta fácil dejarse llevar por su acariciante veneno y pensar que tal vez alguno de nosotros hayamos compartido alguna de sus lunas, en otras latitudes, en otros tiempos también.
Tal vez a los seres fantasmales y etéreos como yo sólo nos quede el tibio consuelo de la incertidumbre.
Suya afectísima, por supuesto y siempre
Emilia.
Bendito veneno, que diría el señor Ruibal. Y usted sabe bien, Doña Emilia, que en el movedizo terreno de la incertidumbre es donde crecen las flores más bellas, los bosques más salvajes... Si con usted, aun desde su lejana morada, no crece nada en ese suelo, ¿con quién podría crecer haya luna o no la haya?
¡Hijopordios!
No imaginaba que me echaras tanto de menos.
Ando por el Sur alpujarreño
Risas y besos
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