Era también Nicolás Gómez Dávila el que decía aquello de que, para alinearse con determinadas ideas políticas, uno sólo tiene que escuchar a un vocero de las contrarias. Dada la complejidad del caso, la situación de Cuba no se puede zanjar con dos palabras, por muy encendidas que las pronunciemos.
Hay situaciones que son claro objeto de denuncia, como son las continuas agresiones gubernamentales contra los derechos fundamentales de los cubanos, concretadas en muchos casos en la encarcelación de personas cuyo único delito es disentir públicamente de los dictados del régimen; o la esencia misma del régimen, que funciona bajo la suposición de que sus dirigentes heredan, casi genéticamente, los posibles méritos conseguidos por aquellos barbudos que desalojaron al dictador Batista, y que con los méritos adquieren la capacidad infalible de dictar normas (eternamente excepcionales) de convivencia.
Pero no es menos verdad que el bloqueo brutal que el Imperio norteamericano lleva ejerciendo sobre la isla, un Imperio para el que el dictador Batista (como otros muchos dictadores) servía de rentable títere, ha condicionado muchísimo la posibilidad de que Cuba, tras la caída del muro de Berlín, se hubiera convertido mediante una transición pacífica en la democracia que todos soñamos. Y no es menos verdad que la propuesta, más liberal que democratizadora, de muchos sectores cubanos en el exilio dorado de Miami busca objetivos que no difieren mucho de los conseguidos por el propio dictador Batista, propuesta que suena menos a una lucha por el derecho a la diferencia, y más por la típica apertura de nuevos mercados para nuevos espabilados. Los dirigentes políticos de la oposición en el exilio son potentados magnates, al execrable estilo de otros muchos que pasaron ya por la historia de otros países americanos, llevando democracia y desigualdad a partes iguales. Para más inri, sólo por la música y la actitud de individuas como Gloria Estefan dan ganas de vestirse de caqui y perderse por Sierra Maestra...
Las pacíficas manifestaciones del colectivo de las Damas Blancas están siendo reprimidas por la policía, y está siendo perturbada la libertad de expresión por contramanifestantes que tienen todo el derecho a defender a su gobierno, pero ninguno a callar a los que no están de acuerdo con él. Pero un detalle ínfimo, que no cambia para nada mi convicción de que el derecho a la expresión es un derecho básico inalienable de las personas, me lleva a pensar que el ser humano no tiene remedio. Las Damas de Blanco, entre ellas la madre de Osvaldo Zapata, recientemente muerto por huelga de hambre, están abanderando la lucha por la democratización de Cuba, y por tanto adquiriendo una responsabilidad enorme, pero una de sus actividades acaba siendo una peregrinación a la Iglesia de Santa Barbara... Si yo fuera un barbudo cubano de aquéllos, incluso siendo partidario radical de la democracia y la libertad religiosa, estaría viendo fantasmas de todos los colores, y me removería inquieto en mi tumba palpando sus rincones en busca del maldito fusil. Pero no soy uno de ellos, y lo único que se me ocurre es que los cubanos más pronto que tarde pagarán el bienestar con la misma moneda de siempre: cambiando cultura por capacidad de compra, sabiduría por fe, lucidez por la chispa de la vida.
3 comentarios:
Me ha gustado mucho, Sir. Veo que eres como yo, siempre intentando ver las multiples facetas de todo, y nunca teniendo nada claro.
Los Hamlet somos muchos, cada día más, por suerte. Por cierto me ha encantado lo de " me removería inquieto en mi tumbas palpando sus rincones en busca del maldito fusil.
Me alegro, Carmen, imaginé a algunos de estos pobres diablos, hartos de luchar contra los mosquitos, la selva y los militares del dictador, y viéndose venir las maquinaciones de esos seres pálidos e intrigantes que son los representantes de la Santa Madre Iglesia. Aunque no soy partidario de usar la violencia contra ellos, sino sólo la justicia, lo cierto es que, cuando se habla de la salvajada que fue el incendio de iglesias antes de la Guerra Civil, uno debería haber sentido lo que muchos sintieron en aquellos días. De todos modos, en Cuba todo es tan complejo y descorazonador... Un beso y me alegro de verte por aquí.
Totalmente de acuerdo, Sir, no tenemos remedio. Abrazos
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